Tener más de 18 y menos de 30 años pareciera ser el único requisito formal para ingresar a lo que asemeja el sueño hecho realidad de cualquier geek del mundo: acceso libre y gratuito a todo el conocimiento y equipo que requieres para aprender a programar software. Sin embargo, si todo fuera así de sencillo, seguramente esta peculiar escuela que nació hace cuatro años en París estaría abarrotada, con estudiantes del mundo entero haciendo fila para entrar.
Pero no es así. A pesar de ser gratuita y haber sido recientemente calificada por CodinGame como la mejor escuela de ciencias computacionales del mundo, fuera de Francia realmente es poco conocida, salvo en Silicon Valley donde desde hace un año funciona el segundo campus de este innovador proyecto educativo que, pronto, tendrá un tercero en la ciudad francesa de Lyon.
Si buscas en Internet, encontrarás varios foros donde se habla de lo difícil que es ingresar a esta escuela única en su tipo, pues hay que pasar un “reto de admisión” tan difícil como sacar la cabeza de una alberca cuando no sabes nadar; no obstante, si sigues leyendo verás que vale la pena perder el miedo y sumergirte en “la piscina”, como conocen muchos al proceso de ingreso a L’Ecole 42.
CodinGame, sitio especializado que organiza desafíos de tecnologías de la información (TI) dentro de una comunidad global de más de 650 000 desarrolladores, asegura que los estudiantes de Programación de L’Ecole 42 tienen el mejor rendimiento, por encima de los egresados de escuelas como la North Carolina State University, en Estados Unidos; el Polytechnique Montréal, en Canadá o el Tokyo Institute of Technology, en Japón.
¿Cómo es que un lugar donde no hay maestros, abierto a cualquier persona joven del mundo y de acceso gratuito ha logrado esta posición?
EL CREADOR DEL OVNI
Es tan difícil clasificar o describir el concepto de la Escuela 42, que la prensa francesa la ha llamado “el ovni de Niel”. ¿La razón?: igual que un objeto volador no identificado, este proyecto es tan innovador que casi cuesta trabajo identificarlo, pues rompe con todos los paradigmas de la educación formal. La segunda parte del mote, se la debe a su fundador: Xavier Niel, un millonario de 44 años, CEO y fundador de Free, empresa de telefonía creada en 1999 y que actualmente es el segundo proveedor de banda ancha de Francia. En enero de 2017, Niel presentó Fee Mobile, el cuarto operador móvil del país que apuesta por la base de la pirámide, con un modelo de negocio centrado en bajas tarifas, muchos beneficios y una comunidad abierta de wifi gratuito.
Este hombre es la pesadilla de muchos multimillonarios. Y no es que Niel sea filántropo, simplemente su enfoque está en los que menos tienen, un mercado por el cual no muchos apuestan en Europa.
Aunque según Forbes, Xavier Niel está muy lejos de ser el magnate tecnológico más rico de Francia, aun así su fortuna es considerable y ha decidido dedicar una parte de ella a formar los talentos que requiere la industria de las TI. Niel decidió crear 42 para resolver un problema social: las y los jóvenes más talentosos no pueden ingresar a una universidad, o bien desertan de las escuelas tradicionales por falta de modelos atractivos que los guíen para construir su propio conocimiento.
Así, los retos que esta peculiar escuela busca vencer son la falta de igualdad en el acceso al conocimiento especializado de la programación de software, una herramienta que cada vez se hace más indispensable para los nuevos profesionales, y el desfase que hay entre la manera en la que este conocimiento se enseña en las universidades tradicionales y el estilo de vida real de los jóvenes actualmente.
Hace poco, fue viral en redes sociales una nota curiosa: Marc Zuckerberg pedía consejo a Bill Gates para por fin graduarse. Es bien sabido que ninguno de los dos magnates tecnológicos poseía un título universitario cuando crearon Facebook y Microsoft, respectivamente. Xavier Niel es el caso francés. Tampoco cuenta con un diploma universitario y por eso, en la escuela 42, ni los pide ni los da.
SALIR DEL CONFORT
Si para estas alturas te preguntas “¿cómo se juega esto?”, la respuesta es simple. Tal cual, como un juego de video de esos que tanto nos enganchan. Para completar el programa que se ha diseñado en 42, los estudiantes deben “pasar” 21 distintos niveles de un software diseñado para que aprendan a ser los mejores programadores del mundo. Y eso suena fácil, porque lo realmente difícil es salir vivo de la alberca.
“Hace cuatro años, yo estudiaba la carrera de Derecho en la universidad cuando abrieron 42. No estaba seguro de si debía renunciar a mi comodidad para lanzarme a lo desconocido. Podía haber seguido una vida estándar, donde estaría tranquilo y seguro. Era difícil hablar de 42 con la gente. Yo tenía miedo al fracaso. Cuando decidí intentarlo y lo logré, dejé de ser esa persona. Hoy tengo confianza plena en lo que hago y me encanta. ¡Nunca he sido más feliz! Mentiría si dijera que todo esto se lo debo a 42, pero es obvio que la formación que tuve allí ha jugado un papel importante para que eso pasara. Yo lo que le digo a quienes me piden consejo para ingresar a 42 es que en estos años, seguro ha habido chicos más despistados, más introvertidos, o más pobres que yo o que cualquiera, pero que lo han intentado y han obtenido resultados brillantes”.
Ese es el comentario que Olivier Tran da, a quien le ha compartido su miedo a intentar ingresar a la Escuela 42. El joven que le hace la pregunta no es francés, su casa está en África, sin embargo ha conocido la historia de Olivier mediante Youtube, donde subió el video L’Ecole 42- 3 ans plus tard (La escuela 42 – 3 años más tarde). Es en los comentarios de ese video donde se suscita esta conversación, a la que además se adhieren más personas, algunas son egresadas de 42, otras aún son estudiantes, otras tienen curiosidad y desde diferentes partes del mundo hacen preguntas, lo mismo en inglés que en francés.
El video ha sido reproducido casi 10 000 veces en los seis meses que lleva en la plataforma, pero la conversación se ha mantenido viva todo ese tiempo. Olivier siempre responde porque dice que él hubiera querido tener quien lo orientara. Le agradecen por ello y por la autenticidad de sus respuestas, además 90 % confirma que la conversación le ha servido para perder el miedo a “meterse en la piscina”.
El proceso de admisión es un reto tan peculiar justo porque un modelo innovador como el de 42 no es para cualquiera. Olivier aconseja a los que tienen miedo, que prueben aprender a programar de manera autodidacta en sitios como OpenClassroom, EDX, Coursera, Khan Academy, todas plataformas gratuitas aunque algunas un tanto superficiales para aprender código. Ahora que si se tiene un poco de dinero, Udemy es excelente y a un costo muy accesible.
Y es que si bien 42 es un programa gratuito, lo cierto es que es intensivo y debes moverte de tu lugar de origen para vivir en París, San Francisco o Lyon a fin de ingresar, y no siempre será sencillo mantenerte en esas ciudades, aun si la escuela no tiene costo.
Por eso en la escuela, en la planta alta, pueden verse los improvisados dormitorios de quienes están en el proceso de admisión. Colchones inflables, cobijas, ropa tendida y mochilas por doquier es lo que se ve en algo que parece un campamento para buscadores de conocimiento.
PISCINA A FONDO
“Se debe estar loco para registrarse en la piscina”, dice un joven en un foro de Internet donde los geeks conversan. Entre el mito y la verdad, lo cierto es que el proceso de selección no es nuevo, sólo que no se usa en las escuelas tradicionales. El reto consiste en que los aspirantes creen código y programen software durante un mes, de forma continua. El método lo ha popularizado 42 pero ya existía. Nació en la Escuela de Informática y Tecnología Avanzada de Francia (EPITA, por sus siglas en francés) hace treinta años, después se perfeccionó en la Facultad de Ciencias de la Computación y luego, Nicolas Sadirac, el cofundador de Escuela 42, lo llevó a su proyecto.
En el pasado, la piscina no era un proceso de selección, sino una suerte de iniciación para crear fuertes vínculos de solidaridad entre los estudiantes, sin embargo en la Escuela 42 se convirtió en un proceso de selección pues la integración es fundamental en un proyecto de educación colaborativa como este.
Esta piscina consiste en sobrevivir a cuatro semanas intensivas de programación. “Lo más difícil es tal vez el ambiente. Estar 24 horas programando, con la misma gente, sin ninguna privacidad”, explica el cofundador. Este no es un reto para cualquiera; no obstante, el desafío es tan difícil que se provoca en automático que las y los participantes se ayuden entre ellos.
El porcentaje de abandono del programa durante estas cuatro semanas no es tan alto como podría esperarse, a pesar de la dificultad, apenas es entre 10 y 15 %, lo cual demuestra que los jóvenes sí pueden responder bajo presión y que la resistencia sí es una de sus cualidades, cuando encuentran motivación en sus actividades.
Además de la tolerancia, hay otras cualidades que los estudiantes de 42 deben tener y que son detectadas por los mentores durante la piscina. Se buscan personas que disfruten lo que hacen y no tengan miedo al fracaso, que no les moleste empezar de nuevo. Porque eso es el día a día de un desarrollador, un entorno incierto donde todo puede borrarse y habrá que empezar de cero.
Otras competencias clave pueden ser la capacidad para trabajar en equipo, la agilidad y la motivación. Lo realmente importante en 42 es que los estudiantes tengan la capacidad de aprender y cuestionarse a sí mismos. ¿Será que las escuelas de todo el mundo deberán comenzar a cambiar sus prioridades siguiendo el ejemplo de la piscina de Niel?