- La CNDH, en manos de Rosario Piedra, por medio de su reelección institucionalizada, se perfila a un desmantelamiento, con los objetivos de cambiarle el nombre a Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo, retomar el proyecto de fusionarla a la Secretaría de Gobernación y quedarse una década más al crear una nueva institución
La reelección institucionalizada, de Rosario Piedra Ibarra, por un lustro extra al frente de la CNDH es apenas el inicio de un plan de desmantelamiento del organismo autónomo, con 34 años de existencia, para abrirle paso al proyecto de la Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo.
En esta nueva versión de la CNDH se abre el paso a la permanencia, por al menos de 10 años, de Rosario Piedra y su grupo político al frente del organismo, ya que su interés es consolidar el proyecto de llevar a la defensoría a volver a su origen de integrarse a la Secretaría de Gobernación.
Desde el 26 de septiembre de 2020 en una reunión con los padres de los estudiantes normalistas desaparecidos, de Ayotzinapa, el ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador vislumbró el futuro de la comisión nacional de los derechos humanos.
“Antes la Secretaría de Gobernación era la secretaría del autoritarismo, de la represión; ahora es la secretaría que protege a los que son víctimas de atropellos y de abuso de autoridad; es la secretaría de la defensa de los derechos humanos, es parte de los cambios que se han venido dando en el país”, expresó en ese momento.
Posteriomente, Rosario Piedra, obediente al gobierno, configuró el proyecto: “Estamos convencidos de que es necesario que la Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo emerja como una institución nueva”.
A lo largo de cinco años, Rosario Piedra en mancuerna con el secretario Ejecutivo, Francisco Estrada comenzaron con darle prioridad a un proyecto político y no a los resultados técnicos en la defensa de los derechos humanos. Los resultados son una CNDH adormilada.
La alineación a la cuatroté marcó los primeros cincos años de administración de Rosario Piedra frente a la CNDH. Todo bajo el sesgo político fue la motivación del proyecto de derechos humanos.
“Somos el único órgano constitucional autónomo que ha emprendido su transformación por iniciativa propia para dejar atrás ese esquema que nos impuso el neoliberalismo y crear otra institución que realmente le sirva al pueblo mexicano”, atajó.
La CNDH en un lustro, en manos de Rosario Piedra y Francisco Estrada se encuentra distorsionada en su esencia. Es un apéndice del gobierno de la cuatroté y aun así trazaron un plan de reelección con solo el cambio de membrete y con personajes de oscuros intereses a su alrededor.
A final de cuentas su proyecto movimiento que se presume en lo cosmético es el cambio de membrete y en lo político ampliar su presidencia y estancia en las oficinas de San Jerónimo por 15 años.
Esto incluye mantener en el cargo a Francisco Estrada, secretario Ejecutivo, como el encargado de las negociaciones políticas formales y extraoficiales en torno a este plan de defensoría del pueblo.
Ya concluyó el primer periodo de cinco años y se traza el nuevo modelo y para impulsarlo; se queda Rosario Piedra cinco años más y con el cambio la posibilidad de mantenerse otros cinco serán su objetivo para consolidar su supuesto proyecto.