POR ALEJANDRO ALEMÁN
Llega el 37 Foro de la Cineteca y, a diferencia de las pasadas ediciones, son tres los carteles que se han diseñado para la promoción de este año. Se trata de tres collages (realizados por Gissela Sauñe, Mayte Sarmiento y Jorge Mares) que forman rostros creados a partir de fragmentos de las películas a exhibirse. La idea es afortunada ya que el hilo conductor en la mayoría de las cintas es justamente ese, la necesidad de sus personajes de ocultar el rostro, la personalidad, y evadirse tras máscaras de distinta índole, anímicas o reales, por gusto o por necesidad.
Se trata de 15 largometrajes, entre largos de ficción, documentales e incluso cine animado, todos provenientes de países como Rusia, China, Francia, Bolivia, Filipinas, Canadá y, por supuesto, México.
Para abrir boca, el foro inicia con una provocación absoluta. La nueva cinta del filipino Lav Diaz sobre la revolución de su país en contra de España ocurrida en 1896. En Canción de cuna para el misterio trágico (2016), el director desmenuza el enfrentamiento revolucionario, no sin mostrar un ojo crítico respecto a esta guerra. La extravagancia radica en que el filme, rodado en blanco y negro, tiene una duración de ocho horas y es justo así como se exhibirá en la Cineteca Nacional. Todo un reto para el espectador.
Son dos las joyas de la corona en esta edición que dejan atrás los juegos de resistencia. En primer lugar México, con el extraordinario documental de Everardo González La libertad del diablo (2016), ejercicio catártico de un país sumido en la violencia donde el director logra que víctimas y victimarios en la llamada “guerra contra el narco” narren a cuadro (siempre con el rostro oculto) sus historias de terror, ya sea aquellos que han sufrido en carne propia la violencia o, en contraparte, la crónica, en viva voz, de quienes la perpetúan. Un documento brutal, desgastante aunque necesario.
Rescatada del olvido de la distribución comercial, la otra joya es la nueva cinta de Jim Jarmusch, Paterson (2016), sobre un personaje del mismo nombre que lleva una vida en apariencia rutinaria: de día es conductor de autobús, en las tardes pasea a su perro y va por un trago al bar, pero de noche aparece su verdadero rostro como escritor de poesía. Jarmusch entrega una de sus cintas más hermosas y hace patente el enorme talento del actor Adam Driver, quien lo mismo puede interpretar al villano en la nueva saga de Star Wars que a un hombre común encerrado en su poesía.
Del lirismo de lo cotidiano a la explosión de lo emocional, en Yo, Olga (2016), los checos Petr Kazda y Tomás Weinreb dramatizan la historia real de Olga Hepnarová, una chica que vivió en una familia sumamente conservadora, no obstante, durante su adolescencia finalmente explotó en su verdadera faz como lesbiana, pero también como psicópata al cometer un asesinato masivo en Praga para después suicidarse. La edición dinámica y la poderosa actuación de la polaca Michalina Olszanska conciben un viaje de violencia extrañamente disfrutable (casi tarantinesco) y a la vez perturbador al estar basado en una historia real.
Sin embargo, no todos los adolescentes abrazan la opción de la violencia. En uno de los barrios menos privilegiados de Francia, el cineasta Olivier Babinet lleva su cámara con el propósito de retratar la vida de un puñado de adolescentes que, mediante su afición a la moda y al estilo, le dan la vuelta al racismo en su propio país. En Swagger (2016), la complicidad entre el director y sus “actores” permite que se rompa la rigidez del género en secuencias donde el cineasta les da la oportunidad a sus protagonistas de brillar en números musicales oníricos.
Otra forma de evasión, menos divertida y mucho más tétrica, es la que se muestra en How Heavy this Hammer (2015). Aquí, el canadiense Kazik Radwanski encuentra un objeto de estudio fascinante: Erwin (Erwin van Cotthem) es un hombre de familia que se evade al jugar videojuegos y ocasionalmente rugby con sus hijos. Cansado del hastío cotidiano, decide divorciarse, sólo para encontrarse en la misma espiral de gris aburrimiento. ¿Documental o ficción? Erwin van Cotthem resulta un extraordinario personaje, lleno de vicios y letargo, en cuya figura se refleja una visión de la masculinidad que trata de huir de toda responsabilidad. Sería divertido a no ser porque parece tan real.
Finalmente, está la última de las transformaciones. En Casa Roshell (2017), la chilena Camila José Donoso explora el cada vez más común fenómeno del travestismo como forma de evasión y relajación de hombres que buscan en el maquillaje y los vestidos una forma de alejar el estrés, dejar el papel tradicional masculino con el fin de abrazar, con gozo, la fragilidad y ternura que presupone lo femenino. Un gozoso documental que va de lo anecdótico a lo reflexivo en torno al papel de la sexualidad como la última gran máscara del ser humano.
No te pierdas ninguna de estas propuestas fílmicas, y recuerda que el 37 Foro de la Cineteca se exhibe del 14 al 31 de julio.