Por Ricardo Ventura
Hace ya 28 años, los Vaqueros de Dallas cambiaron el rumbo de la franquicia. Eran tiempos turbulentos, pues un nuevo propietario tomaba las riendas del equipo y sin mucho aviso cambiaba a una leyenda de la NFL: el entrenador Tom Landry.
La transición dejaba cosas buenas, una de ellas el receptor Michael Irvin, quien ya despuntaba como una futura estrella. Pero más importante aún, venían tiempos mejores, quizá los mejores en el equipo de la estrella solitaria.
En 1989 y 1990 dos elementos se unieron a Dallas: el mariscal de campo Troy Aikman y el corredor Emmitt Smith, quienes junto a Irvin escribieron páginas doradas al conquistar tres campeonatos.
Estos tres deportistas fueron conocidos como los trillizos (triplets en inglés) y jugaron nueve temporadas juntos, además pertenecen al anillo de honor de los Vaqueros y al Salón de la fama de la NFL.
Hoy, los tiempos en Dallas vuelven a ser turbulentos, un gran cambio generacional ha llegado y en él hay muchas similitudes como en aquel, de hace casi tres décadas.
Empecemos por el receptor Dez Bryant, quien fue seleccionado en el 2010 y llegó al conjunto con una muy mala reputación, pero con un enorme talento. Llamado a ser uno de los mejores de la liga, como Michael Irvin, Bryant vivió la transición del conjunto.
A pesar de las lesiones, Bryant todavía es el arma más peligrosa de los Vaqueros por la vía aérea.
Este año, Dallas apostó por seleccionar a un par de novatos, el mariscal de campo Dak Prescott y el corredor Ezekiel Elliot, quienes poco a poco crecerían en la liga con un buen proceso de desarrollo; sin embargo, sus lesiones en el equipo impidieron que ese proceso se llevara a cabo.
La NFL no da espacio para demoras, así que el entrenador Jason Garrett tuvo que colocarlos de titulares y foguearlos al calor de la batalla, aunque sin mucha esperanza.
Para sopresa de propios y extraños, Prescott, Elliot y en menor medida Bryant han convertido a los Vaqueros de Dallas en uno de los equipos favoritos para llegar al Super Bowl.
Dak Prescott, egresado de Mississippi State, fue seleccionado en la cuarta ronda del draft, en la posición 135; llegaba al equipo en el rol de suplente, sin embargo la lesión de hombro de Tony Romo durante la pretemporada lo llevó a la titularidad.
Con el número 4 en los dorsales, Prescott llegó a la liga sin mucha fama, pero su primer logro fue establecer una marca de 176 pases sin intercepción, la mejor para cualquier mariscal novato.
Ahora vamos con Ezekiel Elliot, tomado como cuarto global en el draft y proveniente de Ohio State, fue llamado para ocupar el hueco que hace un par de temporadas dejara DeMarco Murray.
Con un sueldo millonario y el 21 en el jersey, Elliot es todo lo que esperaban los Vaqueros y más: está muy cerca de las mil yardas y es líder de la liga en el departamento de corredores, su fuerza y elusividad lo vuelven un arma muy poderosa a la ofensiva.
Es muy importante mencionar que esta poderosa ofensiva, igual que la de principios de los noventa, está cimentada y apoyada en una gran línea ofensiva, la cual abre huecos para Elliot y le da a Prescott el tiempo suficiente para encontrar a sus receptores. Parece que las estrellas se alinearon otra vez, por lo cual estos nuevos trillizos han dejado claro, con victorias muy convincentes, que están listos para volver a un Super Bowl.
Pocos extrañan a Tony Romo, quien está muy cerca de regresar de su lesión para crear una enorme controversia, dejar a Prescott o regresar a Romo, a pesar de que no ha jugado en toda la campaña.
Las respuestas parecen claras: este equipo tiene un nuevo sheriff, se llama Dak Prescott y sus alguaciles son Elliot y Bryant, quienes buscan no solo volver al súper domingo, sino ganarlo para mostrar que hay una nueva era en Dallas.