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Canciones de vida y muerte

El grupo español Marlango está feliz de regresar a México y presentarse en el Lunario, donde despedirán a los músicos que los han acompañado en sus giras durante 12 años.
23 de Octubre 2017
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POR JAVIER PÉREZ

Leonor Watling (Madrid, 1975) ríe mucho. Está contenta y suelta varias carcajadas cada vez que responde. Ella es la voz y también letrista del grupo Marlango – conformado por Watling y el pianista Alejandro Pelayo–, que se presentará el 26 de octubre en el Lunario del Auditorio Nacional. La de Leonor, actriz que como tal adquirió fama mundial como una bailarina en coma que es violada por su enfermero en Hable con ella (Almodóvar, 2002), es una voz envolvente que encaja perfectamente con el pop, con influencias de jazz y blues, que toca Marlango.

No ha dejado de actuar ni de cantar. Combina ambas actividades, aunque a veces una le ha impedido hacer la otra. “La verdad es que es muy cansado eso de actuar y cantar, y a veces es triste porque tienes que decir que no a algo que te gusta por hacer algo que te gusta. Siempre hago las cosas con la complicidad de Alejandro porque así es como trabajamos. Él, por ejemplo, acaba de sacar un espléndido disco de piano y está bien porque todo lo que hacemos fuera de Marlango también nutre a Marlango”.

El grupo se presenta por cuarta ocasión en el Lunario. La primera vez fue en 2015; en 2016 dio un par de presentaciones, una a mediados y otra hacia el final del año. No lo habían invitado a tocar en México antes porque sus primeros cuatro discos habían sido en inglés, hasta Un día extraordinario (2012), para el cual siguió la recomendación de Fito Páez, y luego El porvenir (2014), material que finalmente lo trajo a México. El 26 de octubre presentará un concierto especial llamado Canciones de vida y muerte.

“Estamos muy contentos de volver, y ahora. Hubo un momento en que no sabíamos si podríamos ir, pero cuando nos confirmaron la fecha, queríamos ir a daros un abrazo y se nos ocurrió la idea de hacer un concierto especial, Canciones de vida y muerte, tanto por lo ocurrido con el terremoto como porque el concierto es muy próximo al Día de Todos los Santos. Son canciones que nos curan, que nos hacen llorar o reír, que nos hacen lo que somos, canciones de todo un poco”.

La visita a México será una etapa de cierre para Marlango. No sólo porque Alejandro y Leonor regresarán a España a encerrarse en el estudio a fin de grabar un nuevo álbum (para el cual únicamente hacen falta algunas letras, comenta), sino porque cambian de alineación. Con algunos de los músicos que los acompañan a las giras y las grabaciones tienen 12 años de complicidad, sin embargo, quieren un cambio total.

Como letrista de Marlango, Leonor dice que es difícil decir qué la inspira. “Es casi cualquier cosa, depende de cómo registro las cosas a mi alrededor. La inspiración puede surgir de una conversación que escucho en la mesa de al lado de un restaurante, de una palabra que me gusta cantar porque me gusta cómo se oye y me transmite una emoción. Las canciones pueden ser ingeniosas, pero siempre deben tener un anzuelo a la realidad”.

Para ella no hay nada como pararse a cantar en vivo. De hecho, dice que la música es un estado superior de conciencia. “Te abandonas. Dejas de ser tú mismo y a la vez eres tú mismo. Es una droga muy difícil de dejar una vez que la has probado. Cuando tocas en vivo tienes contacto con el público, estás tocando y puedes parar una canción y hablar con él. Eso, por ejemplo, no te lo da ni el teatro, donde a pesar de que hay público no interactúas con él. Disfruto la música más allá de cómo me encuentro, va más allá de lo intelectual. Imagina: el bienestar que produce escuchar una canción que te gusta y que además estás interpretando tú. Es increíble”.

En esta época en que el consumo de música se da más por streaming y prioriza la fragmentación de los álbumes, Marlango incluso se ha sentido acorralado en una esquina. Pero eso le ha permitido aclarar su postura. “Con nuestra música queremos sacarte de donde estés, hacerte gozar u olvidar, queremos seguir haciendo discos, queremos seguir vendiéndolos, queremos seguir tocando en vivo. En una palabra: queremos seguir apostando a la vida”.

—¿Cuáles son las expectativas que tienen?

—Hace unos años decidimos no tener expectativas, apartar esa palabra de nuestro vocabulario. Nuestro primer disco fue mucho mejor de lo que jamás hubiéramos podido esperar y eso nos hizo vivir en una realidad diferente, pensando que lo que hacíamos era increíble. Y luego a los siguientes discos no les fue tan bien. Así que llegó un momento en que decidimos que sólo íbamos a trabajar bajo la expectativa de salir a tocar en vivo, de disfrutar esos momentos únicos. Para nosotros en el top está ir a tocar a México en el Lunario con toda la banda, eso nos emociona, y seguir escribiendo canciones que nos gustan y terminar una tarde de trabajo con algo que te satisface. Y cuando de repente te llega un mensaje de la India, de alguien que te cuenta que estaba escuchando tu música y que eso lo cambió y escribe para agradecerte, es maravilloso. Aspiras a llegar a miles, pero con que hayas llegado a uno solo es suficiente.

—¿Qué te gusta de tu voz?

—La experiencia, porque me permite no pensar al día. Hay un momento en tu carrera en que la técnica está tan en primer plano que ocupa todo el espacio mental y sólo piensas en qué es mejor. Pero ahora ocurre como si quisiera ponerme a surfear y mi voz me permite subirme a la ola sin pensar cuál es el momento que me conviene para montarme en ella. Me permite estar en la ola sin estar pensando en la espuma que necesito. Y llevamos una relación muy a gusto mi voz y yo.

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