POR SUSANA HERNÁNDEZ VALLES / NOTIMEX
A finales de la década de los 60 y principios de los 70, la coyuntura social y política de México era violenta, ser estudiante significaba ser un peligro para las autoridades, y ver pasar al Ejército y al cuerpo de granaderos por las calles de la Ciudad de México se había convertido en algo usual.
El clima en ese entonces era tan álgido que en algunas ocasiones, entre los recuerdos de los vecinos de la Roma –una de las colonias donde habitaba la clase alta y media alta del país y que se construyó a principios del siglo XX– está el paso de los camiones del Ejército por las noches.
Y esos recuerdos volvieron con Roma, película del director, guionista y productor mexicano, además ganador del premio de la Academia en 2014, Alfonso Cuarón, que narra la vida de una empleada doméstica de origen mixteco (su nana, en la infancia) que trabaja para una familia en dicha colonia.
Jaime de Jesús Escobosa Labiaga de 71 años de edad y vecino de esa colonia relata que su mamá lo mandó a Estados Unidos porque en el país era muy difícil ser estudiante.
“Yo iba en la prepa 8, mi mamá tenía medio por mí, por todo lo que estaba ocurriendo. En una ocasión íbamos en el coche hacia el Zócalo y escuchamos balazos, mi mamá sólo me gritó ‘¡agáchate!’. Era difícil en aquella época ser preparatoriano”, relata.
Escobosa Labiaga nació en la misma colonia, su abuelo construyó la casa donde habitan; ahí nació su mamá y después su único hijo. Detalla que sólo había casas y todos los vecinos se conocían; la gente era muy amable, ahora son pocos los vecinos nacidos ahí.
En la actualidad, la colonia está llena de edificios; ha cambiado mucho, hay más transporte y está muy céntrica. “Aun no veo la película, pero sin duda evocaría a mi infancia y juventud, a ver si esta noche puedo verla, para recordar los momentos de aquella época”, expresa.
David Manzano Martínez, quien tiene 64 años, menciona a su vez que llegó a la colonia a los seis meses de nacido. Vivía en la esquina de Monclova y Quintana Roo, “abajo había una tiendita que vendía dulces en vitroleros, a lado estaba una peluquería de la señora Amparo quien era conocida por toda la colonia”.
Señala que ese lugar era muy tranquilo, los niños y jóvenes podían salir a jugar o caminar a altas horas de la noche y no pasaba nada.
David recuerda que cuando eran jóvenes y se preguntaban de dónde venían, unos decían que eran de Guadalajara, otros de Puebla y ellos decían que eran “romanos” porque era un orgullo ser de ahí; eso cambió, cambió la colonia, llegaron muchas oficinas.
Asimismo, expone que sus vecinos eran personalidades de medios radiofónicos, políticos, cantantes, escultores y actores, entre los que destacan Joaquín Pardavé, así como el escultor Humberto Peraza.
Pero a partir de la década de los 80 la colonia empezó a cambiar, porque murieron las personas que construyeron sus casas allí. “Fue como en la década de los 20 aproximadamente, los hijos crecieron y se fueron; vendieron las casas, se construyeron edificios y llegó la proliferación de oficinas y más edificios”.
Manzano Martínez cuenta que en 1968 fue a la marcha del silencio con sus papás, quienes eran profesores del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y como estaba organizada por las universidades fueron a la procesión. En tanto, en 1971, recuerda el famoso “halconazo”, pero no acudió.
Raquel Avilés Escalona, de 70 años de edad y quien también nació en esa colonia, señala que ha cambiado mucho; dice que la zona está mejorada, ya que hay más y mejores cosas que antes, como comercios y transporte.
Sin embargo, añade, lo más triste de todo es qué hay más delincuencia y los asaltos se incrementaron, en especial en las calles que antes eran muy tranquilas, como Manzanillo, Tlaxcala, Medellín y Campeche.
Comparte que lo que más le gustaba era la tranquilidad en la que vivían y la comunicación entre los vecinos. La mayoría se conocían ya que muchos eran oriundos de ahí. Ahora ya no es así, los fines de semana la colonia se vacía y hay más delincuencia.
“En los años 70 yo vivía en Baja California, estuvo muy tremendo lo de esa época, lo de los estudiantes, pero no fui parte del movimiento estudiantil”, recuerda.
Aunque aún no ha visto el filme, está muy interesada en hacerlo, ya que le permitiría recordar esos días. A su vez, la señora Margarita de 65 años de edad cuenta que nació entre las calles de Viaducto y Manzanillo, y salía a jugar.
“Cuando era joven era difícil decir que uno era estudiante en la época de los 70. Había pasado lo del 68, no me tocó estar presente cuando pasó lo del Jueves de Corpus; fue muy terrible todo y fue un momento histórico para el país, pero no, no recuerdo que pasara una banda de guerra por aquí, como en la película”, manifiesta.
La Roma es muy famosa, aunque como diría uno de los sacerdotes de la colonia, la Roma nada más tiene “labial” porque realmente está muy mal en la actualidad, está muy descuidada.
En tanto, la señora de 90 años de edad, Lilia Martínez Taboada y que nació en la calle Quintana Roo, se considera la persona más “vieja” de la colonia. Compartió que acudió a una escuela inglesa, ubicada en la calle de Jalapa 44, ahí estudió primaria, secundaria y preparatoria.
“Estaba con el movimiento estudiantil. Pusimos un puesto en la escuela de medicina del Poli, y apoyábamos a los estudiantes. Fue una época muy difícil pero estábamos con ellos”, resalta.
Menciona que años después se fueron a vivir al Pedregal, luego regresaron a la Roma, y que la colonia se ha transformado para bien. Las personas son muy amables, la iglesia era el punto de reunión de los vecinos, ahí todos se encontraban y compartían sus anécdotas. “Por lo menos los de la cuadra, todos nos conocemos todavía, yo salía caminar a Álvaro Obregón, Insurgentes y Tonalá”.
Así, la Roma, una de las joyas de la Ciudad de México, sobrevive entre recuerdos, anécdotas, películas y retos por delante.