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Efraín Huerta, crítico cinematográfico mexicano

18 de Junio 2020
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El lírico del amor y la rebeldía. El orgullosamente marginado, el proscrito, como él mismo se describía. Efraín Huerta fue el redentor del hombre vital con versos tan tiernos como combativos, tan optimistas como irónicos, con los cuales transfiguró la Ciudad de México, la política y el amor a la mujer, convirtiéndolo en uno de los poetas mexicanos más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

La Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, recuerdan este 18 de junio el 106 aniversario del natalicio del escritor, periodista, crítico cinematográfico e inventor de los poemínimos, creaciones breves de jocosa lectura e irónica interpretación.

En el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, el poeta David Huerta señaló en entrevista que los primeros poemas de su padre, que fueron recogidos en Absoluto amor (1935), contienen la lección del poeta español Juan Ramón Jiménez, caracterizada por su lírica contemplativa y simbolista, para después adentrarse en lo que se conoce como la “poesía comprometida”, parcialmente reflejada en la que es considerada la cima poética de El gran cocodrilo: Los hombres del alba (1944).

“Es un libro en realidad extraño porque en él se conjunta esa herencia postsimbolista con la poesía comprometida que viene de las lecciones de Pablo Neruda, de la incorporación de muchos poetas latinoamericanos a la militancia política, en especial a la militancia en el Partido Comunista”, explicó.

El ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores (2005) expuso que el amor a la mujer es la línea que da continuidad a la obra del autor de Línea del alba (1936), desde Absoluto amor hasta su poema Amor, Patria mía (1980): “La palabra se repite, la experiencia y la visión del mundo a través del prisma amoroso es lo que define, creo yo, la obra de Efraín Huerta”.

El autor de El espejo del cuerpo (1980) consideró que la poesía de Efraín Huerta es muy valiosa no solo porque expresa un momento histórico durante el siglo XX en México, sino porque tiene raíces más profundas en la tradición poética y porque fue capaz de renovar amplias zonas de esa misma tradición, de la mano de influencias tan claras como las de los poetas Raúl González Tuñón, Carlos Gutiérrez Cruz y Pablo Neruda, así como de poetas españoles como Rafael Alberti y Federico García Lorca: “Muchos años después recibió la influencia de poetas incluso más jóvenes que él, como el alemán Hans Magnus Enzensberger y el nicaragüense Ernesto Cardenal”, concluyó.

Poeta multidisciplinario 

Efraín Huerta nació en Silao, Guanajuato, el 18 de junio de 1914. Estudió Leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue fundador de la revista Taller (1938-1941), junto con Octavio Paz, Rafael Solana y Salvador Toscano, y editó los Cuadernos del Cocodrilo (1957-1961).  Presidió la agrupación Periodistas Cinematográficos de México.

En 1977 el gobierno de Guanajuato instituyó el Premio de Poesía Efraín Huerta. Colaboró como periodista, cronista y articulista en innumerables publicaciones, entre ellas El Heraldo de México, Revista de Bellas Artes y Revista Universidad de México. Recibió la orden de las Palmas Académicas del Gobierno de Francia (1945); el Premio Xavier Villaurrutia (1975) por su obra general, el Premio Nacional de Poesía (1976) y el Premio Nacional de Periodismo (1978), entre otros.

En sus 50 años de carrera, Efraín Huerta escribió más de una veintena de poemarios, entre los que destacan Absoluto amor, Los hombres del alba, El Tajín (1935), Poetas prohibidos y de amor (1973) y Estampida de poemínimos (1981). Falleció en la Ciudad de México el 3 de febrero de 1982.

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