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Ciberespionaje en la pantalla

Con el desarrollo de las tecnologías de la información y el Internet, el cine de espías adquirió nuevos elementos, así la vigilancia cibernética y el hackeo se integraron a sus argumentos
03 de Julio 2017
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POR JAVIER PÉREZ

 

Si bien el espionaje de los gobiernos a sus ciudadanos incómodos no es un tema nuevo en el séptimo arte –estuvo presente en un clásico de la literatura, la distopía de George Orwell 1984, llevada al cine por Michael Radford– y ha sido una típica actividad propia de gobiernos abierta o soterradamente totalitarios, hoy que podemos estar comunicados con el mundo hasta cuando vamos al baño, dicho espionaje se multiplica y resulta un atentado aun más grave contra los derechos civiles más elementales si no hay un motivo válido de seguimiento.

Sin embargo, con leyes redactadas de manera ambigua, la vigilancia es como un cheque en blanco. Edward Snowden, quien era analista de la CIA y de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, y filt30ró información sobre la vigilancia hecha en ese país, reveló en una entrevista con John Oliver para su programa Last Week Tonight (episodio 8 de la segunda temporada) cómo funciona tal espionaje y hasta dónde puede llegar. Algo aterrador.

El cine no ha soslayado los temas del espionaje cibernético ni del hackeo, decíamos, y los ha incorporado a sus tramas. Hay, incluso, ejemplos anteriores a la existencia de las computadoras personales, los cuales han explorado el tema de los regímenes totalitarios que mantienen amenazada a la sociedad mediante una vigilancia sistematizada, que incluye una meticulosa red de informantes, en películas como Fahrenheit 451 (1966), en la que François Truffaut adaptó la espléndida novela de Ray Bradbury sobre un bombero dedicado a quemar libros, prohibidos por el sistema, hasta que se cansa y se rebela. O en Brasil (1985), fenomenal parodia de Terry Gilliam sobre la burocratización más abyecta. Una de las historias más conocidas sobre la cibervigilancia es The Matrix (1999, con continuaciones en 2003), en la cual los entonces hermanos Wachowski presentaban a Thomas Anderson (Keanu Reeves), un programador de una importante empresa de software y hacker conocido como Neo, quien averigua que el mundo no es lo que parece y lo contactan Morfeo (Lawrence Fishburne) y su grupo, quienes le revelan que la humanidad ha sido sometida por las máquinas.

Sin el toque distópico se encuentran filmes como Juegos de guerra (1983), en el que un jovencísimo Matthew Broderick interpreta a un hacker muy ducho que, con un disco de cinco un cuarto (los carcamanes como yo saben a qué me refiero), logra colarse a los sistemas de seguridad de EU y casi provoca la Tercera Guerra Mundial. En The Net (1995), Sandra Bullock personifica a una programadora a quien le roban la identidad e intentan asesinar aparentemente por el software que desarrolla. En Hackers (1995), un chico al que el gobierno de EU prohíbe usar una computadora hasta que cumpla 18 descubre junto con sus amigos un virus cibernético que afectará la seguridad mundial, sin embargo, al combatirlo debe sortear al servicio secreto y al creador del virus.

Tony Scott puso el ojo en los peligros del espionaje satelital en manos de políticos corruptos en Enemigo público (1998), en el que un abogado (Will Smith) es el objetivo cuando accidentalmente recoge un dispositivo con información comprometedora para un político.

En Swordfish (2001), Hugh Wolverine Jackman interpreta a un hacker recién salido de prisión, Stanley, quien recibe una jugosa oferta de trabajo en la que sólo tiene que exprimir sus conocimientos informáticos, pero es usado por Gabriel (John Travolta), un terrorista que comete un robo. Incluso al celebérrimo John McClane (Bruce Willis) le ha tocado enfrentar a un hacker, quien controla la energía en Washington D.C. y amenaza al gobierno de EU, en Duro de matar 4.0 (2007).

En Blackhat (2015), Michael Mann crea un thriller sobre la cacería de una peligrosa red mundial de ciberdelincuentes, para lo cual el gobierno de EU recluta a Nicholas Hathaway (Chris Hemsworth, “el Thor” del cine de superhéroes), hacker al que sacan de la cárcel a fin de integrarlo en un equipo de estadounidenses y chinos. Y si bien en películas como El contador (2016) o El aprendiz (2014) las tramas no están centradas completamente en el hackeo o la vigilancia, sin estos elementos no hubieran podido desarrollarse, lo mismo que las cintas sobre Jason Bourne, donde el hackeo de servicios de vigilancia mundiales permite a una oficina de seguridad gubernamental en EU crearlo poco a poco.

En la malograda El intruso (2016), el espionaje es más personal: un joven frustrado usa sus habilidades en el espionaje informático con el propósito de amenazar a la familia de su exjefe. Y en Open Windows (2014), una actriz (Sasha Grey) es ciberacosada por un fan (Elijah Wood).

Y claro, las series de televisión también han puesto el dedo en el tema. En Mr. Robot y en 24 de hecho se ha hablado de la vigilancia gubernamental hacia sus ciudadanos con intereses estrictamente personales para quienes la realizan, pero ese ya será otro tema de análisis en un  artículo posterior porque al parecer esto de los espías, lejos de acabarse, se multiplica dentro y fuera de las pantallas y, por cierto, ¡cuidado!, hasta la misma smart tv que tan bien luce en la sala de nuestra casa podría estar al servicio de algún espía… ahí lo dejamos de tarea.

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