El presidente electo, Donald Trump, a lo largo de su campaña hizo blanco de sus ataques a los migrantes hispanos y en particular a los mexicanos, a quienes llamó “violadores” y “criminales”.
También prometió una y otra vez la construcción de un muro impenetrable en su frontera sur, y que sería el propio gobierno mexicano el que lo pagaría. Una vez electo, Margaret Huang, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Estados Unidos, dejó clara su postura: “Las observaciones xenófobas, sexistas y de odio que expuso Trump no tienen cabida en el gobierno”.
Huang asegura que como presidente electo, Trump debe comprometerse públicamente a defender los derechos humanos sin discriminación alguna. “Desde los campos de internamiento hasta el uso de la tortura, hemos visto resultados desastrosos cuando aquellos que elegimos para que nos representen se burlan de las obligaciones que tiene Estados Unidos de defender los derechos humanos. Todos los que han sido elegidos hoy, desde los cargos ejecutivos hasta el consejo de la ciudad, deben tener en cuenta estas lecciones”, afirma.
Por su parte, Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional, sabe que Trump provocó gran preocupación a lo largo de su campaña electoral y desde entonces “planteó grandes inquietudes sobre la fortaleza del compromiso que podremos ver por parte de los Estados Unidos con respecto a los derechos humanos en el futuro”.
Pero ambos saben que todo eso quedará atrás y que el recién electo presidente debe reafirmar y acatar las obligaciones que Estados Unidos tiene en materia de derechos humanos, nacional e internacionalmente.
