Revista Cambio

Gravedad Cero

Por Javier Pérez

 

Si eres de los primeros 36, y aceptas, podrás ver Bozal desde diferentes alturas. Tal vez a 10 metros o a 15 o 20; tal vez a ras del escenario. Te asegurarán con un arnés a una especie de columpio y podrás ver a los actores, limitados por una poliedro flotante, desde diferentes perspectivas. Sentado si estás entre los primeros 24, parado si eres de los otros 12. Si no quisiste o llegaste después, te quedarás en una butaca tradicional; desde arriba les parecerás, a los espectadores y actores que se elevan del piso, una especie de constelación. Bozal es una obra ubicada en el espacio exterior cuyos personajes principales son dos astronautas que viajan a la Luna en la época de los primeros intentos por la conquista espacial. Es un teatro en gravedad cero, así le llama Richard Viqueira, escritor y director de esta puesta en escena presentada en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque. Él quiere que experimentes por primera vez “esta sensación de ingravidez que tendría un astronauta”; que de verdad sientas que puedes volar.

Tus pies no tocarán el piso, por lo menos no el del teatro. Tendrás la sensación de estar suspendido. Será una experiencia muy extraña según el propio Viqueira, otro de esos montajes tan característicos suyos en los que le gusta que tú y sus actores vayan a límites insospechados. “El teatro que intento hacer es casi como una batalla entre el espectador y el actor, y es algo que me ha motivado mucho, porque son los dos únicos factores humanos de los cuales depende el teatro y para mí es importante que haya esta continua tensión y esta continua revolución de su percepción y de su quehacer”. No es gratuito que al dramaturgo nacido en la Ciudad de México en 1975 se le considere agresivo y transgresor.

Tal vez recuerdes a Viqueira dejándose caer desde lo alto del Foro Sor Juana del Centro Cultural Universitario de la UNAM mientras representaba Por favor, no mande riñones por correspondencia; o tal vez metido en la fuente del Centro Nacional de las Artes en Punzocortante, o como parte de un sistema digestivo enorme en la puesta en escena interactiva Psico/Embutidos en el Museo del Chopo. O como el hombre detrás de esa dirección precisa del brutal texto de Edgar Chías Ternura suite. O quizá no lo conozcas y quieras experimentar por primera vez una puesta en escena del llamado “kamikaze del teatro”, un hombre que incluso ha establecido un decálogo del teatro de riesgo del cual es un expositor indudable.

Viqueira llevaba una década trabajando en Bozal; trataba de solucionar cómo, dónde y con qué técnica realizarla, bajo la idea de que la gente no podía ver desde una butaca convencional una obra ubicada en el espacio exterior. “Tenían que ser butacas que despegaran. La primera imagen con la cual surgió es que veía unas butacas con un propulsor, como estos cohetes que salen de Cabo Cañaveral”. Así empezó todo. Desde hace un año y medio, Viqueira empezó a probar las estructuras y materiales para dar forma a su proyecto. Encargó a Mario Marín del Río la escenografía y los vestuarios, y trabajó con Iván Cervantes lo que llaman la “ingeniería escenotécnica”, es decir, el vuelo vertical de espectadores y actores.

Bozal aborda el terror, tanto de forma sobrenatural como psicológica (uno de los personajes se transforma, pero también está convencido de que el otro lo quiere violar). En un texto explicatorio, Viqueira afirmó que su obra es “una reflexión sobre la monstruosidad vista desde el ámbito fantástico, político pero, sobre todo, moral”. “Uno de mis grandes monstruos –te dice Viqueira– es el temor a la muerte, como la mayoría de los hombres. Hago este teatro para aprender a morir mejor, para aprender a estar tranquilo y sentirme libre. Son los demonios con los que lucho constantemente”.

Para el director y dramaturgo es importante que puedas plantearte por un momento la posibilidad de tener una visión extraterrestre de lo humano, como si de repente te sacaran del planeta y pudieras contemplar la sociedad desde ahí. Una exploración de los aspectos filosófico y humano, elementos intrínsecos del cine fantástico, como 2001: odisea del espacio, y la ciencia ficción, como las novelas de Ray Bradbury, que fueron su fuente de inspiración.

“¿Qué pasa cuando sales del planeta? Pues ya no estás sujeto ni por normas morales ni familiares, ni ninguna otra más que estar contigo mismo. El espacio es el único lugar donde podríamos estar verdaderamente solos. Es un terreno virgen donde no existe ni la nación ni la familia y casi diría ni la especie”. Por eso sus temas son la vida, la muerte y la moralidad.

Viqueira dice que su intención nunca es causar polémica; simplemente busca revolucionar lo que quiere decir.