Periodismo imprescindible Lunes 25 de Noviembre 2024

Un actor bien vendido

Bajo la dirección de Issa López, Osvaldo Benavides protagoniza Todo mal, una comedia que comenzó con un guion muy convencional y terminó con un sinfín de situaciones disparatadas, balazos, persecuciones y hasta caídas libres
18 de Marzo 2018
No disponible
No disponible

POR JAVIER PÉREZ

A Osvaldo Benavides se le ubica como actor desde hace más de 25 años, por su participación en un par de telenovelas muy conocidas de principios de los años noventa: El abuelo y yo y María la del barrio. A sus 38 años, el actor se mantiene activo trabajando en cine y televisión, principalmente, aunque también ha hecho teatro. Apenas el viernes pasado se estrenó Todo mal, comedia de acción dirigida por Issa López y en la que comparte créditos con Alfonso Dosal y Martín Altomaro.

Osvaldo interpreta a Fernando, un diplomático que el mismo día en el que ha programado su boda debe recibir el penacho de Moctezuma, un préstamo del gobierno austriaco al mexicano. Todo parece perfecto, pero ese día, que es la parte principal del filme, ocurrirán un sinfín de situaciones disparatadas entre balazos, persecuciones y hasta caídas libres que transcurren lo mismo en un microbús que en el bar Caradura, en calles de la ciudad, un departamento o el museo Anahuacalli.

En principio, Issa no quería que Osvaldo fuera Fernando; lo veía más en el personaje de Matías, un ex miembro de una famosa boy band convertido en integrante de un grupo de rock de bar, papel con el que finalmente se quedó Dosal. Osvaldo hizo el casting para ambos personajes. “Cuando me senté con él –me cuenta la directora– le dije: ‘yo te veo como Matías, te quiero como Matías, dime por qué Fernando’. Y me lo analizó a una profundidad tal y me lo vendió tan bien que no me quedó ninguna duda”.

Osvaldo, quien actualmente filma en Colombia una sátira a las teleseries sobre narcotraficantes, fue el primer actor en entrar al proyecto. “Tuve la ventaja o desventaja de ser el primero en ser casteado, y siendo lo latoso que soy, me senté con Issa para preguntarle sobre el tono de la película y desde ahí empezó el trabajo. Afortunadamente estaba abierta y empezó la destrucción simbiótica”.

Fueron seis meses de ensayos a los que Osvaldo llegó muy bien preparado, pues tuvo que hacer muchos call backs, es decir, interactuar con los otros actores y actrices que buscaban quedarse en el proyecto.

Él sostiene que aunque hubo modificaciones, el guion estaba muy claro desde la primera versión, y que pudo darse cuenta de la complejidad de la historia. “Desde que lees el guion te das cuenta que no es una comedia fácil, tonta, como hay muchas, sino que era una comedia que sí requería de trabajo y rigor, y fue lo que hicimos. Para nosotros fue muy divertido, pero fue chamba, fueron horas y horas de discusiones muy extrañas. La actuación y la creación son de pronto casi esotéricas porque sin ninguna explicación empiezan a suceder las cosas. Hablamos del pasado de los personajes, de cosas que no son necesarias pero que de alguna manera mágica, y quién sabe por qué chingados, funcionan para construir los personajes. Y eso se nota”.

Aunque él, como todos los miembros del cast, tuvo sus dudas. La historia empieza como una comedia convencional, pero en algún momento la situación enloquece. “Actoralmente, en esa transición tonal de una comedia realista a lo enloquecido que se vuelve, tuvimos varios momentos de decir: ‘madre mía, ¿te cae que vamos a hacer eso?’. Varias veces nos preguntamos: ‘¿no es esto una mamada?’ Pero lo cierto es que llegábamos a esas escenas después de mucho tiempo de trabajo”.

Ese trabajo previo, que los hizo sentirse plenamente confiados, les permitió jugar con todo: “con los personajes, con la estructura, con crear escenas espontáneamente. El proyecto estaba muy vivo desde que empezó y seguirá así hasta que el público lo vea. Y cuando digo vivo me refiero a que mutaba constantemente: mientras filmábamos, encontrábamos qué nos faltaba, si había que afinar una frase. Había una línea propuesta, no impuesta, por Issa de: ‘más comedia, más chistoso, dónde está el chiste, cómo le apretamos’. Y bajo esa consigna fuimos encontrando y ajustando minuciosamente”.

Según Osvaldo, quien para elegir un personaje primero revisa el guion y quiénes están involucrados –aunque a veces se deja guiar “por la tripa”–, Todo mal es una película que se para sola y que le quiere enseñar a sus amigos. “Hay otras que no, porque hay muchas comedias hoy día en México, es lo que la gente más consume. A mí como espectador, hay pocas excepciones, me parecen un poco facilonas, así que para mí es muy satisfactorio ver una comedia, que aunque no es nada compleja, tiene un estándar de calidad y un rigor altos”.

Recientes