Revista Cambio

Revolución en náhuatl

Hace tres años, en esos parajes que no aparecen en los folletos turísticos, alejados del mundo que reduce a la tierra a un lugar para pasear, nació “Náhuatl en vivo”, un proyecto mediante el cual académicos y artistas radicados en Morelos buscan contribuir al rescate de la lengua náhuatl en la región.

Ha sido encabezado por el cineasta y promotor cultural Francesco Taboada Tabone, y gracias a su labor, el náhuatl ya resurge en 25 comunidades de 14 municipios de la tierra que vio nacer a Emiliano Zapata, donde 6 000 estudiantes de todas las edades aprenden o reaprenden el idioma de nuestros antepasados.

Además de comunicar, “el náhuatl sirvió para componer poemas, corridos, versos, adivinanzas, cuentos, leyendas y teatro que en su conjunto representan un sólido cuerpo literario de tradición oral inscrito en un proyecto civilizatorio propio que ante la imposición se ha transformado en resistencia”, relata el cineasta.

El autor de los documentales Los últimos zapatistas, Pancho Villa. La Revolución no ha terminado y 13 pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra, asegura sin dudar ni un segundo, que en Morelos “la revolución se hace en náhuatl”.

Victorino Torres, poeta de la comunidad de Cuentepec, ha colaborado muy de cerca con la Secretaría de Cultura de Morelos en la realización de libros y materiales didácticos en náhuatl. Él está convencido de que apoyar este tipo de proyectos evita que las lenguas originarias se extingan por falta de un uso práctico.

“Se sigue escribiendo desde el español y no desde el náhuatl; se sigue pensando desde el español y no desde el náhuatl; se sigue educando desde el español y no desde el náhuatl. Muchos de los materiales que se producen en lenguas indígenas son bilingües… ¿Acaso los materiales monolingües no bastan para que un hablante de náhuatl, totonaco, maya o seri los pueda entender? ¿Se tiene que escribir en español para que sea entendible?”, se pregunta Torres.

Al respecto, el también poeta y activista Mardonio Carballo resalta que la discriminación que los mismos mexicanos demostramos hacia esta población es preocupante:

“Vivimos en un mundo en donde la catástrofe se encuentra a la vuelta de la esquina, en donde Donald Trump nos hace recordar lo que realmente somos y no esa unidad que decimos ser, sino el racismo arraigado. (En México) podemos encontrarnos a la vuelta de la esquina con una ley que impida el uso a los indígenas de los medios de comunicación masivos”, lamenta Carballo, quien acompaña a Taboada en la presentación del proyecto “Náhuatl en vivo”, en la Ciudad de México.

Y como muestra del racismo, explica: “Si en la Ciudad de México un indígena pregunta en su lengua materna cualquier cosa a alguna persona en la calle, seguramente no le harán caso. Pero si un extranjero hablando inglés pregunta algo, seguro se hará algún esfuerzo por ayudarlo. El racismo tiene tantos tonos como el arcoriris tiene colores pero se alimenta de la ignorancia”.

Carballo, conductor de Las plumas de la serpiente y De raíz Luna, recuerda: “hasta 1979 todavía nos castigaban en la escuela por hablar náhuatl. Pero yo siempre fui rebelde y tuve claro que para mí era fundamental hablarlo. Hice la secundaria a ocho kilómetros de mi pueblo, en Tlacolula, Veracruz. Cuando estudiaba llegaron los del extinto Instituto Nacional Indigenista para dar becas a quienes habláramos lengua indígena. El 80% hablábamos náhuatl. Pero cuando se presentaron en el salón para ofrecer las becas y preguntaron quién hablaba náhuatl, sólo dos levantamos la mano de un grupo de 60. Me dieron beca cada mes por tres años, porque a los demás les dio vergüenza hablar náhuatl y quizá a algunos hasta miedo decirlo”.

Se estima que en México existen seis millones de personas que hablan alguna de las 65 diferentes lenguas indígenas vivas. De acuerdo con el censo 2015 del Inegi, son 1 725 620 personas las que hablan náhuatl, cifra que podría aumentar si se considera que en esa muestra no consideran a los menores de cinco años. La segunda lengua originaria con más hablantes es el maya yucateco, con 860 000 personas.

Hasta 2010, en Morelos sólo 32 000 personas hablaban náhuatl, por lo cual se considera que la lengua está en proceso de extinción. Eso es grave si se considera que a principios del siglo XX, en tiempos de Emiliano Zapata, tres cuartas partes del estado lo hablaban. Hoy en día, sólo cinco comunidades (Cuentepec, Xoxocotla, Tetelcingo, Santa Catarina y Hueyapan) hablan náhuatl como primera lengua, y la única en donde su impacto es del 100 % absoluto es en Cuentepec, en donde niños, adolescentes y personas adultas mayores se comunican en este idioma.

Taboada Tabone considera que en Morelos ocurre un fenómeno contracultural que los expertos llaman “vasconcelismo a la inversa” o simplemente “nahuatlización”.

“La gente está recuperando la que en algún momento fue lengua franca del centro de México, el náhuatl. Y como parte de este renacimiento se han creado materiales de difusión originales y de pertinencia cultural que valorizan las variantes dialectales propias de la región”, asegura Taboada.

“A través de la educación vasconcelista e integradora se ha ido perdiendo el uso de la lengua, totalmente desplazada por el español. Es importantísimo este proyecto porque recupera el tejido social al hacer que los niños recuperen el idioma y puedan hablar con sus abuelos, a quienes ya no entendían. Era una relación familiar que ya se había perdido”, dice Taboada, quien lamenta que la falta de recursos no les permita extender sus programas de enseñanza a más lugares.

En la comunidad San Juan Tlacotenco, en Tepoztlán, el proyecto cosecha frutos pues el náhuatl estuvo a punto de desaparecer. “En la década de los cincuenta todo el mundo hablaba náhuatl en Tepoztlán, pero hasta hace tres años sólo había ya un habitante en todo el pueblo que sabía la lengua: El Zapata. Pero gracias al Programa de Recuperación y Cotidianización de Lenguas Originarias, logramos que el náhuatl tuviera espacio en los medios de comunicación con un noticiero en náhuatl, con una serie radiofónica, con algunos espectaculares y, sobre todo, con la creación de materiales didácticos”, explica.

Además, con el apoyo de los maestros en preescolar y primaria, se logró que los niños volvieran a comunicarse con sus abuelos, “pues ya no lo hacían porque no sabían hablar esa lengua”. Taboada admite también que entre los hablantes de lenguas originarias existe una problemática: no hay espacios para desarrollarlas a pesar de que la Constitución lo diga; no hay espacios en el área de la comunicación ni en el área académica, y son pocos los maestros.

Una de esas pocas es Guillermina Maya, maestra de la comunidad de Hueyapan, que le da clases de náhuatl a más de un centenar de estudiantes. “Pensamos que estaba muerta la lengua; pero no, simplemente estaba dormida”. Y ella remata: “Conservando nuestra lengua, conservamos nuestra identidad; perdiendo nuestra lengua, perdemos todo”.