POR SEBASTIÁN SERRANO
En el 2012 recorrí La Quebradora. Era un terreno baldío; en algunos lugares tenía charcos de aguas negras, basura tirada, y en el fondo, más allá de los arbustos, se veía una persona trotando. Fuimos con el ingeniero Alfonso Hernández de la delegación Iztapalapa, él defendía ese terreno con las uñas porque sabía que era un importante punto para manejar las inundaciones de la zona; incluso nos llevó hasta atrás del predio con el objetivo de mostrarnos la zona a donde llegaba toda el agua y era absorbida por la tierra en menos de un día.
Seis años después, el Parque Hídrico La Quebradora es uno de los proyectos en desarrollo más emblemáticos de la Ciudad, incluso el año pasado recibió la Medalla de Oro de los Lafarge-Holcim Awards, importante premio internacional de diseño sustentable. Quise saber un poco más sobre cómo el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, dirigido por el doctor Manuel Perló, y la diseñadora urbana Loreta Castro lograron coordinar el equipo multidisciplinario para desarrollar un proyecto tan complejo.
El doctor Perló me comentó que todo surgió de un trabajo profundo en Iztapalapa, que nació con el concurso de Acupunturas Hidrourbanas en 2013, cuando premiaron 8 propuestas ciudadanas para intervenciones pequeñas en donde se aprovecharan las condiciones naturales de la delegación con el propósito de solucionar problemas de agua.
Visitaron varios puntos, pero el que más los atrajo fue La Quebradora, por su importancia, ya que en época de lluvia recibe los torrentes de agua que bajan por la Sierra Santa Catarina, con lo cual evita inundaciones en las colonias de la parte baja y, sobre todo, impide que afecten a vías importantes como calzada Ermita Iztapalapa y avenida Las Minas. Además, el sitio está ubicado en una zona densamente poblada, que en su momento se urbanizó de forma irregular, con un alto índice de marginación y que carece de áreas verdes, espacios culturales y abasto constante de agua. Por otra parte, es un punto neurálgico de movilidad, porque llegan muchas personas a tomar el transporte público.
Sin embargo, La Quebradora estaba prácticamente abandonada, se había convertido en un basurero y la gente no comprendía su importancia, incluso parte del terreno fue cedido para construir una plaza. Así que el Parque Hídrico nace de la necesidad de una recuperación muy profunda, y del rescate de este espacio público, pero a la vez de una solución que aporte a la problemática del agua en Iztapalapa.
MULTIDISCIPLINARIO
En 2015, la delegación y la UNAM firmaron un contrato por 14 meses, con el fin de desarrollar el proyecto ejecutivo. Para conocer cómo fue este proceso, hablé con Elena Tudela, quien dirigió el área de Diseño Urbano. De acuerdo con Elena, este proyecto sólo se podía dar mediante un contexto universitario. Con el objetivo de analizar a detalle el sitio y buscar las mejores alternativas, se involucraron 50 personas de diferentes áreas de experiencia: ingenieros, biólogos, hidráulicos, arquitectos, paisajistas, urbanistas, sociólogos. No obstante, sin lugar a dudas una parte fundamental del proyecto fue la participación de la comunidad y sus propuestas. “En un inicio fue difícil contar con la participación de los vecinos porque muchas personas no entendían la idea del parque y había mucha desconfianza, pensaban que queríamos hacer algún negocio. Sin embargo, el peso de la UNAM le dio credibilidad al proyecto, comprendieron que era para su beneficio y empezaron a aportar en las discusiones”.
Con el propósito de llevar a cabo este trabajo de acercamiento, se llevaron a cabo talleres con información precisa y espacios de intercambio. De ahí conocieron las necesidades que tenía la población en la zona, desde baños –muchas veces en su casa los lugareños no cuentan con agua y requieren este servicio antes o después de tomar el transporte público–, hasta zonas culturales; un skatepark, cafetería o librería. Pero también tuvieron que rechazar otras propuestas porque rompían con el sentido del proyecto, como construir una piscina o el desarrollo de condominios.
RESCATE DEL AGUA
Elena me comenta que esta es una zona con un valor ambiental inmenso, ya que el tipo de suelo tiene una capacidad muy alta de infiltración del agua de lluvia, por esto es una de las pocas joyas naturales que le quedan a la ciudad para recargar los acuíferos. Entonces, el principal objetivo era recuperar el parque hídrico, así que se introdujo un sistema natural con el objetivo de recibir los torrentes de agua de lluvia, limpiarlos antes de su infiltración y así regresar al acuífero 50 000 m³ al año y evitar las inundaciones en la zona.
Por otra parte, se va construir una planta de tratamiento de aguas residuales con el fin de generar cuatro pipas de agua tratada al día; el parque va a poder entregarlas a la delegación, la cual podrá utilizar el agua en los 40 sanitarios que se instalarán y regar las áreas verdes. “El agua es muy valiosa, y es algo que damos por sentado. Así que se propuso hacer un museo del agua para demostrar todo el proceso de captación y recuperación, para que la gente comprenda la función del parque y se lo apropie”.
En las edificaciones que se van a construir, captarán el agua de lluvia y será tratada mediante filtros y sistemas de potabilización, para que la gente pueda tomar agua en sus botellitas y llevársela. Además, se va crear un área verde con dos espejos de agua que beneficiará a 28 000 habitantes.
Elena me explica que la idea es que opere lo más tarde posible, por lo menos hasta la 1 de la mañana, con el propósito de que las personas tengan mayor posibilidad de utilizarlo casi a cualquier hora: por ejemplo, al regresar de su trabajo, tendrían un espacio para relajarse. Incluso programaron con la Secretaría de Cultura una serie de actividades al aire libre: cine, talleres, foros, etcétera.
La UNAM entregó el proyecto ejecutivo en enero de 2017, y la construcción corre a cargo totalmente por la delegación: las licitaciones y asignación de contratos. No obstante, Elena me comenta que se debió plantear desde el principio participar con la supervisión de la obra, porque existe un riesgo muy alto de que varios puntos determinantes no se construyan de forma adecuada y no cumplan con sus fines.
El doctor Perló me comenta que la UNAM propuso encargarse de los trabajos de supervisión, pero no fueron seleccionados. En la actualidad realizan un acompañamiento al proyecto cada vez que son requeridos, dan información y aclaran las dudas que surgen en la construcción; lo hacen por iniciativa propia, de esa manera se han mantenido cerca.
Según Elena, otro gran reto será la conservación del espacio y el mantenimiento. “Las estructuras y materiales fueron pensados para que requieran poco mantenimiento y tengan la vida útil más larga posible, sin embargo, no deja de ser infraestructura y no hay forma de que funcione si no se le da el cuidado adecuado”, por eso se está buscando un mecanismo de fideicomiso público-privado para garantizar la operación del parque.
MODELO REPLICABLE
“Tanto Loreta como yo, creemos que la filosofía de las Acupunturas Hidrourbanas que sustenta al proyecto se puede replicar en otros lugares de la ciudad. En la delegación Iztapalapa hemos encontrado por lo menos 50 puntos en los que se podrían generar proyectos con la misma inspiración”, me dice el doctor Perló, y agrega que no tienen que ser espacios enormes, pueden servir parques pequeños o camellones; lo importante es que tengan la capacidad para demostrar que se puede manejar el agua de forma distinta, mitigar inundaciones, captar lluvia, tratar el agua y utilizarla en el punto. Si se suman muchos proyectos, se generará una transformación paulatina con miras a desarrollar un sistema más sostenible y resiliente.
De acuerdo con Elena, este proyecto evidencia la importancia de rescatar las zonas naturales que son claves si se desea el equilibrio ecológico e hídrico de la ciudad; si se conservan van ahorrar mucho dinero, evitarán inundaciones y contribuirán a eliminar la escasez de agua. “Es fundamental entender las vocaciones que tienen los diferentes territorios de la ciudad, hacerlas evidentes para que sus pobladores las conozcan y las cuiden”. Considera que un punto fundamental que debe ser rescatado son las barrancas del poniente (Álvaro Obregón, Cuajimalpa y Miguel Hidalgo), lugares clave de infiltración que están abandonados. “Inicia una nueva etapa en la CDMX, nos llegó el agua al cuello y nos llega un poco antes del colapso. Cada proyecto que se desarrolle debe ser una oportunidad para el agua; no vale la pena buscar otras opciones de fuentes, sin hacer por lo menos el intento de aprovechar y reciclar el agua que se recibe actualmente en la ciudad”.