JOSÉ OROPEZA GARCÍA
En este sector, los avances tecnológicos suceden todos los días.
Y las nuevas tecnologías de hoy, en un par de años, obligan a la industria y reguladores a tomar decisiones sobre los alcances, regulación y manejo de diversos aspectos de cada nueva tecnología. Con frecuencia, unos años después, las tecnologías que se regularon de una forma resultan excesivas o insuficientes.
Hace unos años atrás, vimos la aparición, regulación y evolución de tecnologías como Internet (y el acceso a Internet), television por Internet (como IP-TV, OTT, streaming, etcétera), aplicaciones de voz, video o texto por datos (como Facetime, Skype, Whatsapp, Telegram, etcétera).
Pero en muchos casos, cuando se comenta o discute una nueva tecnología que apenas inicia, es fácil encontrar alguna amenaza común: el funcionario con una confianza ciega en su propio conocimiento.
En fechas recientes, hemos tenido conversaciones, presentaciones o discusiones sobre temas como servicios OTT, Bitcoin (y Blockchain), Big Data, inteligencia artificial, drones, redes de próxima generación, redes autogestionadas, cómputo en nube o distribuido, etcétera y, en general, los participantes tienen una sana dosis de dudas. En muchos casos, todos debemos reconocer que nadie puede saber con certeza qué usos, alcances, oportunidades o riesgos tienen o surgirán en el desarrollo de cada nueva tecnología, plataforma o aplicación.
Es normal desconocer los alcances y riesgos de las nuevas tecnologías, y en ocasiones, en este tipo de temas, las autoridades deben tomar decisiones sin tener información completa, simplemente porque no existe aún. La gran mayoría de expertos y autoridades reconocen esta limitación natural del trabajo de los reguladores. Y la gran mayoría aceptamos esta realidad, con la confianza de que los reguladores y autoridades tienen una sana claridad de los desconocidos ineludibles en cada caso.
Pero en algunos casos, es frecuente encontrar esa bestia fantástica, que es el funcionario, servidor público o asesor, con una fe ciega en su propia sabiduría.
Ese personaje que sabe, cuando todos aún tratan de entender, y que tiene total seguridad de que ningún cambio, avance o descubrimiento podría modificar su opinión y, por lo tanto, no necesita, ni prevé corregir sus acciones o decisiones en el futuro.
Este tipo de personajes son villanos particularmente temibles, porque la persona que nunca duda, siempre logrará equivocarse. Los humanos somos seres de errores y aprendizaje, y para tener siempre la razón, debemos reconocer nuestros yerros todos los días.
Especialmente cuando se habla de nuevas tecnologías, sólo una persona con una confianza suprema podría pensar que tiene toda la información relevante que existe o puede existir, o pensar que no la necesita para tener una opinión informada y adecuada.
Principalmente con las nuevas tecnologías, es necesario estar dispuesto a aceptar nueva información y a ajustar nuestras opiniones y decisiones previas a la nueva realidad.
De otra forma, cada decisión de la autoridad sólo logrará sembrar problemas que a futuro harán más compleja su labor o dañará a la industria que debe regular.