POR : ALICE PIPITONE / WASHINGTON, D.C
“La llamo baby by design porque la concebí con lo que para mí era un esperma ideal. Elegí alguien con quien tendría una cita, como habría hecho en Match.com pero sin lidiar con la persona”, afirma Mary Seto sonriendo mientras sostiene a su bebé de nueve meses. Es una mujer asiático americana nacida en Chicago, quien a sus 43 años eligió un donante de esperma titulado en ciencias políticas, deportista y católico como ella.
En 2015, la tasa de nacimientos de bebés entre las mujeres de 30 a 44 años fue la más alta del último medio siglo. En el rango de los 40 a los 44 se alcanzaron cifras que no se verificaban desde 1966. Los nacimientos de hijos de madres sin pareja disminuyeron entre las menores de 20 años por séptimo año consecutivo, no obtante aumentaron entre las mayores de 30, según cifras de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Mary Seto es vivaz, de cabello oscuro y ojos verdes. Su hija es rubia y sonriente, de ojos azules ligeramente rasgados. La ex analista de programas de Gobierno en Washington D.C. dice que ha buscado, sin éxito, una pareja financieramente responsable y que en casa “sepa cómo clavar un clavo”. Mary no excluye casarse algún día, si encuentra al indicado.
“Cada vez menos mujeres ven el beneficio de casarse sólo para tener una familia”, afirma en entrevista la neoyorquina Jane Mattes, fundadora de la asociación sin fines de lucro Single Mothers by Choice (SMC). Con más de 30 000 miembros en ciudades de Estados Unidos, Canadá y Europa, SMC congrega grupos locales de madres solteras por elección y mujeres que lo están pensando o intentando.
“Cuando nació mi hijo busqué crear una red de apoyo con otras profesionistas en sus treintas que, como yo, eligieron ser madres sin un padre de facto en la escena”, cuenta Jane Mattes, psicoterapeuta. Comenzaron reuniéndose en su departamento en Manhattan. El diario The New York Times publicó la historia y en poco tiempo las inundaron de cartas; otras querían crear grupos en sus ciudades. Era el año de 1983.
Tres décadas después se desconoce cuántas familias hay en el país encabezadas por mujeres solteras que han elegido ser madres. Esto debido a que la Oficina del Censo de Estados Unidos no distingue entre nunca casadas, divorciadas o en unión libre. En México, es peor la invisibilización de esta tendencia pues, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), ser madre es sinónimo de estar o haber estado casada. “Conforme avanza el curso de vida de la mujer, resulta probable que las separaciones, el divorcio y la viudez provoquen que muchas de ellas asuman la maternidad sin el apoyo de un cónyuge”, refiere su informe publicado el pasado Día de la Madre.
Se desconoce el número de hijos de donantes de gametos, como en el caso de las mujeres solteras que han sido madres por elección. En Estados Unidos aún hacen referencia a entre 30 000 y 60 000 nacimientos al año, con base en estimaciones de inicios de los ochenta.
FAMILIAS DE BANDA ANCHA
“Cuando me divorcié tenía 37 años, si esperaba más podía ser demasiado tarde. Deseaba ser madre y decidí hacerlo sola”, platica Rachel Mathews, una mujer lesbiana de 42 años. La empleada del gobierno federal estadounidense tiene un hijo de cuatros años y una hija de un año y medio. El donador de esperma fue un amigo. “No estamos en contacto. Los dos estuvimos de acuerdo desde el inicio, él solamente me ayudaría a quedar embarazada”, dice la afroamericana, nacida en Florida.
Hace algunas semanas conocí a Rachel y a sus hijos en una caza de huevos de Pascua, en la que participaron cerca de treinta familias del grupo local de Single Mother by Choice en el condado de Arlington, Virginia. “Me aseguro de que mis hijos compartan con todo tipo de familias, no sólo la típica con mamá y papá”, dice Mathews y sobre sí añade: “Sería bonito tener una pareja”. Y es que la soltería quizá no para todas ha sido una elección, pero la maternidad sí que lo ha sido.
“Creemos que necesitamos apoyarnos en nuestros pares –otras mujeres– y que encontrar una pareja amorosa es un plus importante”, afirma Jane Mattes de SMC. Ella se embarazó en 1980 y su entonces pareja eligió no involucrarse. La mujer se enamoró más tarde de otra persona.
Así, Jane Mattes creó una red multinacional de madres solteras por elección que nació vía correo postal y que hoy se mantiene activa gracias a Internet.
LA GENÉTICA NO MIENTE
“Soy la madre de un fantástico niño de 10 años concebido con un donante de esperma. Sé que mi hijo tiene al menos tres medios hermanos y me encantaría ponerlos en contacto. Buscamos al donador #1058 del California Cryobank. Espero que este espacio ayude a que otros encuentren a sus hermanos”. El mensaje lo publicó Wendy Kramer el 3 de septiembre del 2000 en un grupo en Yahoo creado por su hijo Ryan.
Cinco años después Ryan Kramer, nacido en Pasadena, California, se convirtió en la primera persona en el mundo en ubicar a su donante a través de Internet y de un test comercial de ADN. El grupo que abrió en Yahoo es hoy la mayor red mundial de nacidos por donación de óvulos o espermatozoides, el Donor Siblings Registry (DSR).
“Cuando me quedé embarazada los mayores clientes de los bancos de esperma eran las parejas heterosexuales con problemas de fertilidad, como en el caso de mi exmarido”, dice en entrevista la fundadora del DSR, Wendy Kramer. “El panorama actual es otro y nuestro registro refleja lo que está pasando allá afuera”, añade.
La asociación sin fines de lucro fundada por los Kramer suma más de 53 000 miembros en 105 países, incluido México. Cerca del 50 % de las familias registradas son de solteras que han sido madres por elección; alrededor del 33 %, de parejas LGBT, y menos del 20 %, de parejas heterosexuales.
“Nadie busca un padre, dinero, invadir o turbar la vida de otros. Buscan información sobre la identidad de sus hijos, los niños quieren saber con quién comparten rasgos físicos o intereses. Otros buscan información médica actualizada de su donante”, explica la fundadora del DSR.
Wendy Kramer se divorció poco después del nacimiento de Ryan. A los dos años de edad su hijo preguntó: “¿Mi padre murió?”, su madre le explicó cómo fue concebido. Las preguntas aumentaron y ella decidió indagar. En los siguientes años se dedicó a buscar información sobre el donante #1058 a través de su único vínculo con él, el California CryoBank.
La tenacidad de la mujer dio resultados cuando su hijo tenía seis años. Una empleada del banco de esperma le reveló que podía solicitar copia del cuestionario llenado por el donante. Allí encontraron un mensaje: “Eduquen al niño(a) sin sesgos de ningún tipo. Enséñenle a creer en los demás pero a confiar sólo en sí mismo(a). Inculquen en él o ella el sentido del humor y cualquier habilidad para disfrutar la vida”.
Casi una década después, los Kramer dieron con la última pieza del rompecabezas gracias a la difusión de los test comerciales de ADN. En el 2004 Wendy recibió el correo electrónico de un tal Michael C. que decía haber hecho match, en un sitio web de árboles genealógicos, con un familiar (Robert Gene C.) y con otra persona de nombre Ryan Kramer. Michael resultó ser un pariente de su padre biológico. Fueron suficientes un par de búsquedas más en Internet para dar con la identidad del donante.
Cuando el padre biológico de Ryan lo vio por primera vez preguntó aún estupefacto:
—¿Cómo me encontraste?
—Con Google, respondió Kramer.
Lo curioso es que tanto Ryan –actualmente tiene 26 años— como su padre biológico son ingenieros aeroespaciales y ambos trabajan en las oficinas de Google en San Francisco, California.
DONACIÓN ÉTICA
La mayoría de las mujeres solteras que han sido madres por elección conciben a sus hijos mediante donadores, muy pocas consiguen adoptar. Sus retos empiezan desde la elección del banco de esperma. “Al tratarse de una industria poco regulada y vigilada, irresponsabilidad y falta de ética son la regla”, afirma Wendy Kramer.
La fundadora del DSR advierte los riesgos que implican para la salud el no realizar pruebas genéticas y psicológicas fiables a los donantes, no guardar registro de los nacidos por cada esperma y no actualizar la información de ambos. Corregir estas prácticas supone costos que la industria no está dispuesta a cubrir. “Una mujer podría estar contratando el esperma de un donador sin saber que este ya ha tenido 50 hijos, de los cuáles la mitad padece autismo”, explica.
“Los grandes bancos de esperma que exportan a decenas de países, los que más niños están creando, son también los menos éticos”, dice Wendy Kramer. “Hace unos años nos informaron que pequeñas clínicas en México estaban importando esperma del entonces llamado Pacific Reproductive Services en San Francisco, California, en completa opacidad tanto los expedientes de donantes como de receptores”, narra la directora del DSR.
La fundadora del Donor Sibling Registry, Wendy Kramer, fue precursora de un nuevo tipo de familia: de medios hermanos del mismo donante de esperma y distinta madre. Su hijo Ryan tiene al menos seis y conoce a cuatro de ellos; “su vínculo es único y su relación muy especial”, cuenta Wendy.
A la fecha más de 14 000 personas han hecho match genético con su donador y/o medios hermanos, a través del DSR.