Hoy en día, todas las herramientas tecnológicas con las que trabajamos y que son parte de nuestra vida tienen una característica en común, que seguramente ya habrás notado: no tienen una vida útil muy larga. ¿Cuántas veces has escuchado la frase, “me sale más barato comprar uno nuevo que repararlo”? No es una coincidencia que la gente a tu alrededor piense así, ni que a ciertos productos los puedas ligar con esta frase.
Todo se remonta a hace más de 100 años, y con productos tan básicos como la bombilla y el nylon. Y más recientemente con los tecnológicos, como computadoras, impresoras, teléfonos celulares, pantallas, etcétera.
Muchas compañías los elaboran de modo que algunos componentes dejen de ser útiles luego de determinado número de usos, o que las piezas no pueden ser reemplazadas, o cuando el software que ocupan evoluciona y deja de ser compatible con el hardware.30
Entonces, las empresas crean productos con mucha menor vida útil, para que los consumidores tengan que realizar compras frecuentemente, lo que les asegura un nivel estable de ventas con el paso de los años, y que los clientes se vuelvan leales a la marca, pensando que los productos son “buenos mientras duran”.
Por si fuera poco, las empresas también crean actualizaciones constantes, con el propósito de que el cliente sienta la necesidad de cambiar de modelo, aunque el que tenga sea 100 % funcional, pero que ya no esté a la moda.
Esta muerte programada de las cosas que necesitamos nos afecta en muchos sentidos, primero porque se genera una cantidad inmensa de basura. También está la parte económica. Si no podemos reparar los productos, debido a que la mano de obra es más cara que el artículo nuevo o que definitivamente no tenga arreglo, representa una salida constante de dinero.
Algunos puntos a tomar en cuenta a la hora comprar este tipo de productos son:
- Pide una garantía extendida, de esta manera tu aparato electrónico estará protegido por más tiempo.
- Compara y valora la información que te brinden los proveedores. Siempre busca la mejor opción para tu bolsillo, contrasta la relación precio-calidad del producto, y si es necesario invertir un poco más en uno que te brinde la certeza de que no dejará de funcionar en el corto plazo, hazlo.
- Revisa el costo de las piezas adicionales y reparaciones. También cuánto te costará el mantenimiento, por ejemplo, en automóviles, cuánto te costarán los servicios, las refacciones, las llantas, etcétera.
- Consulta las opiniones de otros consumidores. Una muy buena opción es ver qué dicen otros usuarios del producto, podrías llevarte sorpresas respecto a su funcionamiento (para bien o para mal).
- Si el producto ya no tiene garantía, valora la reparación con personal externo calificado. En ocasiones las composturas con el proveedor son muy caras, y si ya no tienes la garantía, podrían repararlo por fuera, con la finalidad de ahorrar un poco de dinero, siempre y cuando los técnicos estén calificados.
- Cuida el producto. Sobra decir que tenemos que prestar atención al usarlo, para emplearlo correctamente y prevenir algún daño o desperfecto; y si ya está dañado, llevarlo a arreglar lo más pronto posible con el objetivo de que no deje de funcionar por completo.
- Lleva un registro de las reparaciones que ha tenido. Además de guardar el ticket de compra y garantía, guarda los tickets de las composturas o cambios de piezas. También lleva un registro monetario de esto, para saber si efectivamente has gastado más de lo que deberías en dicho producto.
Estas son algunas recomendaciones básicas, pero recuerda que siempre podrás encontrar nuevas maneras de extender la vida útil de tus productos. De igual forma, te recomendamos comprar de forma planificada, a fin de que lleves un mejor control de tus finanzas y aumente tu dinero.
*Asesor financiero especializado en fintech y coaching financiero.
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