Revista Cambio

A la mierda el foro

POR KATTYA GUTHER

La primera obra para adultos que vio la luz en El Foro Shakespeare fue Abolición de la propiedad, de José Agustín; un presagio quizá de cómo terminarían las cosas. El recinto se clausura porque concentra sus actividades en dos predios con condiciones únicas, dos casas rentadas a dos personas diferentes, y la solicitud de hace dos años por uno de los caseros era entregar las llaves del lugar. No hubo negociación posible, ni como adultos ni como soñadores.

Para cerrar el ciclo de ironías, batallas y aventuras que duró 35 años, se presentó la comedia basada en The playmaker de Thomas Keneally. Una historia donde criminales, prostitutas y mal afortunados son instruidos con el fin de que sean actores; el objetivo es montar una obra y demostrar que el teatro es una actividad elemental en la reconstrucción del tejido social y del ser humano. Un mensaje que, sobre todo bajo las circunstancias de esta última función, es poderoso y valiente.

Presentar una pieza que indaga sobre la redención del ser y el poder transformador del arte, justo como despedida, es más que conmovedor. El bien del país de Timberlake Wertenbaker, es doblemente simbólica al recordar que El Foro Shakespeare creó la Compañía de Teatro Penitenciario, formado por internos de la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla; un proyecto de reinserción social que con nueve años de historia ha tenido mucho éxito.

Foto: Notimex

Fue una fortuna vivir la experiencia de esa última función en donde no quedó una sola butaca vacía. El ambiente era festivo y melancólico, y flotaba en el aire una nostalgia con aroma a ofrenda. Muchos rostros conocidos del gremio acudieron y en todos se sentía la emoción de saborear un último bocado. En el escenario, los actores dejaban el alma en cada diálogo, entregaron el corazón en cada movimiento, como queriendo conquistar un espacio que sabían ya no era suyo.

La obra fue divertida, todos reíamos, hasta que con alguna frase profunda nos regresaban a la realidad de lo inevitable. “Mientras haya vida, habrá esperanza”, se menciona en la obra mientras actores y espectadores compartimos la complicidad de romper la cuarta pared imaginando un mejor país para todos; un lugar al final del arcoíris en donde la cultura y el arte tienen la prioridad que se merecen.

Al concluir la obra, de pie todos aplaudimos mucho; por esa obra, por todas las que vimos antes y también por aquellas que ya no veremos.

Quedan pocos minutos para la media noche y el aplauso es interrumpido con el propósito de convocarnos a ir a la puerta principal del recinto.

Itari Marta y Bruno Bichir, quienes administran y dirigen el foro desde hace 16 años, salen y, sobre sus cabezas, en el marco de la puerta, un reloj inclemente continúa su cuenta regresiva. Demasiados ceros se suman a las expectativas de todos los presentes, más de un centenar de personas acaparamos la fachada y la calle Zamora.

Quedan 000 días, 00 horas, 01 minuto, 46 segundos para que El Foro Shakespeare se vaya a la mierda. Bruno mira al público y nos dice “Bienvenidos todos… a esta triste noche”, termina la frase volteando a ver el cronómetro en reversa que no se detiene. Nos invita a acompañarlos en el conteo regresivo que, aclara, desgraciadamente no es simbólico.

Sólo 1 minuto con 8 segundos, e Itari solicita un minuto de silencio; Bruno mira al cielo, Itari mira al cielo, mira el reloj, mira al frente. Bruno se quita el sombrero con la solemnidad que amerita el momento. Los clics de las cámaras no respetan el pacto, tampoco lo hace la primera persona que comienza a contar 43; ya roto el silencio, lo siguen varios más: 42, 41, 40.

Bruno e Itari se ven, sonríen, y sin decirse nada transmiten emociones encontradas, como dos padres que ven a su hijo partir a la guerra; orgullosos de lo logrado, con la certeza de que se lleva una parte de ellos y ellos una parte de él; con la incertidumbre de si ese hijo regresará como héroe, más fuerte; si regresará.

La cuenta regresiva continúa: 29, 28, 27. Bruno e Itari no dejan de mirar el reloj, no han dicho nada (13, 12, 11). Se acercan los micrófonos y comienzan a contar: 10, 9, 8, 7; con más fuerza 6, 5, 4; levantan los brazos 3, 2, 1… “¡Viva el teatro!, ¡viva el foro!, ¡bravo El Foro Shakespeare, bravo!,” gritamos todos eufóricos. “¡Bravo, Bruno!”, le grita Itari a Bruno. “¡Bravo, Itari!”, le grita Bruno a Itari.

Cesan los aplausos y escuchamos a Bruno que nos agradece por acompañarlos en esa noche de otoño, y nos cuenta, con su peculiar humor, que el Foro Shakespeare abrió sus puertas hace 35 años una noche de epifanía. En el verano de 1983, Héctor Fuentes tuvo un sueño teatral, y con Esther Grinberg convirtió esta casa de la colonia Condesa en el espacio teatral que despedimos. Tras la muerte de don Héctor Fuentes cuyas cenizas siguen en el recinto, Bruno Bichir e Itari Martha entraron a escena dando continuidad a ese sueño.

Dabby Bryant, una divertida joven inculta llena de ilusiones y cosas que contar, es interpretada por Itari Marta; el personaje en algún momento de la obra nos confrontó diciendo que la gente que no tiene imaginación no debería de venir al teatro.

Ya fuera de personaje, afuera del foro, Itari nos vuelve a enfrentar: “La gente que no tiene imaginación, que no tiene sueños no debería salir de su casa… la gente que sí tiene imaginación, o muchos de ellos, aquí estamos reunidos esta noche”, nos dice, agradeciendo la presencia de todos los que la acompañamos en lo que debe de ser un momento muy triste para la actriz, quien toma fuerza con el objetivo de nombrar a cada uno de los trabajadores de El Foro Shakespeare.

Bruno, de manera muy oportuna para la ocasión, citando La tempestad de William Shakespeare, cierra el acto de despedida: “Ahora, nuestro juego ha terminado. Estos actores, como les dije, eran sólo espíritus y se han fundido en la levedad del aire; y, al igual que la ilusoria visión que representaban, las torres que coronan las nubes, las lujosos palacios, los solemnes templos, el gran globo mismo, sí, con todo lo que contiene se disolverán y, como estos desvanecidos pasajes sin cuerpo, no dejarán rastro”.

Bruno hace una pausa, las lágrimas se le atoran en la garganta, y la mano de Itari le acaricia la espalda tratando de animar las palabras atoradas, que una vez dichas se entiende porque habían costado tanto que salieran. “Estamos hechos de la misma materia que los sueños y nuestra breve vida cierra su círculo con otro sueño”, culmina Bruno dejándonos el corazón apretado.

El silencio sólo se rompe cuando atina a regresarnos el aliento con la frase “¡Larga vida al foro Shakespeare!”, y todos soltamos un aplauso. Itari y Bruno se funden en un emotivo abrazo que es musicalizado por el mariachi que entra en el momento preciso: “A dónde irá, veloz y fatigada, la golondrina que de aquí se va, allá en el cielo azul, se hallará extraviada, buscando abrigo y no lo encontrará”, una triste y desafinada canción musicaliza en el momento en que todo el equipo de El Foro Shakespeare se reúne bajo el reloj que ya sólo marca ceros; un recordatorio de que, a pesar de todo, la función debe continuar.