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Lo mejor está por venir

El 2018 fue un año lleno de trabajo para Manolo Caro: dirigió la obra Straight, además de la exitosa serie La casa de las flores de Netflix, y recién estrenó la película Perfectos desconocidos; ahora quiere tomar distancia con el fin de proyectar su futuro
30 de Diciembre 2018
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Manolo Caro está acostumbrado a generar sus proyectos, ya sea en cine, teatro o televisión. Por eso resulta extraño verlo como director del remake de Perfectos desconocidos, comedia que estrenó el pasado 25 de diciembre y que se basa en un filme italiano de 2016 dirigido por Paolo Genovese, el cual se versiona en muchos países. El año pasado, de hecho, vimos en el circuito comercial mexicano la versión del español Alex de la Iglesia.

A Manolo lo invitaron a ver la película en diciembre del año pasado en una proyección privada. Cuando terminó, pensó en voz alta: “me hubiera encantado haber escrito este guion o ser parte de esta película”. Salió de vacaciones y a su regreso estaba programado el estreno de La casa de las flores, que finalmente se retrasó hasta agosto. Manolo tendría unos meses libres, pero entonces lo llamaron porque habían comprado los derechos de la película y lo invitaron a dirigirla.

“Sabía que era algo que no podía rechazar. Nunca me había planteado hacer un remake, pero las cosas se dieron. A partir de ahí me puse a adaptar, a buscar a los actores, a generar el proyecto. Llegó a mi vida en el momento correcto”.

De hecho, Manolo no sabe si volverá a filmar un remake. “No sé si me apetece. Tendría que ocurrir de esta misma manera: muy orgánica, muy genuina, donde todo parecía darse consecutivamente. Mucha gente me ha criticado diciéndome que se me acabó la creatividad, pero lo veo completamente diferente: al ser una celebración a los guionistas, a las ideas, a un fenómeno que ocurre en tantos países, me lo tomé muy bien, muy tranquilo”.

Los siete actores elegidos para conformar al grupo de amigos que se reúne en una cena en una noche de eclipse de repente se encuentran en un juego en el que los teléfonos celulares de cada uno se dejan a media mesa, y los mensajes que lleguen a esa hora se deben leer y las llamadas poner en altavoz, tenían que ser “los mejores que pudieran estar. Y no era una cuestión de ego, sino una manera de respetar el proyecto”.

Bruno Bichir y Cecilia Suárez, Manuel García Rulfo y Ana Claudia Talancón, Miguel Rodarte y Mariana Treviño interpretan a las tres parejas que conviven y esperan que el personaje del español Franky Martín llegue con su nueva novia, pero aparece solo.

“Pareciera que cuando uno va creciendo va dejando el género a un lado porque hay una sensación de que es un género menor, entonces muchos grandes actores se alejan de la comedia, cuando es un género que además de ser muy noble, es muy divertido y muy complicado de hacer y tiene unos retos muy particulares. Yo creo que este grupo de actores se sentía muy cómodo haciendo una comedia. La primera vez que se sentaron a la mesa a leer junto conmigo ya estaba la mitad del trabajo hecho, ya había esa cosa como de amistad, de complicidad”.

Perfectos desconocidos ocurre en una sola locación, en un espacio muy cerrado y en tiempo casi real, por lo que la interacción entre los actores y los diálogos son fundamentales. “Es una película de aguante porque no hay para dónde hacerse, no hay manera de inventar y decir me voy a mover y me voy a salir del departamento, voy a cortar a tal secuencia. No. Son ellos siete ahí, uno frente al otro. Como dice Mariana Treviño: no había más que pasarla bien porque lo único que nos vimos fueron las caras unos a otros”.

A Manolo la narrativa lo remitió a la dinámica y al espacio teatrales. “Tienes que poner la cámara de una forma en donde no caiga el ritmo y se mantenga de manera vertiginosa porque si no, podría aburrir. Imagínate estar una hora y media viendo la misma sala. Entonces lo que hice fue repasar mucho películas como Un dios salvaje, de Polanski, en la que todo ocurre en una sala, y ver cómo hay que mover la cámara y cómo tiene que ser un personaje más, porque si no, caes en el mismo plano y entonces mejor la hubiera montado en el Teatro de los Insurgentes y me hubiera quitado de tantos problemas”.

En este año, Manolo estrenó como director la obra de teatro Straight, la exitosa serie La casa de las flores, que tendrá continuación, y la película Perfectos desconocidos. “Ha sido intenso, la verdad. Es momento de tomar distancia y ver lo que ha sucedido. No sé si estrenar en un mismo año teatro, cine y televisión se va a volver a dar en mi carrera, no sé si mi cuerpo aguante este ritmo, pero estoy agradecido de que haya ocurrido, lo haya disfrutado y haya tenido la entereza, la fuerza para vivirlo. Pero es tiempo de evaluar hacia dónde quiero ir, porque no quiero convertirme en una máquina que saca proyectos por sacar proyectos”.

Le interesa explorar el drama, porque géneros como la comedia y la acción le son muy ajenos. “Yo creo que el descanso y la distancia van a hacer que me caiga como una pieza de ajedrez la próxima idea”. Considera que las horas que ha pasado en los sets y en los escenario se empiezan a notar. “Arranqué esta carrera como un caballo desbocado, pues no sabía mucho de ella. Soy arquitecto, no era un realizador. Entenderme a mí profesionalmente con el paso de los años, con los proyectos, termina siendo una motivación para lo que viene más adelante”.

Y tiene muy claro que sus propuestas no van a cambiar la mentalidad de nadie, aunque sí se siente responsable. “[Es la ] responsabilidad de alzar bandera y tocar temas, en mi caso, que muchas veces no tienen la visibilidad que deberían o que están llenos de tabúes y clichés. Para mí este trabajo sirve para normalizar y para darle a la gente entretenimiento. Y si al final del día hay un dejo de reflexión y de darnos cuenta que todos somos parte de esta sociedad y que en esta sociedad caben mil maneras de ser y que lo que importa es ser feliz, creo que ahí vamos de gane”.

Manolo, como muchos cineastas en activo en la actualidad, ha hecho proyectos para cine y  plataformas como Netflix. Así que considera que un fenómeno como el ocurrido con la película Roma, de Alfonso Cuarón, es un ejemplo de que habrá que adaptarse a nuevos formatos. “Van a cambiar las ventanas de exhibición y se tendrán que compaginar estas dos ideologías, de poder ver películas tan maravillosas como Roma en la pantalla grande o a través de las plataformas digitales. El público decidirá de qué manera quiere seguir consumiendo. Vamos a pasar por este arco como sucedió con el teatro, que hace dos décadas era un medio de nicho o hasta de lujo, y que poco a poco se ha vuelto más accesible, y hay en cartelera cosas increíbles y para todo tipo de audiencia. Con el cine vamos a encontrar películas que queremos ver en una butaca y películas que veremos en casa, y está bien porque los tiempos cambian”.

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