Hoy recordamos la explosión de San Juanico hace 35 años, donde hubo más de 500 muertos, 1000 personas heridas, 300 con quemaduras de primer grado y 60 mil personas evacuadas, donde la tragedia tuvo lugar en la madrugada , un día que cambio miles de vidas tras la tragedia.
Aún en la actualidad continúan luchando por lograr sacar las gaseras del lugar, además de contar con rutas de evacuación pertinentes para emergencias, con paso libre de ambulantaje, ya que cuenta sólo con una salida para carros en la calle de Benito Juárez y cuenta con 3 accesos peatonales pero con puestos de ambulantes que obstruyen su libre movimiento.
La tragedia no comenzó el 19 de noviembre de 1984, sino desde meses atrás, en los que era común que los habitantes percibieron olores a gas y echarán a correr a la autopista México-Pachuca. Esa madrugada, la primera explosión ocurrió a las 5:40, minutos después hubo una segunda y luego siguieron otras 11 de diferentes magnitudes durante alrededor de hora y media. Fue hasta las 10:00 horas cuando se registró la última.
Los sismógrafos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) registraron ocho explosiones de gran magnitud. Se lamenta la indiferencia de las personas que no exigen mejores condiciones de seguridad en la zona, y las nuevas generaciones no saben qué fue lo que pasó. “Eso se pudo haber evitado, la única forma de no repetirlo es recordarlo”.
Los recuerdos de las cenizas
José Espinoza tiene 87 años de edad, se desplaza de un lado a otro con la ayuda de una andadera, tiene pocos dientes y no oye ni ve bien, pero se acuerda de lo ocurrido ese día.
“Me levanté a hablarle a mi familia y reventó una esfera, la explosión me aventó como tres metros de alto, me quebré el hombro, la clavícula se me cruzó por el tórax y todavía no me deja comer, la cintura y las rodillas pajuelearon”.
Él no confía en los médicos, así que fue a que le sobaran para acomodarle los huesos, “ya no veo, no oigo y me cayó en el cuerpo un tanque de gas, todo mi cuerpo está resquebrajado, ese día pensé que nos íbamos a morir y me puse a pedirle a Dios por todos”.
De mi casa no quedó nada más que al Cristoal que le recé esa mañana, las calles eran ríos de gente tratando de salir y el Río de los Remedios era de lumbre, muchas personas se aventaban o se caían “eso no era agua, era un zurco de lumbre que venía del río por el gas”, explicó.
Heriberto Silva vive en la colonia del Tanque, en la parte alta de San Juanico, en la actualidad su casa tiene una panorámica sin igual, aunque hace 35 años vio cómo una especie de sol iluminaba el valle poco antes de las seis de la mañana. Con 50 años viviendo en San Juanico y 80 de edad, vió pasar a personas cargando animales, televisores, muebles, y otros gritando de dolor ante las quemaduras.
“Pasaban pidiendo pomadas para soportar sus dolencias, yo también salí de mi casa y lo único que agarré fue a mis cuatro niñas y mis papeles, nos fuimos hacia el cerro, olía a gas y a cuerpos quemados, olía más a gas, pero las quemaduras de las personas tenían un olor”.
Abel Carrillo, Fernando Ruíz, Dolores Burgos y Noé Hernández son parte de la organización Conciencia Ciudadana Ixhuatepec, dedicada desde hace tres años a organizar actividades culturales en el lugar.
“A muchos ya se les olvidó, nos hemos vuelto apáticos y las nuevas generaciones no saben, ni siquiera se acuerdan pero están expuestos a lo mismo que nosotros estuvimos, hay mucha gente que lo que quiere es olvidar, nosotros seguimos en la lucha para ver qué podemos hacer”, comentó Abel.
Añadió que la mayor parte de las personas que viven ahí tienen el recuerdo en carne viva, “ cada uno podría contar su propia historia, pero todos coinciden en que esa madrugada todo voló en pedazos, incluso las noticias de aquellos días versaban sobre ´Desaparece San Juanico´” .
Los vecinos de San Juan Ixhuatepecreconocen que la tragedia sentó un precedente sobre la solidaridad de los mexicanos. Si bien el pueblo de San Juan no figuraba en ese tiempo ni en el mapa de la Guía Roji, llegaron camiones enteros con ayuda para los habitantes del pueblo que quedó sepultado entre las cenizas.
Antes de las seis de la mañana, Margarita Hernández dejó a sus hijos dormidos para ir por leche. De pronto todo se puso rojo, hubo mucho calor y la gente comenzó a correr: “San Juanico” había desaparecido de la faz de la tierra, decían las noticias de ese día, pero ella y sus hijos estaban ahí, entre la quemazón, el olor a gas y gente con la piel hecha jirones buscando salir como fuera de aquel infierno.
Era la madrugada del 19 de noviembre de 1984, tan solo la noche anterior, los vecinos de San Juan Ixhuatepec -fundado desde tiempos prehispánicos en el Estado de México- habían reportado a las autoridades un fuerte olor a gas, pero nadie hizo caso y fue hasta esa madrugada cuando todo voló en pedazos.