POR LUCÍA BURBANO / PARÍS, FRANCIA
Los franceses tienen una cita con las urnas el próximo 23 de abril para elegir, en primera ronda, al que será su presidente para los siguientes cuatro años. Estas elecciones han tomado relevancia global, pues lo que suceda en territorio galo puede dejar a toda la región en uno de los siguientes escenarios.
El primero sería que el proteccionismo y el discurso antimigratorio se impongan en Europa y el mundo con el triunfo de la ultra derecha, que se sumaría a lo ocurrido con el brexit y la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en 2016. En el escenario alterno, estaría la oportunidad de que los franceses se rebelen contra esta tendencia para abrazar la unidad, la acogida y el hermanamiento como piedras angulares de una sociedad decepcionada con su actual gobierno y mermada por los ataques terroristas, pero fiel a los valores de igualdad, libertad y fraternidad que honra Francia.
Especialmente decisivo será el voto del electorado joven, aquel que está edificando los cimientos de su vida personal y laboral y cuyas expectativas vitales dependen del resultado de estos comicios, posiblemente los más determinantes por el contexto en el que se celebran desde que se estableció la V República, a mediados del siglo pasado.
Cinco son los candidatos principales que se presentan a estas elecciones. El republicano François Fillon, el socialista Benoît Hamon, la nacionalista Marine Le Pen y los independientes Emmanuel Macron y Jean Luc Mélenchon.
Nuevos y desencantados
Lise Etienne y Claire Gilliot, ambas estudiantes de Derecho, y Agathe Guerin, que cursa Fisioterapia, apenas sobrepasan la mayoría de edad. Se enfrentan, por tanto, a la responsabilidad de ejercer por primera vez su voto en unas elecciones presidenciales. “Personalmente, creo que la mayoría de las personas jóvenes no sienten una fuerte inclinación política”, afirma Gilliot, quien opina que pertenecer a un partido político es algo más propio “del siglo XX que del XXI”. Para ella, además, la división tradicional entre la derecha y la izquierda es un concepto “caduco”.
La falta de diversidad entre los candidatos es una de las claves de este desinterés, y para Etienne sólo el independiente Jean Luc Mélenchon y el socialista Benoît Hamon han logrado conectar con los votantes más jóvenes. “La mayoría de los candidatos son viejos”, denuncia. Esto, unido a la poca presencia de mujeres y representantes de otras etnias refleja, en su opinión, la ausencia de una pluralidad que no representa a la Francia actual.
Ella parece olvidar que Emmanuel Macron tiene apenas 39 años, lo cual lo convierte en el más joven de todos los candidatos.
Para Guerin, la falta de confianza en el estamento político se debe “a su falta de honradez” y a los casos de corrupción o nepotismo protagonizados, entre otros, por el candidato republicano François Fillon, que han generado un sentimiento de “impotencia” entre los votantes.
Emilie Phelouzat y Maud Lechevallier son compañeras de departamento en Lyon. Ambas tienen 29 años y tras haber votado en las presidenciales de 2007 y 2012 también se muestran desencantadas con la clase política.
“Ellos sólo se preocupan de sus carreras y de su beneficio propio”, dice Lechevallier. Phelouzat agrega que “ni nos escuchan ni les importa saber cuál es la opinión de los ciudadanos ante ciertas decisiones”.
“Cada gobierno ha resultado ser una decepción y este sentimiento ha ido creciendo con el paso de los años, así lo plasman las encuestas”, asegura el parisino Max Begon, de 30 años. Este sentimiento, según explican estos jóvenes, se debe al hartazgo y al rechazo que despiertan los dos partidos que mayoritariamente han gobernado Francia desde que se fundó la V República en 1959: el Partido Republicano (sucesor de la Unión por un Movimiento Popular) y el Partido Socialista.
“Esto explica el auge de partidos como el Front National (Frente Nacional)”, dice Etienne. Para ella, ambos partidos deberían llevar a cabo una “profunda renovación” para volver a contar con la confianza de los votantes y, aun así “sería muy complicado que la recuperen”. Gilliot no cree que este desencanto se deba a la ideología que representan, sino a los candidatos que encabezan ambas opciones.
“Otros partidos están copando un mayor espacio de influencia y cuentan con posibilidades reales, tal vez no para ganar las elecciones, pero sí para hacer un buen papel”, estima.
Para Begon y Lechevallier, estas son las elecciones más importantes que se celebran en su país desde que cumplieron la mayoría de edad.
“El contexto en el que se producen es complicado e incluso peligroso. Aunque no esté de acuerdo al 100 % con el programa de ninguno de los candidatos que se presentan, creo que como mujer y ciudadana es un deber votar, aunque sea en blanco”, afirma la segunda. Begon dice que es “el evento del año” y recuerda que el poder del presidente francés es especialmente importante en su país, “superior al que tiene parlamento”, explica.
Ataques electorales
Este escenario de desafección ha contado con la colaboración involuntaria del presidente saliente, el socialista François Hollande, cuya gestión sólo contaba con una aprobación de 4 % de los ciudadanos según una encuesta realizada por el diario Le Monde el pasado mes de octubre.
“El motivo es muy simple” –resume Begon– “su principal promesa fue la de reducir el desempleo, pero logró justo lo contrario. Lo mismo ha sucedido con la seguridad y una serie de leyes, como la reforma laboral impulsada por el primer ministro Manuel Valls en mayo, que se aprobó por decreto, algo que enfureció a los franceses”.
Lechevallier denuncia “el perenne estado de emergencia” en el que se encuentra el país tras los ataques terroristas de 2015, mientras que Etienne y Guerin señalan la falta de carisma del presidente saliente. Con Hollande fuera de la carrera por las presidenciales, Guerin cree que el debate debería centrarse en asuntos como la economía, la educación, el mercado laboral y el medioambiente. Begon agrega la seguridad y la inmigración como otros asuntos de vital importancia.
Sin embargo, al momento de hablar con estos jóvenes, opinaban que la campaña se está centrando más en los ataques personales entre candidatos que en la discusión de programas concretos. Esto tal vez se debe a que “muy poca gente basa su voto en un programa sino más bien en la personalidad de los candidatos”, denuncia Guerin.
“La campaña comenzó con mucho ruido por el caso de nepotismo de Fillon, la atención de los medios se ha centrado en esto y ha habido menos espacio para debatir los asuntos verdaderamente importantes”, opina Begon. Para él, la valía de cada uno de los candidatos comenzará ahora que han iniciado los debates televisados, algo que esperaba con ansia.
“Le Pen es una gran oradora y cuenta con un programa sólido, al contrario que el de Emmanuel Maron, al que puede penalizarle el haber sido ministro de economía en el gobierno de Hollande (entre 2014 y 2016) justo cuando el paro aumentó en Francia”.
Y en efecto, como parecía vaticinar Begon, en el primer debate televisado, ocurrido el pasado 20 de marzo, los candidatos más agresivos en sus ataques respectivos fueron justamente Marine Le Pen, representante del Frente Nacional, y el independiente Emmanuel Macron, un personaje que ha dado mucho de qué hablar en las últimas semanas, tanto en Francia como en la prensa internacional.
La irrupción de Macron, que se presenta a las elecciones como candidato del movimiento ciudadano En Marche!, creado en abril y que rápidamente logró el apoyo de más de 120 000 simpatizantes, despierta opiniones opuestas.
Para Begon, la clave de su popularidad se debe a la simpatía que cuenta entre los medios de comunicación y a sus contactos en el sector empresarial. “Con todos estos apoyos es normal que lidere las encuestas, pero aún tiene que definirse políticamente. Será interesante ver si mantiene el favor de los franceses una vez que desgrane su programa”, afirma.
El programa de Macron fue presentado a principios de marzo, un par de semanas después de esta charla con Begon. El resultado fue que, por primera vez, Macron dio la vuelta a Marine Le Pen en las encuestas.
Phelouzat y Lechevallier creen que su indefinición política –puesto que él se asume como un candidato “progresista y de centro”– ocasiona que su candidatura se centre más en su persona, algo que para Phelouzat es una novedad. “Francia jamás experimentó el auge de una figura similar”, declara.
Definida por Francia
Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia y Luxemburgo son los estados que fundaron la cooperación económica europea en 1951. Una victoria del Frente Nacional traería consigo la convocatoria de un referéndum para abandonar la Unión Europea (UE), tal y como lo hizo el Reino Unido en 2016.
Para Max Begot, quien hace siete años vive en Londres y cuyo voto irá para el partido de Marine Le Pen, un eventual “Frexit” no supondría un impedimento para atraer talento: “Yo considero que he sido invitado por los ingleses para contribuir a su mercado laboral, ya que abandoné mi país por la falta de oportunidades laborales. Pero si ellos han cambiado de opinión y han decidido que no nos necesitan, pues no pasa nada”, justifica.
Sin embargo, Gilliot cree que este escenario desencadenaría un efecto rebote en el resto de Europa, ya que incrementaría los discursos populistas y por consiguiente las reacciones de los defensores de los derechos civiles, tal y como ha sucedido en Estados Unidos tras la victoria de Donald Trump. Una eventual salida francesa conllevaría, en su opinión, “la destrucción de la UE”. Phelouzat también cree en la teoría de los vasos comunicantes y señala la influencia del brexit en Francia, y viceversa, como una realidad imposible de ignorar.
La UE no despierta demasiadas simpatías y es vista con recelo. Lechevallier resume el sentir general sobre su papel y su influencia en los países que la componen, tildando al organismo europeo de “administrativo” y “poco comunicativo”.
“Tal vez porque nuestra generación siempre estuvo acostumbrada a cruzar las fronteras entre los estados miembros no pensamos demasiado en la posibilidad de que esta situación pueda cambiar”, reflexiona.
Por su parte, Begon valora el papel pacificador de la institución pero reconoce que la mayoría de la población no está al corriente de las resoluciones que se toman desde Bruselas. “A menudo los ciudadanos no vinculan ciertas decisiones tomadas a nivel europeo con el impacto que provocan a nivel local”, algo que, en su opinión, está cambiando gracias al mayor acceso a la información y por la menor dependencia de “los medios de comunicación oficiales”.
Predicciones
El sistema electoral francés está compuesto por un sistema mayoritario a dos vueltas, en el cual, si ningún candidato obtiene una mayoría absoluta en la primera ronda, se celebra una segunda en la que suelen primar las alianzas ideológicas. Así sucedió, sin ir más lejos, en 2002, cuando el republicano Jacques Chirac concentró el voto de la derecha y de la izquierda para evitar la victoria en segunda ronda del fundador del Frente Nacional Jean-Marie Le Pen, padre de la actual candidata.
Al principio de la campaña, Fillion se postulaba como uno de los dos candidatos finalistas, sin embargo, todos los jóvenes menos Begon dudan que llegue tan lejos. “Este nuevo escenario puede abrir las puertas a un candidato de la izquierda, tal vez Hamon, pero yo espero que sea Macron por el aire de renovación que representa”, expresa Gilliot.
Etienne también opina que el candidato centrista llegará lejos en estas elecciones, aunque ella espera que sea Hamon quien las gane por su “agencia social, medioambiental y europeísta”. Guerin se muestra indecisa entre el candidato socialista y el centrista Macron y cree que el primero será el que se bata, en esto coinciden todos, contra Marine Le Pen. Begon concede que sean quienes sean los duelistas finales, el resultado será “apretado”. Justifica su voto al Front National al afirmar que desea un futuro próspero y seguro para su hijos, en el cual no “sientan miedo de ser atacados cuando pasean por la calle”. No obstante, las encuestas señalan –hasta el cierre de esta edición– que los protagonistas de este duelo serán Macron y Le Pen, lo cual sería el histórico desplazamiento de los partidos dominantes en Francia.
Phelouzat sueña con un enfrentamiento entre los izquierdistas Mélenchon y Hamon, algo que cree será “casi imposible”, pero defiende esta opción afirmando que “tengo el derecho de soñar con mundo mejor”. Por último, Lechevallier espera ver a Mélenchon en el Elíseo por su “transparencia y realismo”. El desenlace lo conocerá el mundo el próximo 23 de abril.