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Una tragedia anunciada

Por años, expertos y organizaciones ambientales advirtieron la posibilidad de que los ríos alrededor de Mocoa podrían desbordarse
10 de Abril 2017
Especial
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Por Ben Fox y Alba Tobella / Mocoa, Colombia / Associated Press

Muchos estaban desprevenidos cuando los ríos se desbordaron y devastaron todo a su paso por las calles de esta pequeña ciudad del sur de Colombia. Una tragedia que no a todos sorprendió.

Instituciones oficiales, expertos en uso de suelos y organizaciones ambientales advirtieron por años que la ciudad de Mocoa podría sufrir el desbordamiento de ríos. Muchos de quienes vivían en zonas vulnerables estaban conscientes de los riesgos, aunque no hicieron caso. Y la ciudad continuó extendiéndose hacia el oeste, en terrenos inundables.

“Desafortunadamente en Colombia no tenemos una buena evaluación de los riesgos o buenas políticas de uso del suelo que prohíba a la gente establecerse en áreas como esta”, dijo Marcela Quintero, una investigadora del Centro Internacional de Agricultura Tropical, una de las organizaciones que encendió las alarmas sobre la deforestación que ocurría en la zona.

Mocoa era más vulnerable por su ubicación: se encuentra en la confluencia de algunos ríos en la región subtropical del Amazonas en el sur de Colombia. Los peligros se han incrementado por la tala de árboles en terrenos que son usados para la cría de ganado y la agricultura, lo cual ha provocado que no tenga una barrera que la proteja de inundaciones y derrumbes. Luego llegaron de nuevos habitantes, muchos de los cuales huían de la violencia derivada del conflicto armado entre el Gobierno y la guerrilla.

Y cuando en unas pocas horas –entre la noche del viernes  31 de marzo y la madrugada del sábado 1 de abril– llovió la misma cantidad de agua que en un mes, el desastre que varios anticipaban se presentó.

Deya María Toro llegó hace 12 años a Mocoa y dijo que se dio cuenta a tiempo de lo que pasaba y logró salvarse.

“Esa noche me dormí como siempre a las siete, pero a las nueve me desperté con esa sensación: ¿será que esta vez si llega la avalancha?”, dijo la mujer de 68 años.

No reaccionaron a tiempo

Tres de los seis ríos que rodean Mocoa salieron de su cauce. Una masa de lodo y agua avanzó por las calles, destruyendo casas y arrastrando autos y electrodomésticos a su paso.

Al menos 293 personas, en su mayoría niños, murieron, dijo el presidente Juan Manuel Santos. Según el último parte de la Unidad Nacional de Riesgo, otras 392 personas sufrieron heridas. Hasta el martes 4 de abril, unas 200 personas seguían desaparecidas entre los escombros y bajo el lodo, mientras más de 2 700 que perdieron sus casas permanecían en albergues.

Fue uno de los peores desastres naturales en Colombia en la historia reciente y las acusaciones no se hicieron esperar. En la prensa se leía “Tragedia anunciada”. Algunos medios citaron un reporte de 1989 del Ministerio de Agricultura, en el cual se recomendaba tomar medidas para evitar una inundación o de lo contrario ocurriría algo como lo que finalmente pasó.

La Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia, que tiene una oficina en Mocoa, había advertido de los peligros desde al menos 1995, cuando el Gobierno construyó una planta eléctrica que fue dañada por los desbordamientos. El grupo señala que desastres similares han ocurrido por años en la misma área, el más grande en 1962.

Omar Parra, un sacerdote católico en Mocoa, dijo a la estación radial La FM que lo llamaron “paranoico” cuando hace tres años dijo a funcionarios locales que el río Taruca se estaba desbordando hacia los terrenos de las personas y pronto podría salirse del cauce.

“Esto era una tragedia anunciada y las autoridades no hicieron lo que debían”, dijo.

En Mocoa, la gente también comenzó a señalar culpables, a pesar de que reconocieron que sabían de los riesgos de vivir en los terrenos montañosos empinados y rodeados de seis ríos.

“Sobre todo es culpa del Gobierno, que nos dejó construir acá”, dijo Carlos Garcés, quien llegó hace más de una década a Mocoa, junto con su esposa y su hijo. “Todos sabíamos que se iba a inundar, pero no hicimos caso”.

La Fiscalía General informó el martes que interrogaba al alcalde de Mocoa, José Antonio Castro, y a otros funcionarios para determinar si tenían alguna responsabilidad por acción u omisión y si quedarían sujetos a investigación.

El presidente Santos también se reunió en la ciudad con el director de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia.

Algunas estimaciones señalan que casi la mitad de los 40 000 habitantes de Mocoa llegaron aquí porque huían violencia en otras partes del país, víctimas del conflicto armado. Y conforme los enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares recrudecieron, la comunidad creció por la presencia de desplazados.

De cualquier forma, también habría sido difícil sacar a la gente. Jaime Martínez, un albañil de 38 años, dijo que no tomó muy en serio los riesgos.

“La gente estaba advertida, ya se sabía que la montaña se iba a venir pero nadie hizo nada porque no hacíamos caso a los rumores”, dice. Hoy su casa está en ruinas.

Santos ha prometido reconstruir Mocoa y hacerla mejor que antes, aunque su gobierno no ha dicho si eso incluye sacar a la gente de las zonas inundables. Quienes estudian la región dicen que lo que se necesita son mejores políticas de uso del suelo para prevenir la deforestación, que termina con la mejor barrera natural contra las inundaciones, lo cual será más importante que nunca si el cambio climático provoca aún más lluvias.

“Lo más importante aquí es que la gente no se establezca otra vez en las áreas que son de muy alto riesgo y propensas a inundaciones, y que las medidas protejan las zonas río arriba”, dijo Quintero. “Con esas dos sas podemos mitigar el riesgo”.

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