POR SEBASTIÁN SERRANO
Por una nota publicada precisamente en la Revista Cambio, me enteré de que Al Gore venía a México a hacer una capacitación sobre cambio climático. Sin dudarlo me inscribí mediante el formulario de Internet que amenazaba con un proceso de selección riguroso. Unas semanas después me comunicaron que me habían aceptado para capacitarme durante tres días y ser parte de los Cuerpos de Líderes Climáticos.
Un día antes de que iniciara el evento, nos enviaron un correo electrónico en el que nos pedían que lleváramos nuestros propios vasos y tazas con la finalidad de evitar al máximo la generación de residuos, y además describían el sistema de separación de basura. También advertían que durante todo el evento el menú iba a ser vegetariano. Aunque era en el Hotel Hilton Reforma, me pareció que era coherente empezar a proponer una modificación de hábitos. Yo seguí por la misma línea y fui en transporte público, el Metro no iba tan lleno a esa hora del día.
Como en cualquier evento, las primeras horas se fueron en las ceremonias de introducción y el proceso de presentación del Climate Reality Project, organización fundada por el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, que tiene más de 14 000 miembros en todo el mundo y busca trabajar en todos los niveles a fin de concientizar sobre el cambio climático y generar soluciones para mitigarlo. En esta capacitación éramos 750 personas que esperábamos el gran momento del evento, la presentación de dos horas del mismísimo Al Gore.
Verdad incómoda en 3 actos
En líneas generales, la presentación se desarrolla a partir del famoso documental de Al Gore, Una verdad incómoda (2006), complementado y perfeccionado con los años. Tiene tres premisas básicas:
1.er acto: Debemos cambiar
Negar el cambio climático en la actualidad va más allá de una necedad; los termómetros lo demuestran. En los últimos cuatro años se ha roto el récord de las temperaturas más cálidas. Gore ilustró con gráficas cómo después de la Segunda Guerra Mundial la línea de emisiones de los gases de efecto de invernadero han aumentado, y de forma paralela también la temperatura. “En la actualidad 80 % de la energía depende de combustibles fósiles y estamos utilizando la atmósfera como un drenaje a cielo abierto”.
Nos demostró con fotos y datos puntuales el incremento de la temperatura: en julio de 2017 los termómetros en Kuwait llegaron a más de 51°C, lo que provocó que un mes después empezaran a morir de calor los pájaros e incluso se derritiera el pavimento. Europa también estuvo alerta por alcanzar temperaturas de 44°C, y hubo graves incendios en Portugal, Italia y el sur de Francia. Incluso en febrero de este 2018 se generó un fenómeno bastante inusual, el Polo Norte estaba a más de un grado, mientras que en varias capitales europeas como Bruselas o Londres, la temperatura estaba a -15°C. Y hasta recordaremos las imágenes de inicios de marzo cuando se supone que se acerca la primavera pero cayeron nevadas inusuales en Roma y Barcelona.
Al incrementar la temperatura se afecta todo el delicado y complejo sistema climático. El gran problema es que las consecuencias son absolutamente inesperadas. Gore explicó que el aumento de la temperatura en los océanos provoca que incrementen en número e intensidad los ciclones, tifones y huracanes. 2017 fue una buena muestra de esto: el 27 de agosto el huracán Harvey golpeó la ciudad de Houston dejando varios comportamientos atípicos: pasó de ser una depresión tropical a huracán categoría 4 en pocos días, no se debilitó al tocar tierra y lo más inusual de todo es que se quedó atorado en el mismo sitio sin avanzar, absorbiendo agua del golfo y descargándola en la tormenta.
Además las noticias que venían de Estados Unidos nos impidieron ver una tragedia todavía peor, que se presentó en el sur de Asia tan sólo dos días después, en la cual murieron 1 400 personas y dejó bajo el agua a Mumbai y a un tercio de Bangladesh. La temporada se cerró en el Caribe el 10 septiembre: el huracán Irma se mantuvo en la máxima categoría durante cinco días y arrasó varias islas del Caribe, seguido el 20 de septiembre del María, que pasó de categoría 1 a 5 –la más alta– en menos de 18 horas y destrozó a Puerto Rico a tal grado que en la actualidad sigue sin recuperarse.
Pero el también Nobel empezó a hilar más fino y demostró que las modificaciones climáticas también desencadenan efectos sociales y políticos. Señaló que en 2010 la peor sequía de la historia de Rusia y Ucrania (en la que murieron 55 000 personas), provocó a su vez que se perdieran muchas cosechas de cereales, causando que ambos países retiraran sus reservas de granos de los mercados internacionales y los precios mundiales de los alimentos se dispararan a niveles nunca antes vistos, generando una crisis alimentaria mundial y su repercusión en el Norte de África que llevó a la famosa Primavera Árabe y la caída de los gobiernos de Túnez, Libia y Egipto. Esa sequía prolongada de 2006 a 2010, transformó 60 % de la tierra fértil de Siria en un desierto, lo que empezó el conflicto que sigue sin resolverse y que orilla a millones de refugiados a buscar apoyo en Europa, con los resultados conocidos de xenofobia y el viraje político hacia las derechas radicales.
2.o acto: Podemos cambiar
La presentación no se quedó atorada en las catástrofes inminentes, también propuso soluciones. La primera fue abandonar nuestra dependencia al petróleo, energía cara de extraer, subsidiada y contaminante. Gore propuso una revolución energética que nos lleve a aprovechar las fuerzas naturales, como la energía solar y eólica. Según sus cifras, cada hora llega a la tierra energía solar suficiente para satisfacer todas las necesidades energéticas del planeta durante un año, mientras que si se utiliza la energía del viento en todo el mundo, podría suministrar un consumo global de electricidad 40 veces por encima del requerido.
Explicó también que México empieza a avanzar por el camino, ya que en 2017 se invirtieron 116 000 millones de pesos en energía limpia, incrementando su aplicación 516 por ciento. Con ello se demuestra que, con las horas de radiación solar que recibimos, tenemos las mejores reservas de esta energía a nivel mundial, no en vano la implementación de los páneles en este país ha crecido 71 % de 2016 a 2017. Y no sólo eso, también la aplicación de energía eólica ha crecido en promedio 86 % por año. Además estas fuentes de energía son cada vez más baratas, la calidad de los materiales es mucho mejor y no requieren una infraestructura de redes de suministro tan compleja como la actual.
3.er acto: ¿Estamos dispuestos a cambiar?
Para empezar a cerrar su enorme círculo verde, Al Gore explicó las razones por las que podemos cambiar: la principal es que la crisis climática no sólo es la mayor amenaza económica actual, además está poniendo en riesgo a toda nuestra civilización y más del 50 % de las especies con las que compartimos el planeta podrían desaparecer antes de que termine el siglo XXI.
Lamentablemente, la presión de los “lobbies” de petróleo y el carbón todavía es muy alta, y estos intereses continúan manejando los hilos del poder. Gore comparó el avance tecnológico de las energías renovables con el crecimiento de la aplicación de los teléfonos celulares, demostrando que la innovación avanza más rápido que los gobiernos y muchas ciudades ya se están comprometiendo a obtener su energía de fuentes renovables. Así que sólo nos queda la opción de cambiar nuestros hábitos de consumo y transitar hacia las energías renovables. Como dijo Gore, el beneficio es más que evidente, “sin contar con los costos irreversibles para la sociedad y las generaciones futuras que implica seguir utilizando las energías fósiles”. Cuando terminó muchos nos pusimos de pie y aplaudimos. No puedo negar que realmente estaba emocionado y motivado por sus palabras.
Del clímax al desenlace
Luego, en los pasillos, sorbiendo café, vinieron los comentarios. Algunos decían que se habían sentido en una convención del Partido Demócrata, otros no podían evitar la sensación de haber estado en una conferencia de ventas donde nos ofrecían las energías renovables como la panacea porque seguramente Gore tiene su dinero invertido en estas. Alguien opinó que las energías “limpias” también tienen sus efectos: la energía eólica afecta a muchas especies de aves en sus rutas migratorias, mientras que los desechos de los páneles solares son muy contaminantes. Eso me hizo digerir también un poco las palabras de Gore y empezar a ver con pinzas lo que había dicho. Aunque Al Gore no es un rockstar, no pude evitar la sensación de que es un orador de lujo que sabe manejar las emociones de la audiencia, y considero que verlo es un privilegio.
Al día siguiente fue un poco difícil mantener el nivel alcanzado con la exposición de Gore, personalmente tenía grandes expectativas con la del doctor Mario Molina, Premio Nobel y uno de los máximos expertos de cambio climático en México, sin embargo, debo reconocer que me decepcionó, porque me pareció una cátedra de escuela en la que nos anunciaba a sus importantes amigos científicos y porque yo esperaba información relevante y actualizada de México, misma que no llegó.
Pero se pueden rescatar dos puntos importantes con el propósito de reflexionar. El primero es que, debido a la sobrexplotación de los recursos y la emisión de contaminantes, hemos modificado la era geológica en la que vivíamos, para comenzar a transitar hacia una totalmente impredecible: el antropoceno. El segundo es que, aparte del cambio climático, estamos excediendo la capacidad del planeta y tomando riesgos no aceptables, al sobrepasar otros límites que comprometen nuestra permanencia y la de otras especies en el planeta. Estos otros límites son la escasez de agua dulce, la acidificación de los océanos, el agotamiento de la capa de ozono, la pérdida de la biodiversidad por cambio de usos de suelo, la deforestación y la contaminación química.
El cambio climático es una ruleta, se pueden ver las probabilidades y riesgos, pero los efectos aún están por conocerse en el complejo sistema climático.
Afortunadamente hubo otra presentación que me dejó gratamente sorprendido: la de Iniciativa Climática para México, cuya ponente fue Gabrielle Carbonell. Ella nos resumió parte del profundo estudio que realizaron con el objetivo de mostrar los mecanismos con los que la CFE puede transitar de subsidiar a los usuarios por medio del carbón y el petróleo, a un esquema efectivo en el que las casas de todos nosotros se conviertan en generadores de energía mediante páneles solares. Demostraron que con el dinero que en la actualidad se usa para otorgar el subsidio durante 4 años, se podría dotar al 70 % de la población de un techo solar. Este cambio permitiría mitigar la contaminación drásticamente evitando la emisión de 22 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera.
Finalmente vino el cierre con mariachis, esto con el propósito de despedir a Al Gore y cantarle las mañanitas pues unos días después cumpliría 70 años. El Nobel se volvió a colocar frente al atril, y para cerrar nos dejó un discurso muy emotivo de media hora en el que sacó a relucir sus dotes de político. Señaló que el movimiento climático hoy se inscribe en las grandes corrientes sociales, pues de unos pocos que eran hace unos años, ahora ya se está integrando un enorme movimiento mundial. Al cerrar, dijo que estamos a tiempo de aferrarnos a la vida para evitar que el planeta se nos escape de las manos. Podemos decir sí a este cambio y de ello depende el futuro de la humanidad. Entre emociones, aplausos y aclamaciones, los presentes teníamos ya un diploma y un distintivo que nos convertía en nuevos líderes climáticos. Un gran compromiso.
Más allá de los simbolismos, el marketing y la emotividad proselitista, puedo decir que sí creo que en una revolución energética, y que es lo único que puede dejar a los combustibles fósiles enterrados en donde deben seguir y sobre todo que nos impida continuar con la demencia destructiva y contaminante de las nuevas técnicas de extracción como el fracking. El nivel de desarrollo e investigación que hemos alcanzado nos permite ir más allá, debemos dejar de esconder la suciedad debajo del tapete y hacernos responsables por lo que ocasionamos en el gran útero en el que vivimos, Pacha Mama, Gea, Tierra.
EL COSTO REAL DEL CARBONO
1. Escasez de agua.
2. Sequía, pérdida de tierras agrícolas y hambrunas.
3. Daños por tormentas, inundaciones y aludes de lodo.
4. Pérdidas de infraestructura y riesgo de vidas.
5. Inestabilidad política y social.
6. Refugiados climáticos.
7. Pérdida de la biodiversidad y extinción de especies.
8. Descongelamiento de glaciares e incremento del nivel del mar.
9. Acidificación del océano y muerte de vida acuática.
10. Deterioro de la calidad del aire.
11. Aumento de enfermedades infecciosas.
12. Incremento de incendios forestales.
13. Modificaciones en nuestra forma de vida.