La “computadora humana”, es como le decían a Katherine Johnson. Sus cálculos y operaciones permitieron enviar humanos al espacio de forma segura y dar a Estados Unidos el liderazgo en la carrera espacial con la Unión Soviética.
Durante casi toda su vida, sus investigaciones sobre los viajes espaciales pasaron desapercibidas, y no fue hasta hace poco cuando obtuvo el reconocimiento nacional.
Johnson, una matemática pionera que, junto a un grupo de brillantes mujeres negras hicieron posible los viajes espaciales de Estados Unidos, murió esta semana a la edad de 101 años.
La NASA anunció la muerte de Johnson este lunes.
Johnson formó parte del “Computer Pool” de la NASA, un grupo de matemáticos cuyos datos impulsaron las primeras misiones espaciales exitosas de la NASA. El éxito del grupo dependió en gran medida de los logros de las mujeres negras que formaban parte de él.
Su trabajo no fue reconocido en gran medida hasta el estreno de “Hidden Figures” en 2017, una versión cinematográfica de los logros de Johnson cuando la agencia espacial todavía estaba segregada.
Un talento precoz
Johnson nació en White Sulphur Springs, Virginia Occidental, en 1918. Su talento para las matemáticas quedó patente enseguida, y fue una de las tres estudiantes negras elegidas para los posgrados de las universidades de Virginia Occidental, según su biografía en la NASA.
Comenzó su carrera como profesora pero su mayor interés era la investigación matemática.
Tras un decreto que prohibió la discriminación racial en la industria de defensa, Johnson fue contratado en NACA, el Comité Asesor Nacional de Aeronáutica y predecesor de la NASA. Ella fue una de las varias investigadoras negras con títulos universitarios contratadas por el laboratorio aeronáutico de la agencia a través de la iniciativa.
Comenzó en 1953 en el ala segregada para mujeres de la instalación antes de ser transferida a la División de Investigación de Vuelo, donde permaneció varios años.
Pero a mediados de los años 50, la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética comenzó a intensificarse. También la carrera de Johnson.
Se le encargó realizar análisis de trayectoria para la misión de Alan Shepherd de 1961, el primer vuelo espacial humano estadounidense. Fue coautora de un artículo sobre la seguridad de los aterrizajes orbitales en 1960, la primera vez que una mujer de la División de Investigación de Vuelo recibió crédito por un informe.
A pesar de que solía ser la única mujer en las reuniones, enseguida se hizo famosa por su precisión. John Glenn solicitó su ayuda antes de su órbita alrededor de la Tierra en 1962. Glenn era escéptico con las computadoras que calculaban la trayectoria de su nave espacial, por lo que le dijo a los ingenieros que “trajeran a la chica” y compararan sus cálculos manuales con los de la computadora.
“‘Si ella dice que están bien, entonces estoy listo para irme”, recordó Johnson que dijo Glenn.
Ella dio su visto bueno, y el vuelo de Glenn fue un éxito. Su misión, y el papel de Johnson en ella, ayudó a Estados Unidos a liderar la carrera espacial.
Para cuando Johnson se retiró de la NASA en 1986, había trazado el mapa de la superficie de la luna antes del aterrizaje de 1969 y ayudó a los astronautas a bordo del Apolo 13 a aterrizar de forma segura en la Tierra.
Su trabajo fue ignorado durante décadas
Después del lanzamiento del libro “Figuras ocultas”, que se publicó en 2016 y se adaptó al cine al año siguiente, Johnson recibió muchos elogios de las autoridades, junto a sus compañeras matemáticas negras del Computer Pool, Dorothy Vaughan y Mary Jackson.
La NASA cambió el nombre de una instalación en homenaje a Johnson en febrero de 2019. Una calle frente a la sede de la NASA en Washington pasó a llamarse “Hidden Figures Way” en honor a las tres mujeres en julio. Y en noviembre, las tres matemáticas y la ingeniera Christine Darden recibieron Medallas de Oro del Congreso por sus contribuciones a los viajes espaciales. Vaughan y Jackson recibieron las suyas a título póstumo.
En 2015, el presidente Barack Obama honró a Johnson con la Medalla Presidencial de la Libertad por su labor fundamental para los viajes espaciales.
Pero antes de todo esto, la labor de Johnson pasó desapercibida. En la década de 1960, a ella y a sus colegas las conocían en la oficina como “computadoras con faldas” y trabajaban en una instalación segregada.
Los elogios a su trabajo llegaron tarde, pero Johnson nunca quiso llevarse todos los elogios. “Siempre trabajamos en equipo”, dijo en una entrevista en 2010. “Nunca es una persona sola”.