Es inevitable escuchar a una banda como Deer, que transita de la música industrial al canto, magistral, acompañado de algunas cuerdas y demás instrumentación, sin sentir esa melancolía que atraviesa nuestra mente cuando un momento de abstracción se hace presente.
El dueto mexicano, cuyo sonido hace recordar necesariamente a Portishead, Björk y hasta Bauhaus radica en Hong Kong desde hace siete años, pero en este 2019 regresó a tierras aztecas donde dio algunas presentaciones.
De acuerdo con Reporte Índigo que platicó con Miguel, el orquestador del sonido de Deer quien, tras cinco conciertos en la Ciudad de México, Estado de México y Puebla se dice satisfecho del recibimiento, cálido, del público en sus presentaciones… Tanto así que ya piensan regresar.
“El público mexicano, latinoamericano en general, es más cálido a diferencia de otros lugares donde nos hemos presentado como China, Japón, Taiwán, Corea, Malasia, Vietnam, Rusia y Estonia, en donde la gente es más fría pero igual de perceptiva”, confiesa.
Sobre su ‘posicionamiento’ en Asia, Miguel platica que lo primero que hicieron fue conocer la zona en donde radican actualmente, Hong Kong, para crear enlaces con productores, organizadores de conciertos y gente ávida de escuchar nuevas propuestas, en especial una mexicana.
Estudiamos la parte de China primero, conocimos el mercado y comenzamos a buscar espacios y generar una carpeta más amplía y adentrarnos en festivales del estilo musical que tocamos.
La historia de Deer en Asia inició porque Adriana, la vocalista, estaba estudiando idiomas y después surgió la oportunidad de que hiciera el doctorado en Hong Kong, “somos pareja, estamos casados desde hace un rato y como iba a estar tres años por allá decidí emprender el viaje”, cuenta Miguel.
“En Asia existen realmente sólo dos géneros relativamente alternativos, pero igual de explosivos, el pop y el heavy metal o metal y nosotros tocamos un género distinto, del cual no existen bandas allá y menos mexicanas”, cuenta.
THERE´S NO FUTURE
There’s no future es el álbum más reciente de Deer, el cual con una instrumentación que raya en lo orquestal pero que mantiene la esencia electrónica acompañada de la poderosa voz de Adriana, se puede escuchar en todas las plataformas digitales y, si tienes suerte, conseguir en físico.
Miguel cuenta que el álbum va de lo imaginativo hasta lo personal, son siete canciones (ocho en la versión digital) en los que se abordan temas que fueron inspirados por La Divina Comedia de Dante Alighieri, además de que retratan temas de la sociedad contemporánea como las redes sociales.
Sobre el streaming, el músico opina que la desventaja es que la gente ya no presta atención a un álbum completo y “ahora escuchan sólo canciones, los playlist mandan y se pierde la atención a una obra de arte completa, aunque puedes escuchar un millón de bandas, la gente sigue consumiendo las mismas cinco más populares”.
La música tiene cabida en cualquier lado, hay gente para todo, aunque nuestra música es difícil de consumir para, por ejemplo, la gente que escucha pop. Aunque Deer no cae en lo experimental por completo creo que no es algo muy fácil de digerir a la primera al menos que estés acostumbrado o familiarizado con los géneros musicales que tocamos.
Sobre sus sueños, Miguel afirma que a ellos sí les gustaría vivir de su arte, de lo que les gusta hacer, “desgraciadamente” aún no son sustentables con Deer por lo que en Asia tocan en un mariachi, en grupos tropicales, “porque no hay nadie quien lo haga”.
“Somos maestros, damos clases en Hong Kong en un kínder, damos clases de español, de inglés, de música. Esas cuestiones son las que solventan nuestro arte, buscamos que Deer sea autosustentable, pero es un trabajo muy duro y estamos conscientes de que no hay que desesperarse y algún día viviremos de nuestro proyecto”, asegura Miguel.
Para finalizar, el músico llama a melómanos y no melómanos a escuchar a Deer pues es un proyecto que mezcla la parte clásica con la parte popular, por lo que las canciones tienen muchos arreglos de cuerdas, “es diferente, se escucha fresco, no es algo monótono”.