Por Christopher Sherman, Associated Press
Poco más de 8 000 inmigrantes buscan asilo en México. La mayoría huyen de la violencia de las pandillas en Honduras y El Salvador, y, en menor grado, en Guatemala. El éxodo está convirtiendo poblados del sur de México como Tenosique, en Tabasco, así como Palenque y Tapachula en Chiapas, en campamentos informales de refugiados.
La decisión de los inmigrantes de permanecer en México y no seguir a Estados Unidos está vinculada al reconocimiento creciente de los riesgos de cruzar el territorio mexicano y más recientemente a la retórica hostil del presidente electo estadounidense Donald Trump.
El número de las personas que buscan asilo en México este año es más del doble de los 3 423 solicitantes el año pasado, un incremento del 65 % en comparación con la cifra de 2014. Las solicitudes han aumentado en aproximadamente 9 % cada mes durante este año, dice la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
De acuerdo con la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), aproximadamente 4 000 de las 6 898 solicitudes que recibió hasta octubre de este año concluyeron el proceso completo y, de ellas, 2 162 solicitantes fueron admitidos como refugiados. Otros 414 aspirantes que no cumplían los requisitos recibieron otro tipo de protección gubernamental y no fueron deportados.
El número de los solicitantes de asilo sigue siendo una fracción del flujo total. Más de 400 000 inmigrantes —centroamericanos en su mayor parte— fueron aprehendidos a lo largo de la frontera de Estados Unidos durante el año fiscal que concluyó en septiembre.
Todo indica que los inmigrantes buscan asilo cada vez más. Ya hay un precedente: En las décadas de 1980 y 1990, México recibió a más de 40 000 guatemaltecos que huían de la guerra civil en su país y ahora no hay indicios de que la violencia actual que se vive en Centroamérica ceda.