La joven de 23 años estaba en la cima de su carrera.
Era la “reina del tex-mex”, género musical que combina los ritmos populares de México y Texas (EE.UU.) y que definió su carrera iniciada cuando apenas tenía 10 años de edad.
Vendía millones de copias de sus cinco álbumes y estaba por lanzar uno más cuando su voz fue apagada.
Yolanda Saldívar, la fundadora y presidenta del club de fans de la artista, se convirtió además en su asistente personal y gerente de ventas de su marca, Selena Etc.
Pero después de cuatro años de colaboración, la relación se había deteriorado.
En medio de una discusión, la mañana de aquel 31 de marzo, Saldívar disparó un revólver calibre .38mm que dejó herida de muerte a la cantante, como se determinó posteriormente en el juicio.
Saldívar declaró desde un principio que sí disparó en contra de su “hija”, como la llamaba.
Pero desde entonces ha dicho que fue por accidente y que su motivación guarda un secreto que no ha querido revelar
La mujer que se declaraba fan número uno de Selena fue hallada culpable del asesinato de la artista y fue sentenciada a cadena perpetua con posibilidad de optar a la libertad condicional en 2025.
Pero ¿qué pasó aquella mañana de marzo de 1995?
La noche anterior
La relación entre Selena y Saldívar comenzó en 1991.
En aquel año, la mujer de 31 años se acercó al padre y manager de la cantante, Abraham Quintanilla Jr., para proponerle la creación de un club de fans del que ella misma fue nombrada presidenta.
El club acumuló seguidores rápidamente y el trabajo de Saldívar la acercó cada vez más a Selena, quien con el tiempo la llegó a considerar su asistente personal y luego encargada de negocios, entre ellos los de su marca de moda Selena Etc.
“Hacía cualquier cosa que se necesitara hacer por Selena”, dijo Chris Pérez, el esposo de Selena, en una entrevista a la BBC en 2014.
Patricia Sulbarán, corresponsal de BBC Mundo en Los Ángeles
En una de las escenas de la ya icónica película biográfica “Selena” (1997), el padre de la joven cantante [interpretado por Edward James Olmos] le dice en inglés: “Ser mexicano-estadounidense es difícil. Los anglos te saltan encima si no hablas inglés perfectamente y los mexicanos te saltan encima si no hablas español perfectamente (…). Tenemos que saber de John Wayne y de Pedro Infante“. A 25 años de su muerte, Selena todavía representa “ese puente entre culturas, de alguien que va cambiando entre dos idiomas y que no vemos tan a menudo en los medios”, dice el profesor Nathian Shae Rodríguez, quien enseña una cátedra sobre la ídolo tejana en la Universidad Estatal de San Diego.Selena reconocía en entrevistas en español que no dominaba este idioma a la perfección y que, de hecho, todavía lo estaba aprendiendo. Se dice que tuvo que entrenarse más en esa lengua al interpretar canciones en español para un público muy amplio que se dividía entre México y Estados Unidos.Quizá sin saberlo o intencionalmente, la cantante encarnó en el ámbito público una realidad de millones de personas en Estados Unidos, especialmente jóvenes de primera, segunda o más generaciones nacidos en el país angloparlante, pero de origen latinoamericano o mexicano. “Ella mantuvo su autenticidad en cuanto al tema del lenguaje y eso fue lo que más me atrajo, que no se excusaba por ser quien era”, dice Rodríguez, quien creció en una familia hispanohablante que le insistió en hablar inglés siempre para aclimatarse mejor a la “cultura estadounidense” y ser más exitoso en la escuela.”El hecho de que Selena no hablase bien español la convirtió en un punto de identificación predilecto para una minoría que se sentía cada vez menos arraigada en sus países de origen y más arraigada en Estados Unidos y sentía una ambivalencia y tal vez una vergüenza, una sensación de haber perdido el ancla”, dice Ilan Stavans, sociolingüista. “Ella es un símbolo del spanglish“, añade.Ese simbolismo sigue vigente para personas como Maya Murillo, comediante de 27 años del portal latinx Pero Like, que ha protagonizado varios videos específicamente sobre Selena.”Ella fue la primera persona que vi que representaba cómo me sentía, el ser ‘pocha’”, dice sobre un término por lo general peyorativo que se refiere a los mexicano-estadounidenses asimilados a la cultura de EE.UU.
Sin embargo, para inicios de 1995 las cosas entre Selena y su asistente ya no estaban tan bien.
En marzo de ese año Saldívar fue destituida del club de fans y apartada del manejo de los negocios, algo que la mujer sostiene que fue por instrucciones de Quintanilla y no por un deterioro en la relación con Selena.
La cantante estaba grabando su siguiente álbum en la ciudad de Corpus Christi, en Texas, aquel 31 de marzo.
Saldívar llegó ahí luego de un viaje a Monterrey (México) y se hospedó en la habitación 158 del hotel Days Inn.
La noche del 30 de marzo, Selena y su esposo, Chris Pérez, fueron a ver a Saldívar para que la mujer entregara documentos de sus negocios que aún estaban bajo su poder, según las investigaciones.
Pero Selena luego se dio cuenta de que Saldívar no le entregó todo lo que ella le había solicitado, por lo que la llamó y acordaron verse a la mañana siguiente.
En el diálogo, Saldívar le aseguró que había sufrido una agresión sexual en su viaje a Monterrey, por lo que Selena aceptó llevarla a un hospital para ser atendida al día siguiente.
El ataque a Selena
El 31 de marzo, Saldívar y Selena se vieron alrededor de las 09:00 horas y acudieron al hospital de Corpus Christi donde un médico determinó que no había signos de violencia sexual como aseguraba la mujer.
La situación enfadó a Selena, quien llevó a Saldívar al hotel Days Inn para que, finalmente, le entregara todos los documentos que tenía en su posesión.
Según la acusación presentada en el juicio, en la habitación 158 ambas comenzaron una discusión alrededor de las 11:00 horas.
Selena le exigió los documentos; quería marcharse del lugar, pues la esperaban en un estudio de grabación para continuar el trabajo de su nuevo disco.
A las 11:48, la cantante intentó salir de la habitación, pero Saldívar tomó un revólver Taurus .38mm y accionó el arma: un disparo alcanzó a Selena en el costado derecho de la espalda.
La herida le hizo perder mucha sangre desde el principio, como los fiscales mostraron con evidencias fotográficas y con las declaraciones del detective Paul Rivera y otros testigos, entre ellos empleados del hotel.
Aun así, la joven de 23 años pudo salir para pedir ayuda y se desplazó casi 100 metros hasta llegar a la recepción del hotel en donde finalmente cayó.
Sus minutos finales
Mientras Saldívar corría a su camioneta roja con el arma en mano, Selena yacía en el lobby del hotel.
El paramédico Richard Fredrickson fue el primero en atenderla y descubrir “un agujero de bala en la parte superior del tórax derecho”; al buscar signos vitales notó “espasmos” musculares, pero no pulso ni respiración.
De inmediato fue trasladada al hospital Corpus Christi’s Memorial, donde el doctor Louis Elkins la encontró en la sala de emergencias a las 12:05 del mediodía.
El médico declaró en el juicio que para entonces “no había actividad” detectable en el cerebro de la cantante, además de que “no respiraba por sí misma”, y que tampoco tenía signos vitales.
“La mayor parte de la sangre que tenía en su cuerpo la había perdido”, expuso.
Una hora después, Selena Quintanilla fue declarada muerta.
Saldivar, condenada
Después del disparo, Saldívar corrió a su camioneta GMC en donde se atrincheró durante casi 10 horas con el arma en la mano y amenazando con quitarse la vida.
Un equipo de negociadores trató por ese largo periodo que se rindiera.
A las 21:30 finalmente se entregó y unas horas después rindió su primera declaración formal ante el detective Rivera.
En principio, Saldívar dijo: “Apreté el martillo y apreté el gatillo y le disparé [a Selena] mientras caminaba“, versión de la que luego se desdijo.
“Saqué el arma de mi bolso y Selena comenzó a caminar hacia la puerta. Le dije que cerrara la puerta. Ella salió corriendo y no sé a dónde fue. La busqué pero no pude encontrarla”, señaló al corregir su primera declaración, ya sin mencionar si accionó o no el arma.
Rivera declaró sobre las contradicciones de la acusada: “Le dije que acababa de decir que apretó el gatillo y ella dijo: ‘Es correcto‘, y luego firmó la declaración”.
Entre las posesiones de Saldívar halladas en la habitación 158 había balas para el revólver .38mm y algunos objetos personales.
Compró el arma en una tienda de San Antonio (Texas) el 15 de marzo, dos semanas antes del asesinato de la cantante, como consta en recibos de la tienda donde la adquirió.
En el juicio celebrado en octubre de 1995, las pruebas y testimonios presentados en su contra llevaron al jurado a declarar a Saldívar culpable de homicidio en primer grado.
Desde entonces, la mujer ha ofrecido más versiones de lo ocurrido.
Una de las más amplias fue la que le contó a la periodista María Celeste Arrarás en la primera entrevista que condió tras ser encarcelada.
Aseguró que Selena tomó su bolsa y la vació en la cama. Tras discutir, relató Saldívar, tomó el arma y se la colocó en la sien como amenaza de suicidio: “Le dije ‘quiero que te vayas hija mía, vete’ y no se quería ir, no se quería ir”.
“Entonces yo hice la cosa para atrás [el gatillo] y le dije ‘quiero que te vayas’. La puerta estaba abierta. Iba a cerrar la puerta. Le dije ‘no-cierres-la-puerta’. Cuando le dije, se me fue el tiro. Me quedé en shock”, sostuvo.
“Fue un accidente. Yo no soy una asesina a sangre fría”, dijo.
Desde entonces Saldívar ha hecho diversas apelaciones infructuosas y ha sostenido en diversas entrevistas que lo ocurrido fue por guardar un “secreto” de la cantante que algún día se conocerá, le dijo a la periodista Arrarás.
Su familia rechaza esto.
“Tu fuente es una persona que mató, asesinó a sangre fría a mi hermana, le disparó en la espalda y la dejó tirada muriéndose”, dijo Suzette, la hermana mayor de Selena, en un efímero video en redes sociales en 2018.
Aunque fue condenada a cadena perpetua, Yolanda Saldívar tiene derecho a pedir libertad condicional en 2025.