El hombre creó a la máquina y, acto seguido, aparecieron Kraftwerk para resetear el sistema e indicar a la música popular que por ahí, por la senda de los sintetizadores y los robots, de los cortocircuitos y el ensalmo sintético, también se podía avanzar. ¿Se podía? ¡Se debía!
Muertos los Beatles, Ralf Hütter y Florian Schneider levantaron desde Dusseldorf un nuevo imperio electrónico. El segundo, desvinculado de la banda desde hace más de una década, ha fallecido este miércoles a los 73 años, según ha podido confirmar la corresponsal de ABC en Berlín, Rosalía Sánchez, de fuentes de la discográfica Sony.
Schneider, que fundó Kraftwerk junto a Hütter en 1970, llevaba más de una década desvinculando de la banda y se perdió, por voluntad propia, esa segunda o tercera juventud que llevó a la banda alemana a actuar lo mismo en el Gran Teatre del Liceu que a pasear triunfal por la Tate Modern londinense, pero a esas alturas, ya había hecho todo lo humana y robóticamente posible por fijar el kilómetro cero de la electrónica contemporánea.