La reina de Inglaterra ya ha abandonado el palacio de Buckingham, junto a su querido dorgi, y se ha refugiado junto a su marido, Felipe de Edimburgo (que llegó en helicóptero desde Sandringham, en donde se estaba recuperando después de un ingreso en el hospital), en Windsor, después de que decidiese adelantar su presencia allí tras la crisis sanitaria en la que vivimos inmersos.
Mientras tanto, su hijo, el príncipe Carlos, se ha recluido durante cuatro meses, y con el príncipe Harry en Canadá, solo queda el príncipe Guillermo, que será el que se encargue de cumplir las funciones que, en circunstancias normales, llevarían a cabo su padre y su abuela.
De hecho, hace una semana, el duque de Cambridge se reunió con Isabel II para revisar su agenda, ya que entonces, la monarca anunció que se limitaría a celebrar audiencias privadas en Palacio. Él es el segundo en la línea de sucesión; es joven y su salud resulta envidiable. De todas maneras, si su mujer, Kate Middleton se quedase embarazada o hubiese algún otro contratiempo, Palacio tendría que pedirle a Harry que actuase en su lugar. Aunque, por el momento, eso aun no ha pasado.