Más de 800 especies de vertebrados, entre las que se encuentran, el berrendo, la zorra del desierto, coyotes, aves, tecolotes, jaguares, tortugas, venados y muchos otros animales, podrían intensificar su riesgo de extinción debido a los impactos que conlleva la irrupción de sus rutas migratorias. Expertos en ecología aseguran que el actual muro fronterizo, construido en 1994 durante la gestión del expresidente Bill Clinton, cuya longitud actual es de 650 millas (1 046 km), ha provocado trastornos en por lo menos cinco ecosistemas que abarcan cuatro estados de la frontera norte de México. “ Los ecosistemas afectados son la mayor parte del desierto de Sonora; una tercera parte del desierto de Chihuahua, algunos matorrales tanto de Tamaulipas como del oeste de Baja California y California. La afectación más grave es por división de especies”, asegura Rurik Hermann, investigador en biología de la conservación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Campus Lerma.
Tal afectación que ya existe y ha sido denunciada por los investigadores y ambientalistas, se incrementaría con el nuevo muro que pretende construir Donald Trump pues este abarcaría 2 100 millas (3 379 km) de frontera entre EU y México. Esta muralla comenzaría en California y pasaría por Nevada, Arizona, Nuevo México, Texas y Oklahoma. Con ello, se integraría a los límites fronterizos que ya existen. Aunque se ha hablado poco del tema, la denuncia no es nueva. Desde el año 2007, investigadores del Colegio de la Frontera Norte alertaron de las afectaciones a ecosistemas y a programas de conservación ya existentes para ejemplares como el lobo mexicano, el oso negro, el puma, el jaguar, entre otros, debido a la irrupción de sus rutas migratorias en periodos de reproducción. El foco rojo es que una especie quede dividida, sobre todo si la misma es pequeña, pues esto repercute directamente en su extinción por falta de reproducción. La segmentación de las poblaciones de animales repercute en sus características genéticas, debido a que los apareamientos ocurren entre individuos emparentados y eso provoca caracteres no deseados como malformaciones, cambios en estatura, tallas, entre otros factores que, a la larga, contribuyen a la extinción de las especies.
“Tenemos registros de un tigre que alcanzaba a brincar los tres metros de altura en una parte de Sonora, y este estaba de pronto en ambos lados de la frontera, pero la mayoría de las especies no corren con esa suerte”, asegura el doctor Gerardo Ceballos, experto en extinción de especies e investigador del Instituto de Ecología de la UNAM. Una víctima innegable es el murciélago de Sonora que padece las consecuencias de la invasión de su hábitat entre Chihuahua y Sonora. Esta especie insectívora hoy se ve desplazada por la actividad, y las luces
de la patrulla fronteriza. La ausencia de murciélagos en la zona provoca una sobrepoblación de insectos que se vuelve una plaga para las cosechas de toda la región. En el texto Una barrera a nuestro ambiente compartido. El muro fronterizo entre México y Estados Unidos, que fue publicado hace nueve años, Carlos de la Parra y Ana Córdova, investigadores del Colegio de la Frontera Norte, aseguran que ya desde entonces 3 500 especies estaban en riesgo de extinción por efectos del “mal uso de suelo al construir la barrera”, debido a que las especies quedaron divididas.
“Nos internamos en el desierto por la carretera federal número dos, con dirección este, y durante 35 kilómetros el muro es una pared de metal sólido de 4.5 metros de altura, completamente impenetrable para cualquier animal no volador, excepto para los humanos, ya que cada par de kilómetros se ven escaleras improvisadas con tablas, llantas y rocas, indicando que la gente no ha sido detenida por el muro”, describe otra investigación, realizada por Rurik Hermann. Con él coincide Ceballos, que además es integrante de la Academia Estadounidense de Ciencias y Artes. Él califica como “una estupidez” la propuesta de Donald Trump, de continuar la construcción del muro en la frontera entre ambas naciones.
La conclusión de los expertos es que la “catástrofe ambiental” mataría a miles de especies de animales que todavía migran en las partes que no están divididas. ¿Y el Estado mexicano? Gerardo Ceballos también es especialista en macroecología por lo que ha seguido de cerca el diseño de las políticas públicas que impactan el medioambiente y los ecosistemas. Él asegura que el Estado mexicano puede recurrir a la Corte Internacional de Justicia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en La Haya, para presentar una queja. También puede acercarse al gobierno de Estados Unidos para pedir que en las zonas donde no hay muro se garantice el tránsito de la fauna.
La Conferencia de las Partes (COP 13) a realizarse en Cancún este fin de año, representa una alternativa para los investigadores del Instituto de Ecología de la UNAM y la Alianza para la Conservación del Jaguar, quienes llevarán documentos que entregarán al Ejecutivo Federal y a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en los que exigirán detener lo que califican como “la gran extinción de especies”. “Si permitimos que el actual ritmo elevado de extinción continúe, las personas muy pronto —en el breve espacio de tres vidas humanas— nos veremos privadas de los variables beneficios de la biodiversidad”, sentenció Ceballos antes de explicar que si se altera el equilibrio de la cadena alimentaria de un ecosistema, todos los animales y plantas se verán afectados. Si desaparecen las plantas todos los animales (herbívoros y carnívoros), desaparecen también. Eso incluye a la especie humana.
Afortunadamente, las autoridades ambientales comparten esta postura. Al menos eso manifiesta la Comisión Nacional de Áreas Naturales, cuyo comisionado de Áreas Naturales Protegidas señala: “Es absurda, por no decir otra cosa, la idea de construir un muro en la frontera, debido a que esto traería impactos fuertes a la biodiversidad”. Destaca que están en juego por lo menos cinco de los más destacados programas de conservación para especies que aplican México y Estados Unidos. Los animales de estos programas son el lobo mexicano, el ocelote, jaguar, el oso negro, la mariposa monarca (el insecto busca agua y ante el muro debe alterar sus rutas y conductas). El comisionado Del Mazo promete que México no se quedará con los brazos cruzados, y adelanta que el CONANP trabaja de manera conjunta con investigadores de la UNAM para dar a conocer los riesgos de las medidas “absurdas” que tomaría Donald Trump, los impactos a la biodiversidad, a la salud humana y el desarrollo de los ecosistemas.