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Abuelo, ¿qué te trajo Quetzalcóatl?

En 1930, la Presidencia de la República lo eligió como una especie de sustituto de Santa Claus.
26 de Diciembre 2016
Quetzalcóatl
Quetzalcóatl

Uno de los dioses más importantes en la cultura prehispánica es Quetzalcóatl (en náhuatl significa “serpiente hermosa”), pero a él no lo utilizaron los españoles para relacionarlo con alguna de sus celebraciones, eso sucedió varios siglos después, en Navidad, por parte del gobierno posrevolucionario mexicano.

A Quetzalcóatl, también llamado “serpiente emplumada”, algunos historiadores lo señalan como la deidad mayor de todos los dioses mexicas y otros aseguran que los mexicas creyeron que Hernán Cortés era Quetzalcóatl, cuando se presentó ante los habitantes de Tenochtitlán; pero en 1930, la Presidencia de la República lo eligió como una especie de sustituto de Santa Claus.

En ese año, la Secretaría de Educación Pública anunció en noviembre que, por órdenes del presidente Pascual Ortiz Rubio, la imagen oficial de la Navidad en México sería Quetzalcóatl, y ese personaje iba a ser el encargado de entregar regalos a los niños durante la Nochebuena.
En esos años, la popularidad de Santa Claus no estaba muy extendida por el país, y más bien era el “Niño Dios” quien se encargaba de entregar regalos durante la Navidad, únicamente en los hogares en donde eso era económicamente posible.

Además, en los años posteriores a la Revolución, se emprendió una campaña para retomar y exaltar los símbolos nacionales, por lo que durante la Navidad parecía no tener sentido un hombre regordete que viajaba en trineo con ropa abrigadora.

Esta decisión provocó burlas en ciertos sectores de la población, como en algunos cartonistas, pero también indignó a otras personas que señalaban en cartas dirigidas a los periódicos que el Gobierno no debía meterse en asuntos privados.

Sin embargo, algunas tiendas y publicaciones, además de marcas como los electrodomésticos General Electric, tomaron la idea para generar campañas publicitarias navideñas protagonizadas por la serpiente emplumada.

El gran desfile

Lo que oficializaría a Quetzalcóatl como la imagen mexicana de la Navidad sería un gran evento que se programó para la tarde del 23 de diciembre, el cual estaría encabezado por el mismo presidente Ortiz Rubio.

El gran espectáculo se llevó a cabo en el Estadio Nacional, un amplio inmueble con capacidad para 60 000 personas que se encontraba en el cruce de las calles Orizaba y Antonio M. Anza, en la colonia Roma, y que fue demolido a finales de los años 40 para levantar el Multifamiliar Juárez y un parque cercano a lo que muchos años fue el Cine Estadio.

Los reportes de prensa de la época describen que, aunque había charros, danzas prehispánicas y chinas poblanas, los Reyes Magos fueron aceptados en el show y hasta acompañaron a la esposa del presidente a repartir juguetes.

Un actor caracterizado como Quetzalcóatl llegó al espectáculo, al que asistieron más de 15 000 personas, y se colocó en la zona principal del escenario, que era la representación de una pirámide prehispánica.

Luego de algunos bailes tradicionales y la repartición de juguetes y ropa a los niños que estaban presentes, el acto cerró con la entonación del himno nacional, y Quetzalcóatl se retiró entre aplausos.

El experimento no pegó en las costumbres de los ciudadanos mexicanos y coincidió con el inicio de otras campañas mundiales protagonizadas por Santa Claus, como la de Coca-Cola, por lo cual la de 1930 fue la única Navidad en la que Quetzalcóatl viajó por los cielos para traer juguetes a los niños.

La fiesta de Huitzilopochtli

En la época prehispánica, los mexicas celebraban cada año un culto en honor al dios Huitzilopochtli (“colibrí del sur” en náhuatl), quien, en su mitología, ordenó que la fundación de Tenochtitlán se llevara a cabo en el lugar donde encontraran a un águila sobre un nopal devorando a una serpiente.

Esta conmemoración a su dios de la guerra se llevaba a cabo en el Templo Mayor durante el Panketzaliztli (en náhuatl: “levantamiento de banderas”), que era el mes 15 del calendario mexica de 365 días.

El mes duraba 20 días y se situaba entre los que hoy serían los días 30 de noviembre y 19 de diciembre del calendario gregoriano, mismos en los que se realizaban todo tipo de actos, desde comidas y juegos de pelota, hasta sacrificios.

Todo esto era para recordar el nacimiento de Huitzilopochtli el 21 de diciembre, y esa fecha coincide con el solsticio de invierno, que para los mexicas representaba que el Sol moría el 20 de diciembre y resurgía, coincidentemente, el 24 de diciembre.

La evangelización y las posadas

Ya en tiempos de la Nueva España, los colonizadores aprovecharon estas semejanzas en los calendarios para crear figuras como las “posadas”.

Los primeros registros de una celebración similar se remontan a mediados del siglo XVI en San Agustín Acolman, Estado de México –a unos kilómetros de Teotihuacán–, cuando el mismo papa Sixto V permitió la celebración en la Nueva España de nueve actos litúrgicos (o misas) que se llevarían a cabo del 16 al 24 de diciembre en la parte exterior de los templos.

Esos actos fueron el inicio también de las representaciones de pasajes bíblicos, hoy conocidas como pastorelas, y de la tradición de romper la piñata y cantar villancicos; sin embargo, su éxito no fue precisamente gracias a la labor de los españoles, sino porque, de esa manera, los indígenas podían celebrar el nacimiento de su dios Huitzilopochtli.

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