Por Martha Pskowski
Abres la bolsa y tocas los granos, los acercas a tu rostro y aspiras profundamente para dejarte hipnotizar con su inigualable aroma. Pones un poco en ese molino que tanto aprecias cada mañana y luego, de lleno a esa cafetera que le da tanto estilo a tu cocina. Cuando está listo, la casa se impregna de ese olor que te despierta por completo. Lo sirves en tu taza favorita y luego tomas tu smartphone, haces tu mejor toma, de preferencia desde un ángulo cenital y ¡click!, en menos de dos segundos ya está en tu galería de Instagram y sólo pones un emoticono de placer y el hashtag #Coffeelovers. ¿Así son tus pequeños momentos de felicidad cada mañana?
No queremos romper tu corazón cafetero pero, ¿sabías que hay algo que podría robarte semejantes experiencias? Pues sí, los productores de café están entre los primeros afectados por el cambio climático en México, debido a una plaga que estalló en el territorio nacional desde 2012. Se trata de la roya del café, un hongo que ataca las hojas del cafetal y prospera en climas cálidos y lluviosos. Debido al cambio climático, cada vez más cafetales son susceptibles a esta peste.
La crisis en México es apenas un avance de lo que podemos esperar a nivel mundial en las próximas décadas. Según un estudio del Instituto de Clima de Australia, si no hay acción fuerte para detener el cambio climático, hacia el año 2050 se perderá hasta 50 % del área mundial adecuada para producir café. Es decir, si queremos seguir disfrutando un rico café todas las mañanas, hay que preocuparnos por el clima.
En México, debido a la roya, se ha perdido hasta 70 % de la cosecha en algunas zonas. A nivel nacional, la producción total de café bajó de 4.5 millones de bolsas de 60 kilos en 2010, a 2 millones en 2016.
Hay unos 500 000 productores de café a pequeña escala en México, y en total 5 millones de personas dependen del sector cafetalero. Para los productores que pierdan sus cosechas, los impactos del hongo pueden ser catastróficos.
A pesar de la crisis de producción, el consumo de café crece en México. Según un estudio de Nestlé hecho en 2016, se consumen en promedio 215 tazas de esta bebida anualmente per cápita; se estima que en 2025, aumentará a 39 %, es decir, a 300 tazas por persona cada año, aunque si la producción continúa a la baja este incremento sólo provocará que no te quede más remedio que tomar café importado. De esta manera, además de aumentar tu propia huella de carbono como consumidor, serás parte del problema del campo mexicano.
Organizaciones de productores, investigadores científicos, junto con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), trabajan en estrategias para combatir el hongo y levantar la producción del café mexicano, pero es tiempo de que los consumidores también nos preocupemos.
UN VIEJO PROBLEMA
Los primeros registros del patógeno de la roya son de la década 1860, en África del Este y Sri Lanka. Esta plaga devastó tanto la producción de café en Sri Lanka, que la cambiaron por té, ahora el producto más ubicuo de la región. Después llegó a Brasil en 1971 y hasta ese entonces los gobiernos de Centroamérica y México se empezaron a preocupar. Para 1981, la roya fue detectada por primera vez en este país.
Entonces, diversos investigadores trabajaron con el gobierno mexicano para desarrollar una variedad de café resistente a la roya y adaptada al clima natural de la región. Esta variedad se llama “oro azteca”. Sin embargo, pocos productores cambiaron sus cafetales a oro azteca porque no percibían al hongo como un riesgo grave. El futuro los alcanzó y en 2012 la roya empezó a arruinar las cosechas.
“2012 fue un parteaguas, marcó un antes y después en la historia del café en México”, dice Juan Francisco Barrera, quien ha estudiado plagas de café por más de dos décadas. Nunca se había enfrentado a algo como la actual crisis de la roya que empezó en Chiapas y en los últimos años se ha extendido a Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Puebla.
Las variedades de café están divididas en dos tipos principales: robusta y arábica. La mayoría del café en estados como Chiapas es de arábica, que es más susceptible a la roya.
Las temperaturas altas y los cambios en los patrones de las lluvias son efectos directos del cambio climático y contribuyen a la extensión de este hongo. Los cafetales ubicados a más de 1 600 metros sobre el nivel del mar ahora la padecen, algo que no se observaba antes.
“La temperatura está dando la oportunidad para que la roya llegue a estos niveles”, explica Barrera. El estudio del Instituto de Clima de Australia describe cómo los cambios en el clima van a forzar a los productores a sembrar en tierras más altas. Eso provoca deforestación, erosión y pérdida de biodiversidad.
LAS ESTRATEGIAS
Eduardo Morales es el dueño del café Shiniyucu, en Oaxaca. Dice que la roya ha bajado la producción de café en la Mixteca Alta, donde compra su café. Han tenido que subir el precio en las ventas en grano en Oaxaca. Para el consumidor, representa un aumento de 20 %. Shiniyucu es parte de una nueva ola de empresas que comercializan café “de especialidad” para el consumo nacional. Antes el mejor café solamente se exportaba a Europa, Estados Unidos y Japón.
En una visita a la Mixteca Alta, productores del pueblo Yucuhiti me mostraron sus cafetales. Es fácil ver cuáles plantas estan infectadas con el hongo –las hojas tienen marcas amarillas que parecen una quemadura. La planta pierde sus hojas, que funcionan como el sustento para producir la fruta, el grano del café. Sin las hojas, las plantas no producirán el grano el año siguiente.
De 1989 a 1990, el sector cafetalero sufrió una crisis profunda de la cual surgió el movimiento de café orgánico en México. Los bajos precios del café impulsaron a los productores a buscar nuevos mercados, y empezaron a vender café orgánico a Europa y luego a Estados Unidos.
Sin embargo la crisis de la roya ha requerido estrategias modernas. Una es la introducción de nuevas plantas, resistentes a la plaga. El Gobierno, a través de la Sagarpa, ha distribuido plantas a pequeños productores, pero agrupaciones como la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC) han criticado los apoyos por ser insuficientes y discrecionales.
También hay fungicidas para combatir al hongo. Los fungicidas “de contacto” son más baratos, aunque no son completamente efectivos. En cambio, los fungicidas “sistémicos” son más efectivos, no obstante, son caros para los pequeños productores. Mas un café orgánico no debe ser tratado con fungicidas comunes, por lo que organizaciones como la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca (CEPCO), han aplicado fungicidas que no violan las reglas del mercado orgánico.
Hay científicos que apuestan por soluciones holísticas, toman en cuenta la agro-biodiversidad y el equilibro de todo el ecosistema del cafetal, mucho más allá de la planta de café en sí misma. Investigadores de la Universidad de Michigan han estudiado un hongo conocido como “el halo blanco” que aparentemente mata la roya.
No obstante, Barrera explica que este tiene 50 mutaciones. “En cualquier momento, muta y genera una nueva variedad”, dice. Por eso la importancia de seguir estudiando el fenómeno.
“Sin la investigación va a ser difícil salir de estos problemas. Pero el gobierno da muy poco financiamiento a la investigación”, en pocas palabras, es un ciclo sin fin.
QUÉ HACER
El gobierno federal ha reconocido los grandes retos en el sector cafetalero, y en julio de 2016, Sagarpa anunció que van a resucitar al Instituto Mexicano del Café, un organismo del Gobierno que anteriormente apoyaba a los productores.
La dependencia gubernamental publicó que la meta es “llegar a una producción de 4.5 millones de sacos (de 60 kilos) para la cosecha 2018-2019, y dejar las bases para un incremento anual con el fin de llegar en 10 años a los 10 millones de sacos”.
Poco a poco el sector se recupera de las pérdidas de la roya. En 2017, se estima que la producción subirá 200 000 bolsas y alcanzará los 2.2 millones de éstas. No obstante, el cambio climático va a presentar todavía más retos para el sector.
El Instituto del Clima de Australia recomienda que los consumidores de café compren marcas que paguen precios justos a los productores, para ayudarlos a que se adapten al cambio climático. Aquí en México tenemos la suerte de tomar café de productores nacionales. La próxima vez que disfrutes una taza de café mexicano, piensa cómo podemos ayudar a que sigan produciendo por muchas generaciones más, y en qué tanto la forma en la que te transportas o los procesos de producción de los artículos que consumes aceleran el cambio climático, el cual está matando a los cafetales que te han dado tanto placer cada mañana.