A 67 años de su nacimiento, el actor Christopher Reeve es recordado por su papel como Clark Kent, el reportero tímido que se transforma en Superman, el cual desarrolló entre 1978 y 1987.
Nacido el 25 de septiembre de 1952, Reeve estudió en la Princeton Day School, donde ejercía de ayudante del director de la orquesta del instituto, además cantaba en un coro local y trabajó regularmente como actor.
Posteriormente fue seleccionado para estudiar arte dramático en la Juilliard School de Nueva York con Houseman, también trabajó en la serie Love of life, (1974-1976), en la obra protagonizada por Katharine Hepburn, A matter of gravity (1976), y consiguió un breve papel en la película de David Greene, Alerta roja: Neptuno hundido (1977).
El héroe
Sus rasgos físicos similares al “Hombre de Acero”, de los cómics de DC, así como su complexión física y musculatura desarrollada por su afición a los deportes le valieron el papel de “Clark Kent”, para la película de Superman (1978), dirigida por Richard Donner.
Tras el éxito en taquilla de Superman que lo llevó al estrellato, Christopher Reeve rodó otras tres secuelas de la saga Superman II, en 1980; Superman III, en 1983, y Superman IV, en 1987.
Aunque su mayor papel fue como el superhéroe, Reeve también participó en títulos como El reportero de la calle 42 (1987), de Jerry Schatzberg; Interferencias (1988), de Ted Kotcheff; ¡Qué ruina de función! (1992), de Peter Bogdanovich; Las bostonianas (1984) y Lo que queda del día (1993), de James Ivory.
Así como Sin palabras (1994), de Ron Underwood; El pueblo de los malditos (1995), de John Carpenter, o Libre de sospecha (1995), de Steven Schachter.
Y, en los escenarios, en montajes como Fifth of July (1980-1982) o Las bodas de Fígaro (1985). Pero no todo era dicha, ya que Reeve se divorció de su primera esposa en 1987, aunque después volvió a encontrar el amor y cinco años más tarde, en 1992, se volvió a casar con la actriz Dana Morosini, madre de su hijo Will (1992).
En abril de 1997 debutó como director con una película que narra la historia de un joven enfermo de Sida que regresa a su casa para morir junto a su familia. Además, escribió la biografía Still Me, cuya transcripción a disco le valió el Grammy al Mejor Álbum hablado de 1999, al que se suma otro libro publicado en 2002 y titulado Nothing is impossible; Reflections of a new life.
La tragedia
El popular actor sufrió en 1995 un grave accidente al caerse de su caballo durante una competencia en Virginia; se rompió dos vértebras cervicales que le seccionaron la médula espinal.
Desde entonces, Reeve dependía de la respiración asistida para poder sobrevivir, aunque en sus últimos años de vida presentó una leve mejoría, pues logró recuperar el movimiento en un dedo y la sensibilidad en las piernas.
El año pasado, el hijo del actor Matthew Reeve reveló en una entrevista para The Daily Mail el sufrimiento que debió enfrentar su padre, tras caerse de un caballo durante una competencia hípica en mayo de 1995.
“Sabíamos que su vida estaba en peligro, así que fuimos a verlo de inmediato. Su lesión era de las más severas, estaba cuadripléjico, necesitaba respiración asistida y cuidados las 24 horas”, refirió.
Matthew relató que cuando su padre se accidentó, se vieron en la necesidad de decirle: “Esta es tu silla de ruedas, acostúmbrate a ella. No volverás a recuperar el movimiento”.
El heredero del actor, quien en ese entonces tenía 15 años, recordó que su padre al principio se deprimió, pero optó por aceptar lo que sucedió y decidió “enfrentarse a todo y ayudar con las investigaciones contra la parálisis, ya que era un personaje público y podía dar voz. Mi padre tenía una gran esperanza y trabajó incansablemente para recaudar fondos para la investigación”.
Altruismo
En la cima del éxito que alcanzó como superhéroe, Christopher se convirtió en activista y trabajaba en favor de causas sociales, apoyó y contribuyó en las Olimpiadas especiales, asistía como invitado a conferencias, reuniones y daba charlas sobre los problemas sociales, enfermos, discapacitados y personas con parálisis que necesitan ayuda.
También trabajó por el ambiente y visitaba hospitales de niños enfermos cuyos últimos deseos eran conocerlo; además contribuyó con los pioneros de la Fundación Americana de Parálisis.
El intérprete, quien quedó cuadripléjico tras caer de un caballo en mayo de 1995, también fue un activista que reunió fondos y contribuyó en la ampliación de las investigaciones relacionadas con las células madre.
Antes de su accidente, Reeve apoyaba a organizaciones para personas con discapacidad y niños con cáncer; posteriormente creó la Fundación Christopher y Dana Reeve, dedicada a beneficiar a quienes sufren de parálisis o de lesiones en la médula espinal.
El 10 de ocubre de 2004, Christopher falleció de un ataque cardíaco luego de recibir un antibiótico para una infección. En ese entonces su organismo ya estaba deteriorado, susceptible a las infecciones y era tratado por un problema de hipotensión (presión arterial más baja de lo normal) a causa de una sepsis (enfermedad grave que ocurre cuando el cuerpo tiene una fuerte respuesta inmunitaria a una infección bacteriana).