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La escritora misteriosa

Aunque sus obras tienen una calidad indiscutible, es probable que el misterio sobre la identidad de la escritora que nunca se deja fotografiar ni mucho menos grabar, que sólo responde entrevistas vía correo electrónico, haya contribuido al éxito comercial de su saga
06 de Marzo 2017
Ilustración: Manuel Meza
Ilustración: Manuel Meza

Por Irma Gallo

 

Aunque la primera novela firmada por Elena Ferrante, El amor molesto, se publicó desde 1992, no fue sino hasta 2011, con La amiga estupenda –primera saga de una tetralogía que ha vendido más de 4 millones de copias en los más de 40 países en donde se ha distribuido– que la escritora, cuyo único dato personal conocido era que nació en Nápoles, saltó a la fama de una manera poco común en la industria editorial italiana.

Y sí, aunque la calidad de sus obras está fuera de duda, es muy probable que el misterio sobre la identidad de la escritora que nunca se deja fotografiar ni mucho menos grabar, que sólo responde entrevistas vía correo electrónico, haya contribuido al éxito comercial de su saga, conocida como el Cuarteto napolitano, que continuó con Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida.

Tan es así que sus editores se esmeraron en mantener el secreto de su identidad y cuando los periodistas pedían entrevistarla sólo obtenían la opción de hacerla vía e-mail. La tomaban o la dejaban; al fin y al cabo la escritora (o el escritor, o el grupo de escritores, como se llegó a especular) ya era lo suficientemente famosa como para que su agente y su casa editorial se preocuparan por una entrevista más o una entrevista menos.

Paolo di Stefano del Corriere della Sera aceptó entrevistarla en esas condiciones. Ferrante le respondió así a la interrogante sobre su identidad: “No me arrepiento de mi anonimato. Descubrir la personalidad de quien escribe a través de las historias que propone, de sus personajes, de los objetos y paisajes que describe, del tono de su escritura, no es ni más ni menos que un buen modo de leer”.

En marzo de 2016, el periodista Marco Santagata, del mismo diario, escribió:  “Tras un cuidadoso estudio de textos, creo que Ferrante es Marcella Marmo, una profesora napolitana de Historia Contemporánea”. Pero la profesora de 69 años de edad lo negó categóricamente.

Otro profesor, Luigi Galella, no pudo más con el misterio. Así que encargó a la Universidad La Sapienza de Roma que cotejara el estilo literario de Elena Ferrante con otros escritores italianos, con el fin de descubrir si se trataba de alguien que ya hubiera publicado antes. El físico Vittorio Loretto determinó que se parecía mucho al del escritor italiano Domenico Starnone, nacido también en Nápoles y cuya pareja, Anita Raja, trabajaba como traductora para el sello que publicó el primer libro de Ferrante (Edizioni e/o).

Aunque tanto Starnone como Raja negaron tener algo que ver con la escritura de los exitosos libros, en octubre de 2016 el periodista italiano Claudio Gatti publicó una verdadera bomba, simultáneamente, en Il Sole 24 Ore y The New York Review of Books: había dado con la identidad de Elena Ferrante.

“Después de meses de investigación ahora es posible armar un caso poderoso sobre la verdadera identidad de Ferrante. Lejos de ser la hija de una costurera napolitana que describe en Frantumaglia (libro autobiográfico de la autora), nuevas revelaciones de propiedades y estados financieros apuntan hacia Anita Raja, traductora avecindada en Roma, cuya madre, nacida en Alemania, huyó del Holocausto y después se casó con un magistrado napolitano”.

En su artículo Gatti explica que Raja, quien está casada con el escritor napolitano Domenico Starnone, tenía una relación laboral de varios años con la editorial que publica a Ferrante, como traductora de literatura alemana.

Y basa su conclusión en los siguientes datos: “Los registros públicos de la propiedad muestran que en el año 2000, después de que el primer libro de Ferrante se convirtió en una película exitosa en Italia, Raja adquirió un apartamento de siete habitaciones en Villa Torlonia, una zona cara de Roma, a su nombre; al año siguiente, compró una casa en la Toscana”.

Más adelante, el periodista italiano afirma: “Según los registros de la propiedad, en junio de 2016 el escritor Domenico Starnone, esposo de Anita Raja, compró un departamento en Roma, a menos de un kilómetro y medio de distancia del de su esposa. Se trata de un departamento de más de 230 metros cuadrados, con 11 habitaciones, en el piso más alto de un elegante edificio construido antes de la guerra, en una de las calles más hermosas de Roma, también cerca de Villa Torlonia, que tiene un valor estimado de entre 1.5 y 2 millones de dólares”.

Gatti también analiza los ingresos que Anita Raja obtuvo de la editorial en 2014 (más de 3 millones de euros) y en 2015 (más de 7 millones de euros), y advierte que “ningún otro ejecutivo, miembro del staff, escritor o freelance tiene recibos con compensaciones tan generosas en 2014 y 2015.” (“Elena Ferrante: ¿Una respuesta?”, The New York Review of Books, 2 de octubre de 2016).

Aunque el periodista afirmó haber buscado tanto a Anita Raja como a su esposo, Domenico Starnone, y a Sandro Ferri, dueño de Edizioni e/o, ninguno accedió a su petición de entrevista. Sin embargo, en entrevista con el diario británico The Guardian, Ferri no desmintió ni confirmó el descubrimiento del reportero, pero declaró: “Creemos que este tipo de periodismo es repugnante”.

No sólo el editor criticó a Gatti por publicar la identidad de Ferrante. La conocida crítica literaria de The New York Times, Michiko Kakutani, también encontró desafortunado el trabajo de Gatti: “¿Por qué un reportero de investigación urga entre documentos financieros y de bienes raíces en un esfuerzo por desenmascarar a la autora, como si se tratara un político o un empresario bajo escrutinio porque guardaba secretos que el público tenía derecho a saber? ¿Ya no hay respeto a la privacidad, o esta es aún posible en la era de las Kardashians?, ¿todos los artistas con muchos seguidores deben convertirse en celebridades?, ¿qué tal si un artista cree que el anonimato es esencial para su proceso creativo?”. (“Reseña: Elena Ferrante quiere privacidad. Su nuevo libro implica lo contrario”, The New York Times, 10 de octubre de 2016).

Más allá de la polémica sobre la identidad de su autora, el Cuarteto napolitano es un conjunto de obras bien escritas, que cuentan la historia de la relación nada sencilla entre dos mujeres: Lenú y Lila, en los barrios pobres del Nápoles de mediados del siglo pasado, y que vale la pena leer.

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