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Kati Horna entre el mito y el archivo

17 de Septiembre 2019
foto: internet
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Kati Horna entre el mito y el archivo
Por José Antonio Rodríguez y Aura Fuentes

[La obra de la fotógrafa húngara en poder de su hija Norah ronda en los 19 mil documentos: Kati Horna vuelve a ser tema cultural luego de un supuesto hallazgo fotográfico.]

A finales del pasado agosto se dio en el diario El País la noticia de un cierto hallazgo en la ciudad de Ámsterdam de más de 500 negativos de la fotógrafa Kati Horna. Aunque en realidad esa sería sólo una mínima parte de lo que se resguarda en el Archivo Privado de Fotografía y Gráfica Kati y José Horna frente al cual se encuentra la hija de la fotógrafa: Norah Horna.

Los negativos localizados hacen referencia al trabajo que Kati Horna realizó durante la Guerra Civil española principalmente dentro de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo). Actualmente la hija, Ana María Norah Horna, resguarda en su casa 19 mil documentos entre negativos, documentos periodísticos y un rico archivo de correspondencia de su madre, que esperan ser divulgados e investigados.

Mucho queda por investigar de la obra de Kati, incluso la que esté desperdigada por el mundo. Digamos, queda por conocer para su análisis y aportes su obra de fotomontaje en la propia Guerra Civil; sus historias que realiza con unos huevos en pleno nazismo y cuando Hitler está ascendiendo al poder, junto a Wolfgang Bürger; su trabajo experimental que comenzó a dar a conocer apenas llegando a México en la revista Todo a finales de 1939 (un trabajo simbólico con objetos sobre la Segunda Guerra) conocido como “Lo que se va al cesto” (la paz, la felicidad, la economía, el amor),o los trabajos contenidos en la revista S.Nob dirigida por Salvador Elizondo en 1962. Dos grandes exposiciones ya habían dado cuenta de ello: Kati Horna, realizada por el Museo Amparo de Puebla en conjunto con el Jeu de Paume en París en junio de 2014 ?con notables investigadores como Estrella de Diego o Jean-François Chevrier, entre otros?, y Told and Untold / The Photo Stories of Kati Horna in the Illustred Press en la America Society de Nueva York en 2016.

 

El cuento de nunca acabar

Ante el hecho divulgado en las páginas de El País, Norah Horna señala:

?Parece el cuento de nunca acabar, porque nunca acabo. Cuando ya estoy terminando de armar algo viene otra exposición y debo rehacerlo y escribir. Ahora estoy empezando un libro que, sin ser un catálogo razonado, es una publicación de la vida y la obra de mis padres y su entorno ?revela.

La heredera abre las puertas de su casa ?ubicada al sur de la Ciudad de México? a Notimex para dar una muestra del vasto material que posee, del que todos los días descubre algo inadvertido, incluso cuenta con negativos y obras realizados en España, si bien recuerda que Kati vendió diversas obras a la Universidad de Salamanca.

Aunque el mes pasado el diario El País informó que se habían “descubierto” 500 negativos de un archivo desaparecido de Kati Horna en 48 cajas de madera de la Confederación Nacional del Trabajo de 1939, hallazgo realizado por una investigadora española, lo cierto es que las fotos nunca estuvieron perdidas.

Norah (Ciudad de México, 1951) platica que la CNT de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), instituto de Holanda que se forma aproximadamente en 1930 para guardar toda la historia sindical con una sucursal en París, cuando vio perdida la guerra y cae Barcelona, tomó el material y lo trasladó en camiones.

?Entrega ese material que finalmente llega a Holanda, me parece en 2007, junto con otros materiales, no sólo de mi madre. Incluso en 2011 saqué la nómina de mi mamá, porque quería saber de qué mes a qué mes había estado ahí ?relata Norah, tras lo cual muestra la copia de los cuatro meses que laboró Kati Horna en ese lugar.

 

Sobre el fascismo

El material contiene las portadas, los carteles, las fotos que Norah describe como “maravillosas”, que son la continuación de la propaganda de toda la historia de la Guerra Civil (julio de 1936 a abril de 1939), también se tiene el testimonio de cuando su padre, el dibujante José Horna, cubrió la retirada de Teruel y las tarjetas que le escribió a su madre en París, unas más dramáticas que otras: “En todo momento pienso en ti Kati y en la familia. Yo no puedo escribirte mucho, ni siquiera sé exactamente dónde estamos, dormimos en unas sillas con los compañeros, las metrallas nos persiguen todo el tiempo, se han perdido muchos compañeros” (fechado en 1939), escribió José Horna.

Norah recuerda que cuando su madre fue la última vez a París por material, ya no pudo regresar porque es cuando Barcelona cae y estaba “muy horrorizada con la guerra después de la matanza de 1937”, por lo que encontró a su padre como “un ángel de la guarda” porque “no gustaba celebrar con el fusil, ni era dogmático ni extremista”.

Norah Horna cree en la existencia de un problema de magnitud considerable en la obra de su madre, quien después de la CNT-FAI trabajó en la revista Umbral, que de alguna manera tenía que ver con la temática en la cual ella estaba inmersa, para la que realizó 47 portadas y más de 60 carteles de propaganda, así como fotomontajes con José Horna (España, 1912 / México, 1963).

?Toda la obra europea de mi madre, que habla del fascismo con Benito Mussolini en un frente y un Francisco Franco en el otro, rebasa toda su historia. Hace sus grandes obras personales como “Subida a la Catedral” y “Los Paraguas”, trabaja en películas fijas en España, trabaja en tres periódicos más y escribe en dos diarios franceses.

 

Republicana, no anarquista

En la chimenea de la casa de Norah Horna el retrato de Kati se encuentra alumbrado por una veladora; junto a él, una figurilla muy preciada para la fotógrafa que fue lo único que pudo ella tener de su natal Hungría que le fue enviada años después de que los nazis mataran a su padre y rompieran todo en su casa (actualmente la embajada de México en Hungría), pues ese objeto azul fue lo único rescatable entre los escombros.

Norah Horna divide la historia de Kati (Hungría, 1912 / México, 2000) en dos capítulos: cuando recupera a su padre, preso en un campo de concentración, y todo lo que hizo en México. Justo para reordenar y replantear la historia de su madre es que Norah está “construyendo” cada día el archivo de Kati Horna:

?Mi madre no era anarquista, sino republicana. La República cobijaba a todos. Sí era simpatizante de los anarquistas, pero no era militante. Simpatizaba con todo el proceso anarquista, no el dogmático, no el de muertos, sino toda esta visión de cooperativas.

Resalta que la CNT-FAI fue un encargo e incluso muestra uno de los cuadernillos rojos que se distribuían con imágenes sobre cuentos de miedo y calumnias fascistas. Por ello cree que no se puede decir que fue feminista ya que era un trabajo en donde le decían a dónde ir y qué hacer.

?Toda esa obra se la regresa al gobierno donde la había dejado en París. En esa época sí estaba perdida, pero en 1939 ella reimprime en México su obra y con eso también vive muy bien porque imprime “Los cafés de París”, los sitios de una urbe todavía esperanzadora, y se los vende al presidente Miguel Alemán.

En 1939 Kati Horna da a conocer el desecho del mundo en “Lo que va al cesto”. Un año después los fotogramas y los grandes retratos. Mathias Goeritz hace la exposición del movimiento de La Ruptura y en el centro la foto de “El Iluminado” de Kati Horna. Luego empieza con la docencia y las imágenes de la gran arquitectura:

?Rebasa por mucho la Guerra de España, la que a su vez rebasa lo que es la CNT-FAI como la construcción de los carteles y las portadas alucinadas con mi padre; y el proceso de los niños con los edificios. Se vuelven actores de todas las guerras y todo el humanismo…

Norah destaca los negativos de la serie de grandes actrices a las que fotografió a lo largo de 13 años, que suman más de 10 mil; y el material para las revistas Mujeres y Artes de México, el cual superan los 12 mil negativos. En fin, una infinidad de material el que se tiene para trabajar:

?Yo creo que habría que recrear y profundizar en su trabajo. Nadie que conozca a fondo a mi madre va a decir que ella es una militante, porque quien conoce a fondo la lectura, la mirada de mi madre ve en ella el terror que tenía de la muerte, de la guerra y del dogmatismo político, reflejados en sus fotos.

¿Qué es el archivo?, se pregunta Norah:

?Una manera de preservar y ordenar la historia de dos seres humanos con una enorme capacidad de trabajo, con talento, con amor, con compromiso, con misericordia. ¡Cuántas imágenes hay de altísima calidad! Hay miles todavía aquí

 

Cartas y recuerdos

Información, historias y materiales en demasía es con lo que cuenta la heredera de la fotógrafa Kati Horna, su hija Norah, quien prepara un par de libros y vislumbra una escuela de artes y oficios en donde se formen los futuros artistas de la lente.

Ana María Norah Horna y Fernández, su nombre completo, atesora los objetos y escritos de su madre, los cuales presume con orgullo:

?Tuve una familia maravillosa con el gran privilegio de que trabajaban en casa. Mi casa era la más hogareña de todas. Llegaba a comer Leonora Carrington ?la artista surrealista por quien precisamente Norah se llama de esa manera.

Además, Leonora (Reino Unido, 1917 / México, 2011) solía decorar los objetos de madera que su padre, José Horna, fabricaba para ella, tal fue el caso de una camita adornada con las mágicas criaturas de Carrington, la cual aparece en uno de los libros que se publicó con las obras de su madre.

?Mi madre es hija de los grandes banqueros de la burguesía en Hungría. A mi mamá no le interesaba sino ganar dinero para sus rollos. Su fotografía no es cosmopolita, porque siempre tiene que ver con su intimidad. No hay paisajes mexicanos, sino personas, miradas y objetos que tienen que ver con sus vivencias.

Norah adelanta que trabaja en un libro donde publicará el recorrido que hizo su padre desde el Teruel hasta llegar al campo de concentración con 10 mil hombres en el contexto de la Guerra Civil española mediante las cartas que José escribió.

Sin embargo, esas no serán las únicas misivas ya que también incluirá cartas que intercambió su madre Kati con otras personalidades como la ya referida Leonora Carrington y Remedios Varo: son más de dos mil las cartas que guarda Norah.

Destaca que acaban de recuperar las cartas de Karl Korsch (Alemania, 1886 / Estados Unidos, 1961), que les entregara un estudioso alemán: en la década de los cincuenta el teórico marxista llegó a la casa de Kati, quien le había guardado todos sus escritos.

También recuperaron las cartas de su madre que enviaba a Hungría desde el día que llega a México, en diciembre de 1939.

 

La formación de fotógrafos

Norah platica que le darán ayuda para crear una escuela de artes y oficios, recinto donde estará el archivo de su madre. Espera, asimismo, recuperar, mediante un convenio con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), todo lo relacionado con las clases en educación continua en la Academia de San Carlos de Kati Horna para que la gente pueda consultarlo.

En vez de hacer un museo, lo que estamos pensando es que la mejor forma de preservar la obra de mi madre es hacer un lugar vivo de investigación.

Aunque su deseo es hacer esta escuela antes de partir de esta vida, confiesa que requieren 30 millones de pesos para llevar a cabo tal proyecto, pero confía en que haya gente que pueda apoyarla con su objetivo de formar fotógrafos con licenciatura:

El fotógrafo en México no es un fotógrafo bien formado. Es un fotógrafo con gran talento, pero no siempre con la misma formación. Hay que regresar a lo análogo antes de lo digital, porque te construye la cultura interior del manejo fotográfico, porque con el análogo no hay desperdicio. Lo más grave en el trabajo digital es que la tecnología te come la sensibilidad: puedes hacer cien fotos sin importancia. En cambio tu rollo es de 20 imágenes, que deben ser relevates. Todo eso genera una deformación en la sensibilidad.

Kati Horna decía a sus alumnos: “La fotografía de alguna manera me ha permitido no hundirme en la tristeza, porque he recuperado mi historia, mi identidad, a través de lo que veo. Por favor, entiendan y reconozcan en ustedes su propio individuo, vean sus vivencias, cada uno. El gran Dios nos hizo algo maravilloso: cada uno es diferente, busquen sus vivencias y cuando vean una foto no piensen si es buena o mala, vean si lo que querían ver está ahí, y luego trabajen con el encuadre”.

Las palabras de la maestra quiere Norah perpetuarlas en la futura escuela.

 

 

 

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