Hoy se celebra el Día Mundial de la Filosofía, desde la antigua muchos pensadores, científicos, entre otros afirman que es la raíz de la reflexión de nosotros, de las cosas, del mundo y más.
La Filosofía viene del griego phílosophía, significa “el amor a la sabiduría”, es la ciencia encargada de estudiar la naturaleza de la realidad y de la existencia, conocer lo que nos rodea, el comportamiento bueno y malo, es muy importante para entender al ser humano, al igual que darle sentido a la vida misma.
En la actualidad no tiene la importancia o el valor necesario, es considerada pòr muchos como un pasatiempo, algo no necesario, pero la realidad es diferente, es fundamental para entrar al mundo laboral. Sólo será obligatoria en 1º de Bachillerato.
Una de las críticas habituales que se hace a la filosofía es que no hay progreso: llevamos más de dos mil años haciéndonos las mismas preguntas sin llegar a ninguna conclusión. ¿Por qué necesitamos seguir insistiendo con ellas? ¿Alguna vez sabremos lo que es la justicia, por qué hay algo en lugar de no haber nada o si somos de verdad libres?
Pero en realidad, y como recuerda Marina Garcés en Filosofía inacabada, no estamos dándole vueltas a los mismos temas: el discurso filosófico se ocupa de “problemas para los que siempre necesitamos forjar nuevos conceptos. No porque no tengan solución, sino porque cambian de situación existencial y de contexto histórico, social, cultural y político”.
En ética, por ejemplo, hay que mencionar los esfuerzos de Peter Singer por los derechos animales, años antes de que se popularizaran movimientos sociales en este sentido, además de su trabajo para aumentar las donaciones a países del tercer mundo. Todo eso tras estudiar estos problemas desde un punto de vista filosófico y haciéndose las mismas preguntas éticas que nos hemos hecho a lo largo de la historia.
Y si hablamos de política y economía, gran parte del debate de las últimas décadas ha venido marcado por las ideas sobre la justicia distributiva de John Rawls y la respuesta, desde el liberalismo, de Robert Nozick, ambos filósofos.
Además de todo esto, a menudo también es necesario reflexionar sobre problemas completamente nuevos, como hacen, por ejemplo, Nick Bostrom con la inteligencia artificial y Byung-Chul Han al preguntarse cómo la tecnología influye en la sociedad contemporánea.
Es decir, la filosofía no se encarga de preguntas sin respuesta, sino que, como nos dice Cortina, se ocupa de “las preguntas que nos constituyen como seres humanos. Si dejáramos de planteárnoslas, perderíamos nuestra humanidad”. Cortina además apunta que sí hay progreso y que ha dado “una gran cantidad de respuestas que conviene conocer porque sirven realmente para vivir mejor”. Como recuerda Garcés, “pensar es repensar, pero no de cero”. Hay un diálogo constante con la tradición.