Muchos años después, frente al fonógrafo que Edison le envió, el presidente Porfirio Díaz había de recordar aquella tarde remota en que conoció a Thomas Alva, el inventor de quien todos hablaban en Estados Unidos y gran parte de Europa.
Se trató de una reunión que se asemejaba a las clásicas fiestas europeas, en las que se compartían los logros, pero que, más que eso, servía para levantarse las solapas de los cuellos durante las pláticas que no sobrepasaban la media hora. El mundo atravesaba por un cambio inmenso. El ferrocarril y otros numerosos transportes y objetos cobraban interés de los más adinerados. Mientras que la marginación, por lo menos en México, se recrudecía.
Para Díaz, abrir las puertas hacia el extranjero no era considerada una estrategia más de gobierno, sino una acción evidente ante la transformación imparable que se vivía en otros países. Personalmente, Porfirio mantenía fuertes relaciones con familias de todas partes y con grandes personalidades de distintos ámbitos, por lo que su círculo de amistades podía ser tan diverso como los actores de la carpa de un circo.
EL FONÓGRAFO
Porfirio Díaz aún no acababa de consolarse por el fracaso de su dictadura. Pero recibió ese obsequio que lo hizo recordar el gusto por el café que compartía con Thomas. Quizás, su amistad empatizaba por el odio que tanto acumulaban de quienes los rodeaban, dejándolos solos y con amistades bien contadas con los dedos de la mano.
Uno por dictador en época de revolucionarios, otro por fraudulento en la Guerra de las corrientes. Ambos pasaron de boca en boca, y de libro en libro, como villanos de la época moderna. Madero y Tesla, sus némesis terminarían por ser los héroes de los libros de Historia. Pero cuando Díaz recibió el invento de su amigo, un fonógrafo bien cuidado, decidió devolverle el gesto por medio de un mensaje en una grabación, la cual se resguarda actualmente en la Fonoteca Nacional.
En menos de dos minutos, Porfirio Díaz grabó su mensaje de agradecimiento el 15 de agosto de 1909. Y le recordó el cariño que le guardaba desde la fundación de su amistad.
“Yo también como usted, recuerdo con placer el tiempo aquel en que tuve la satisfacción de conocerle, y conocer sus atrevidos experimentos, haciéndome partícipe de su fe inquebrantable en el grandioso porvenir de la ciencia empírica”, dijo Porfirio.
EDISON MEXICANO
Aunque no es preciso, se dice que Edison tenía nacionalidad mexicana. Esto con base a cartas encontradas en el Archivo General de la Nación, en las cuales el inventor le escribía a su supuesta familia radicada en Zacatecas durante 1911. No es casualidad que el pueblo de Sombrerete, donde supuestamente nació Edison, cuente historias sobre que el inventor nació ahí en 1848. De hecho, existe una placa en la calle de Hidalgo número 19 en la que se lee que ahí nació Thomas Alva Edison.
“En esta casa nació Tomas Alva Edison el 18 de febrero de 1848”, se lee.
De casa en casa, el pueblo y hasta los maestros cuentan historias sobre Edison. Cuentan que le llamaban “Tomás Alva” y que estudió en la escuelita del pueblo. Lo que es muy cierto es que tras la quemazón que llevaron a cabo los revolucionarios en Sombrerete, el Registro Civil desapareció. Aunque el pueblo de Zacatecas sigue afirmando que Edison estuvo en pañales y pantalones cortos en la localidad.