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Actuar es algo necesario

Debutó a los 15 años, ya fue ‘la Julieta’ de Pedro Almodovar y ahora ‘la Abril’ de Michel Franco. Es la actriz española que todos aplaudieron en Cannes: Emma Suárez nos cuenta un poco más sobre sí misma
26 de Junio 2017
Especial
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POR JAVIER PÉREZ

La actriz española Emma Suárez enfrentó una gran complicación para interpretar a Abril, su personaje en Las hijas de Abril: encontrarle la coherencia a un personaje lleno de contrastes y matices. Un personaje sumamente complejo, inestable, con buenas intenciones aunque sin buenas ideas. “Y lleva al extremo sus decisiones, hasta que llega un momento en que se ve desbordada por la realidad”.

Abril es una madre. Ella vive en la Ciudad de México, donde es instructora de yoga, pero un día recibe la llamada de una de sus hijas, Clara, quien le pide que vaya porque Valeria, la menor de las dos, adolescente todavía, está embarazada y decidida a tener el bebé junto con su pareja, el también adolescente Mateo. “Sabía que me enfrentaba a un personaje muy complejo y que iba a pasar por terrenos delicados porque yo también soy mamá. Tratar de comprender a Abril no era sencillo”.

Hay momentos en que Abril resulta verdaderamente odiosa. Uno de ellos es cuando, junto con los papás del chico, firma los papeles para dar en adopción al bebé. “Es una mujer que no ha aceptado el paso del tiempo y que trata de llevar a cabo sus fantasías. Abril vive en otra realidad, también es una mujer egocéntrica. Y por otro lado ella cree que lo que está haciendo es lo mejor para su hija. De alguna manera eso se explica en la película, cuando le dice al principio a Mateo: yo esto lo he vivido y sé que no es fácil”.

La película de Michel Franco, a quien Emma considera un cineasta que crea un cine inteligente y necesario, ganó el premio especial del Jurado de la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes. Es la segunda ocasión que el director mexicano es premiado en esa sección, y la tercera vez que recibe un premio en Cannes.

 

ASUNTO DE VOCACIÓN

Emma Suárez debutó a los 15 años de edad debido a que sus padres la llevaron a una audición. En los años noventa, fue la protagonista de los primeros filmes de Julio Medem, empezó con Vacas (1992), siguió con La ardilla roja (1993) y Tierra (1996). También estuvo en el reparto de El perro del hortelano (1993), de Pilar Miró. El año pasado protagonizó Julieta, de Pedro Almodóvar, y trabajó en La propera pell, de Isaki Lacuesta e Isa Campo. Esas dos actuaciones le permitieron ganar los Goya, el máximo reconocimiento del cine español, en las categorías de actriz: la primera como principal y la segunda como de reparto. Y está filmando la serie de televisión La zona.

“Creo que el trabajo de interpretación para mí significa un camino de conocimiento del ser humano: a través de los personajes que interpreto, conozco un poco más el mundo en el que vivimos y un poco más de mí misma. Los momentos en los que a lo mejor en mi trayectoria he pasado por dificultades, pues hay momentos en los que no tienes tanto trabajo, pues ahí es cuando te das cuenta de que lo que tienes es vocación, pues tratas por todos los medios de provocar que el trabajo surja. O te juntas con compañeros o amigos cineastas y tratas de levantar un proyecto. Yo también he estado trabajando en teatro”.

Ella, me dice entre pausas desde Madrid, busca personajes que reflejen las carencias y conflictos de las personas, de la realidad, de los seres humanos y del mundo en el que vivimos. Y dice que para  interpretarlos necesita su sensibilidad, a la que considera “el instrumento que te permite conectar con las emociones y con el personaje que vas a interpretar. Es el vehículo también para empatizar con el personaje, para defenderlo, sea de la categoría que sea, sin juzgar”.

 

CRECIMIENTO HUMANO

Emma hace una pausa de varios segundos antes de decir que la actuación es una actividad absolutamente necesaria. “Creo que tanto el teatro como el cine, como cualquier medio artístico de expresión, sirve para el crecimiento del ser humano, para el conocimiento. Y también para darnos cuenta de que no estamos solos, que las cosas que les pasan a los personajes es posible que nos pasen a nosotros también en algún momento en la vida. Es un reflejo de la sociedad”.

Ese es el motivo de que le gusten las películas así, comprometidas. “Me implico a menudo en proyectos arriesgados, con cineastas nóveles o independientes o que hacen un cine más alternativo, más de autor, porque son las historias también que me llegan a mí. Con Michel me pasó eso: leí su guion y se creó un vínculo del que no me podía desligar. Fue desde las tripas la necesidad de participar en su película”.

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