Revista Cambio

Salvar la historia

Por Chris Gillette / Associated Press

Un equipo de académicos estadounidenses trabaja contra el reloj para preservar millones de documentos históricos cubanos antes de que los elementos y las malas condiciones de almacenamiento los destruyan.

Muchos de los archivos arrojan luz sobre el comercio de esclavos, una parte importante de la historia colonial de la isla que se entrelaza con la de Estados Unidos. David Lafevor, profesor de Historia en la Universidad de Texas en Arlington, y su hermano Matthew, profesor de Geografía en la Universidad de Alabama, trabajan desde 2005 para digitalizar millones de documentos que se deshacen en húmedos almacenes en la isla.

Su último proyecto es una colaboración entre la Fundación de la Biblioteca Británica y la Universidad Vanderbilt para capturar casi dos millones de documentos en formato digital, un tesoro con entradas de mediados del siglo XVI sobre la temprana vida en la isla y el comercio de esclavos.

Según David Lafevor, los archivos cubanos no tienen equivalencia en Estados Unidos, donde los esclavos eran considerados posesiones, no seres humanos. Aunque en lo relativo a la esclavitud no eran menos crueles que sus vecinos del norte, los españoles reconocían la “persona” del esclavo una vez que se bautizaba en la iglesia católica. Su nacimiento, estado civil, origen y fallecimiento están documentados en los registros municipales y almacenados en archivos eclesiásticos, lo que deja un increíble rastro histórico de los negros y sus vidas en América.

La Iglesia se convirtió en la depositaria de parte de esta historia por su papel central en la vida en la isla y porque sus responsables eran minuciosos documentalistas, que solían ser además los más educados en sus comunidades, manifestó David Lafevor en una entrevista.

Mientras digitalizaba algunos documentos en la localidad de Colón, un puesto de comercio de esclavos a unos 175 kilómetros (unas 110 millas) al este de La Habana, Lafevor descubrió la existencia de un pueblo cercano fundado por antiguos esclavos estadounidenses que huyeron de la Florida española.

El pueblo, Ceiba Mocha, era conocido en su día como Ceiba Mocha de la Nueva San Agustín, en referencia a la ciudad que ejercía de capital de la Florida española en el siglo XVIII. Ninguno de sus residentes conocía su origen.

La Iglesia católica de Cuba ha jugado un importante papel en el proyecto de conservación, al proporcionar acceso a los archivos eclesiásticos en toda la isla y mediante su ayuda en la identificación de los papeles importantes.

Funcionarios de la Iglesia, como el diácono Felix Knight de la iglesia colonial Del Espíritu Santo de la Vieja Habana, escondida entre un manojo de callejuelas estrechas en el corazón colonial de la ciudad, trabajan con los académicos para encontrar y preservar los documentos.

Los libros, separados en archivos de “negros” y de “blancos” reflejan la vida y los aspectos de la conducta sacramental de ambas razas, explicó Knight y señaló además que lo importante es conservar tantos como sea posible.

Es especialmente importante preservar la historia de la comunidad afrocubana, que no está bien documentada en la isla, agregó.

La esclavitud se abolió en Cuba hasta 1886, y los esclavistas estadounidenses utilizaron la isla como punto de transbordo para la mano de obra que iba a los mercados del sur de Estados Unidos.

El proceso de digitalización es un trabajo minucioso. Consiste en sacar cuidadosamente los antiguos volúmenes del lugar donde se almacenan, colocarlos sobre una tela negra que sirve de fondo y abrir cada página lentamente para fotografiarla. Cada libro tiene en promedio varios cientos de páginas, todas en distinto estado de conservación, con la escritura apenas legible por el paso del tiempo y la acción de los elementos.

Los volúmenes recubiertos en cuero son bastante resistentes al paso del tiempo, y muchos están almacenados en armarios de madera con poco control climático. Knight explicó que las iglesias construidas en la era colonial maximizan el flujo de aire en el pesado clima tropical. Los altos techos y los gruesos muros mantienen frío y seco el interior de los templos, lo cual ayuda a la conservación de estas piezas.

El abaratamiento de los viajes y el aumento en las opciones de alojamiento en la isla facilitaron este proyecto, aseguró Lafevor refiriéndose al proceso de normalización iniciado por el gobierno de Barack Obama hace dos años.

Nadie sabe con certeza cuántos millones de documentos guardan los archivos de la isla, ni cuántos se han perdido en tormentas, ataques de piratas, guerras o revueltas, pero el proyecto busca conservar tantos como sea posible antes de perder más información histórica, explicó Lafevor. La iniciativa se extenderá hasta 2018 y espera digitalizar casi dos millones de documentos en cuatro ciudades del país.