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Un día como hoy murió Ray Charles

09 de Junio 2020
Bio_Biography_Ray-Charles_SF_HD
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Ray Charles: “Nací negro, nací pobre, quedé ciego a los siete años, y no pude salvar a mi hermano menor, George, cuando cayó y se ahogó en una tina de lavar la ropa. Me paralicé…”

Cuando murió –cáncer, 10 de junio de 2004, a los 73 años–, no le faltaba nada por ganar.

Entre 1950 y el ocaso, 104 discos simples, 51 álbumes, 11 películas, 17 premios, su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood…, y según la revista Rolling Stone, “número 10 entre los 100 mejores artistas de todos los tiempos”, y más tarde, en la lista de “los 100 mejores cantantes de todos los tiempos”, segundo, sólo superado por Aretha Franklin.

Pero esa carrera deslumbrante partió de la miseria, la soledad, las sombras…

Nació el 23 de septiembre de 1930 en Albany, Georgia, “donde los negros éramos escoria. Nada más bajo y despreciable”.

Su madre, Aretha Robinson, huérfana, a sus 16 años quedó embarazada de su padre adoptivo, que no tardó en huir. Y Ray Charles Robinson sufrió uno más de sus muchos dramas: el glaucoma lo cegó para siempre…
Él y su madre se mudaron a Grenville, Florida. Clave. Primer paso hacia la música.

Corría 1937, y hasta 1945 fue alumno de la Escuela de Sordos y Ciegos local. Una excepción: no aceptaban negros, pero alguien se conmovió…

Oyó, obligado, lo mejor de la música clásica, hasta que la radio le hizo descubrir el jazz y el blues.
Pero había cumplido 15 años, su madre había muerto, y el ciego estaba solo en el mundo…

Empezó a recorrer cafés y tabernas, y a pedir que lo sentaran al piano. Pero la crueldad y la estupidez le cobraron diezmo: burlas, empujones, bromas pesadas…

En esa etapa, y mientras vivía en tugurios, cayó en la droga: heroína y marihuana.

Pero su oído musical prodigioso lo lanzó escalones arriba. Nadie, en pocos años y además de cantar –notable voz de barítono lírico– , dominó el piano, el saxo, los teclados, el saxofón, los sintetizadores, y tantos estilos: soul (llegarían a llamarlo “Padre” de ese género), rhythm and blues, piano blues, country, góspel…, además de componer.

Por fin, en 1951 escapa del anonimato: primer top ten por Baby, Let Me Hold Your Hand.

Pero su vida privada era vértigo puro: ese mismo año se casó con Eileen Williams, se divorció apenas nacido 1952, y reincidió con Della Beatrice Howard Robinson en 1955.
El matrimonio no se quebró hasta 1977. Pero en esos veintidós años hubo diez mujeres…¡y doce hijos!

Según testigos, “era un mujeriego incesante, se ufanaba de su capacidad sexual, y confesaba abiertamente su voyeurismo”. Tal vez una explosión volcánica que compensaba la miseria y la soledad de los primeros años…
Pasó por varias discográficas (Swing Time, Atlantic, ABC, Warner Bros), y logró lo que muy pocos: imponer condiciones y ser el control y el dueño de producción. Conocía de cerca la esclavitud, y no estaba dispuesto a ser su carne de cañón.

Además, se negó a actuar en lugares que segregaban a los negros, al costo de demandas por incumplimiento de contrato y el sambenito de “Persona non grata” nada menos que su Georgia natal.

Pero hubo revancha doble…

En 1960 grabó Georgia On My Mind, un tema de Hoagy Carmichael y Stuart Correll, y en 1979 los legisladores le pidieron disculpas…, y la proclamaron “Canción oficial del Estado de Georgia”. (Nota: fue compuesta para una chica llamada Georgia, no para el lugar).

Pero a los días dorados –dejó una herencia de 75 millones de dólares, más 20 millones para asistencia de niños sordos– no le faltaron duras tormentas: tres veces encarcelado por posesión y consumo de drogas –la demoníaca heroína: diecisiete años de consumo–, se liberó del vicio en una clínica de San Francisco. Pero jamás renunció a la marihuana…

Según uno de los más respetados musicólogos, Henry Pleasants, “al final, la única verdad de Ray Charles se encierra en su música. La expresividad de su voz no tiene parangón: grita, susurra, insulta, aúlla, habla, ríe, improvisa, gime, baja, sube, se rompe, y hace suya cualquier canción en un proceso de catarsis que el oyente recibe como un bálsamo emocional. Su vocabulario no alcanza para contar lo que hay en su corazón y su mente. El no puede decirlo. Ni siquiera cantarlo. Tiene que gritar, desesperado”.

Con los años, su soltura hizo dudar de su ceguera.
Según él, “mis oídos son mis ojos. Cocino como el mejor, y he llegado a ser un notable ajedrecista. En el tablero no existe la suerte: es una batalla de cerebros”.
El hermano Ray, el genio (como lo llamaban), confesaba que Nat King Cole fue su “primera inspiración e influencia”, y Frank Sinatra (de pié, damas y caballeros) dijo:
–Ray es el único genio verdadero del mundo del espectáculo.

Nunca olvidó a “la señora Lawrence, mi primera maestra, que me enseñó la música Braille, algo muy difícil: una compleja combinación de mano derecha, mano izquierda”, ni sus primeros días en Orlando, a sus 16 años, en “pobreza más allá del límite: ¡una semana sin comer!”

Su funeral –18 de junio de 2004– fue una fiesta musical: BB King, Glen Campbell, Stevie Wonder, Wynton Marsalis, despidiéndolo a talento desplegado.

Y apenas cuatro meses después –29 de octubre– se estrenó el film Ray: esa vida de leyenda y ese personaje irrepetible, encarnado por Jamie Foxx. Que no por nada ganó el Oscar a Mejor Actor, además del Globo de Oro y el BAFTA.

No era un actor haciendo de Ray Charles. Era, redivivo, Ray Charles. Con todo su dolor y toda su gloria.

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