Por Rogelio Segoviano
Recién desempacada del Contemporary Jewish Museum de San Francisco, desde el pasado 1 de diciembre y hasta mayo de 2017, se presenta en las instalaciones de la Cineteca Nacional, Stanley Kubrick: La exposición. Se trata de la más completa retrospectiva en torno a uno de los directores más importantes de la Unión Americana y considerado por los especialistas como uno de los más grandes íconos en la historia del Séptimo Arte. La muestra internacional se presenta con la colaboración del Deutsches Filmmuseum Frankfurt y la University of the Arts London (institución encargada de preservar el acervo de Kubrick), así como con el apoyo de Christiane Kubrick, viuda del cineasta, y del productor Jan Harlan, quien era su cuñado.
Estructurada en 16 módulos a manera de plano-secuencia en donde se privilegian los pequeños detalles y sonidos orquestales de fondo –como si los hubiera concebido el propio Kubrick para alguna de sus obras–, la exposición en La Galería de la Cineteca Nacional repasa, de manera cronológica, la carrera cinematográfica del cinco veces nominado al premio Óscar, desde sus primeras fotografías como reportero gráfico de la revista Look y hasta Ojos bien cerrados, su último filme cuyo estreno en 1999 se vio ensombrecido por su muerte, apenas unos meses antes.
Luego de su paso por importantes ciudades como Monterrey, Toronto, Los Ángeles y Ámsterdam, esta muestra tiene ahora un concepto museográfico distinto. La propuesta para la Ciudad de México responde a una narrativa que intenta llevar a los espectadores por los diferentes universos de Kubrick a través de ambientaciones escenográficas fieles a la esencia de cada una de sus películas mediante singulares diseños de iluminación, instalaciones y presentaciones en video.
Además, la exposición contiene importante documentación extraída del “Stanley Kubrick Archive” –incluye documentos inéditos que ilustran sus minuciosos y hasta obsesivos métodos de trabajo como cineasta. La muestra también abarca proyectos preparados pero nunca realizados por Kubrick, como una biografía de Napoleón Bonaparte y un filme sobre el Holocausto, cuyo título tentativo era “Aryan Papers”, de los cuales se presenta la detallada investigación y preparación que el cineasta efectuaba para cada uno de sus filmes.
Llaman poderosamente la atención piezas como “el Niño de las estrellas” y trajes espaciales originales empleados en el rodaje de 2001: Odisea del espacio; los vestidos de las gemelas y la máquina de escribir con varios cientos de hojas en las que se repite hasta el cansancio la frase: “All work and no play makes Jack a dull boy” (“Mucho trabajo y poca diversión hacen de Jack un tipo tristón”) de El resplandor; la cámara que Kubrick utilizó (gracias a la tecnología de la Nasa) para registrar con la luz de las velas algunas escenas de Barry Lyndon; el casco militar con el símbolo de amor y paz de Full Metal Jacket, así como atuendos originales de Naranja mecánica, Espartaco y Ojos bien cerrados.
La muestra incluye una selección de fotografías que Kubrick tomó entre 1945 y 1951 para Look, y que revelan su talento en el manejo de la cámara y una gran sensibilidad en la composición de imágenes. Incluso, varias de estas imágenes rayan en el surrealismo por influencia de la obra del fotógrafo estadounidense Man Ray, como el mismo Kubrick reconoció en su momento. El recorrido está acompañado de proyecciones en gran formato de segmentos de sus películas, los cuales permiten comprender mejor su característico estilo en el uso de la cámara en mano, edición y trabajo con los actores, a quienes alentaba a ir más allá de sus límites. Además, se dedica un módulo para explicar el uso de la música en sus filmes.
¿Quién era Kubrik?
Cuando tenía 14 años, a Stanley, un joven de origen judío que vivía en el barrio del Bronx, en Nueva York, sus padres le regalaron una cámara fotográfica Graflex. Sin saberlo en ese momento, ese singular artefacto que tanto lo entretenía, junto con su tablero de ajedrez, contribuiría a transformar a ese muchacho en uno de los más grandes genios del cine. De hecho, apenas dos años después de recibir su Graflex, y gracias a su evidente talento en la composición de imágenes y uso de la iluminación, Kubrick obtuvo trabajo como fotógrafo de celebridades en la revista Look, así a sus 16 años se convirtió en el empleado más joven en la historia de la publicación.
En esa época, cuando el mundo celebraba el fin de la Segunda Guerra Mundial, el joven Kubrick no salía del cine Loew’s Paradise ni de la sala de proyecciones del Museo de Arte Moderno de Nueva York en donde no perdía oportunidad de ver, una y otra vez, las películas de Max Ophüls y Sergéi Eisenstein, porque estaba fascinado en la forma en que manejaban la cámara, el primero, y la técnica de montaje, el segundo. Fue ahí en donde le surgió la idea de abandonar su trabajo en Look para dedicarse a la realización de películas.
De acuerdo con críticos de la prestigiada revista francesa Cahiers du Cinéma, Kubrick representa lo mejor del cine clásico, aquel que pareciera estar en peligro de extinción: historias potentes cuyas producciones invitan al espectador a experimentar mundos imaginarios mediante una fotografía impecable, actuaciones destacadas y una capacidad asombrosa para entablar vínculos entre imágenes, sonido, gestos, escenografía, vestuario y banda sonora. A decir de algunos de sus colaboradores y protagonistas de sus filmes, Kubrick es de esa estirpe de cineastas que poco (o nada) dejan a la improvisación y que busca tener el control absoluto, casi enfermizo, de cada faceta de la película.
Además de estar entre los artistas más influyentes para las nuevas (y viejas) generaciones de cineastas por su enfoque analítico y narrativa perfectamente estructurada, justo es reconocer que gracias a su espíritu perfeccionista fue también pionero en el desarrollo de los efectos visuales y avances tecnológicos en cámaras de cine. De hecho, fue en la categoría de Efectos visuales que ganó su único Premio de la Academia, por 2001: Odisea del espacio. En sus filmes son célebres los planos-secuencias, la música orquestal y las figuras geométricas.
Kubrick falleció el 7 de marzo de 1999 tras sufrir un ataque al corazón en su casa cerca de St. Albans, en Inglaterra. Ya había terminado la película Ojos bien cerrados, con Tom Cruise y Nicole Kidman, pero no pudo ver su estreno.