POR LUCÍA BURBANO
En el sector de la moda, el modelo de usar y tirar nacido en Occidente se ha convertido en una práctica que ya se replica en los países más habitados del mundo; India y China consumen 6.5 kilos de ropa por persona al año y si este último alcanza los 1 450 millones de habitantes en 2030, como prevé la Organización Mundial de Salud, esto se traduciría en un mercado de casi 19 millones de toneladas de prendas, una barbaridad.
Este modelo está eliminando la costumbre y mentalidad ecológica de las abuelas, que con hilo, aguja y dedal en mano, se dedicaban hasta hace poco a reparar piezas de ropa desgastada o transformar la rota en trapos de cocina o fundas de almohada. Nada se tiraba.
Inspiradas por esta práctica, pero con una visión renovada y orientada hacia el diseño y la creación de un proceso de confección más sistematizado, Núria Nubiola y Montse Bayen fundan en 2013 By my Eco, una asociación de Barcelona que en sus inicios comenzó organizando talleres y actividades donde empleaban parte de los residuos generados in situ como herramienta de sensibilización sobre nuestros hábitos de consumo.
“En estos talleres, los residuos se convertían en un producto de downcycling o infrareciclaje –el proceso que convierte materiales de desecho en nuevos materiales o productos de menor calidad– aunque el inconveniente es que tienen una durabilidad limitada”, explica Nubiola. Con esto en mente, las dos mujeres empezaron a dar vueltas a la idea de crear un producto que fuera de upcycling o suprarreciclaje, que es la transformación de un objeto sin uso o destinado a ser un residuo en otro de igual o mayor utilidad y valor.
Se habla mucho de lo dañino que es para el medio ambiente el plástico o la industria cárnica, pero de hecho, la textil es la segunda más contaminante; su producción genera el 3 % de todo el dióxido de carbono del planeta, unas 850 millones de toneladas, según el informe Timeout for fast fashion de Greenpeace. En España, se tiran 326 000 toneladas de ropa al año y Estados Unidos se lleva la palma con 13 millones.
APUESTA CIRCULAR
En su proceso de sistematizar el upcycling, las emprendedoras probaron varios tejidos. Al final decidieron apostar por la tela vaquera porque es un material resistente, que todo el mundo tiene en su armario y que se desecha en grandes cantidades.
Su momento eureka llegó cuando la madre de Bayen le regaló un bolso hecho por ella misma y confeccionado en este tejido, inspirándolas a lanzar varias líneas de ropa y accesorios con vaqueros no aptos para la venta. En 2016 crean una marca propia llamada Back to Eco, que cuenta con una tienda física en Barcelona, otra en línea y un taller en el que trabajan dos costureras, Hanane y Bessy. Bouba, el único hombre del equipo, se encarga de cortar las telas a máquina. Los tres provienen de programas de inserción laboral del Ayuntamiento de Barcelona y de la organización Cáritas. Además de realizar sus tareas, los tres participan habitualmente de las juntas, donde aportan sus ideas sobre los diseños y los patrones de la colección.
Los vaqueros los obtienen de Solidança, una entidad sin ánimo de lucro y miembro de Roba Amiga, una federación de asociaciones que se dedican al reciclaje textil e inclusión social en Catalunya. “Ellos nos traen entre 500 y 1 000 kilos de piezas en camión y en vez de pagarles como hacíamos al principio ahora producimos las cortinas de sus tiendas”, explica Nubiola. Este tipo de pantalón, sobre todo el que está roto, tiene poca salida en el mercado. Solidança vende otras partidas a Paquistán, donde los trituran con el fin de convertirlos en tejido. La dificultad de la tela vaquera radica en el número de materiales mezclados que la componen y su dificultad para separarlos, lo que provoca que pocos se enfrenten a la tarea de sistematizar un proceso de upcycling que alargue su vida útil.
Una vez en el local, separan aquellos que tienen elastina de los que no, ya que trabajan con telas más rígidas. También descartan los que están manchados o son de talla infantil. Tras lavarlos y cortarlos, las costureras confeccionan diferentes prendas y complementos como bolsos, mochilas, delantales o fundas de almohada siguiendo varios patrones que fueron creados por dos diseñadores que contrataron cuando arrancaron el proyecto. También hacen encargos individuales y para empresas, y muchas de las ideas las obtienen de sus clientes, que les piden desde fundas para computadoras portátiles hasta colchas.
“Hemos logrado implementar un proceso de confección más sistematizado que recuerda más a un modelo industrial que a uno artesano. Cortamos y cosemos en tandas de veinte, por ejemplo, con la finalidad de no perder mucho tiempo. Esto nos permite ofrecer unos precios más ajustados y que el negocio sea viable. Esta es nuestra obsesión; que nuestros productos sean accesibles para el gran público”, argumenta Nubiola. Núria cuenta con la carrera de Ciencias Ambientales mientras Bayen es bióloga. Esta última dirigió previamente una consultora ambiental mientras que la primera cuenta con experiencia en la gestión de varias organizaciones sin ánimo de lucro.
CERRAR EL CÍRCULO
De momento han “salvado” 5 400 kilogramos de vaqueros. Siguiendo el criterio de la economía circular, ofrecen también a sus clientes reparar sus pantalones rotos o asistir a algunos de los talleres que continúan realizando a cambio de sus pantalones rotos. Si estas opciones no los convence, les ofrecen un euro de descuento para gastar en la tienda.
Durante la segunda mitad del año, comparte Nubiola, tienen entre manos acabar de desarrollar e implementar el proyecto de innovación REFILA by Back to Eco, financiado por la Agencia de Residuos de Catalunya, y con el que quieren crear un nuevo tejido reciclado. “Cuando recibimos los vaqueros, una parte se destina al upcycling mientras que el resto, bien sea porque son restos de cortes o porque es un producto nuestro, cuyo ciclo de vida ha terminado, lo trituramos para convertirlo en un hilo, que mezclado con fibras vírgenes vegetales como el algodón orgánico, fibras de eucalipto o de pino, se transforma en un tejido ecológico reciclado”, explica. Con el propósito de desarrollar el proyecto, cuentan con un socio de renombre como es la austriaca Lenzing, una marca que es referente mundial en fibras textiles orgánicas.
“La idea es que el vaquero se convierta en una pieza, y cuando esta ya no pueda utilizarse más, el cliente nos la devuelva para que le saquemos las piezas metálicas y lo enviemos a triturar con el fin de convertirlo en este nuevo tejido con el que haremos una colección. El día que esté roto o viejo nos lo devuelves y lo volvemos a triturar para completar así el círculo”, dice Nubiola.
Parte de su éxito se lo deben a la formación continua. Nubiola ha recibido asesoramiento como parte de un programa para emprendedores de la Generalitat de Catalunya, que le abrió los ojos respecto a la importancia de contar con un taller propio dónde gestionar mejor los procesos y que abrieron el año pasado. Además tienen un asesor de la escuela de negocios ESADE en Barcelona, con el que se reúnen periódicamente con el objetivo de que su modelo de negocio esté al día.
La muestra de que están haciendo bien las cosas es la selección de Nubiola como una de las 300 líderes de opinión de España en materia de economía circular e innovación. El 6 de julio asistió a la Cumbre Innovación Tecnológica y Economía Circular en Madrid, organizada por la Fundación Advanced Leadership (ALF) y la Fundación INCYDE, una jornada de formación que contó con la presencia de Barack Obama, sir Christopher A. Pissarides y Finn Kydland, galardonados con el Nobel de Economía en 2010 y 2004, respectivamente, y Barry Barish, Nobel de Física de 2017.
Ambas están muy solicitadas en los foros de moda sostenible y dan clases en la Universitat Autònoma de Barcelona. El curso que viene lo harán en la Universitat Pompeu Fabra, donde compartirán con los alumnos su visión y modelo de negocio.
El año que viene, dice Nubiola, esperan completar el proceso de sistematización de REFILA y contratar más personal que les permita crecer para expandirse internacionalmente.