Revista Cambio

Aida, al rescate de su barrio

L a tierra se cimbró y la vida no fue la misma. Nosotros no somos los mismos desde entonces.

Todo venía por olas: querer recobrar la calma y volver al segundo antes del sismo; nuestro optimismo adelantado nos quiso hacer creer que todo estaba bien, pero el golpe a la conciencia no fue clemente y había que reconocer los daños. El derrumbe también fue interior, y al tiempo de pasmo, al tiempo de duelo, se le sobrepuso el efecto movilizador de la solidaridad: salir a la calle, buscar a los nuestros y conformar esta cadena humana de acciones que soportan una ciudad que no va a dejarse morir bajo ningún escombro.

La solidaridad y el ejercicio de hacer comunidad se visibilizaron de muchas formas: todos sacaron las cubetas de casa, de las ventanas colgaban extensiones para cargar los celulares, en los balcones se asomaban mantas que indicaban un baño disponible, la comida pasaba de mano en mano y hubo quien no olvidó llevar café caliente a fin de pasar la noche.

La reconstrucción de este país recién comenzaba y Aida Mulato, gestora cultural y parte del proyecto Jóvenes Artesanos, dice que la reconstrucción es parte del aprendizaje por el bien común.

Tras el sismo, Aida comenzó a trabajar por su barrio, la colonia Roma. Quería ver sus calles limpias, transitables y sustentables; sin embargo, en su búsqueda de revivir su colonia le preguntaron: “¿A poco vale más una vida en la Roma que una en Juchitán?” Pero ella, más que aquellos que la cuestionaron, sabía cómo estaba la situación en aquel poblado oaxaqueño.

El 19 de septiembre, Aida no estaba en su casa en la colonia Roma cuando ocurrió el sismo. Ese martes recién regresaba a Naucalpan con sus papás luego de llevar ayuda a los afectados de Juchitán del 7 de septiembre.

Ni siquiera tuvo la oportunidad de movilizarse hacia la colonia donde habita como lo hicieron otros para remover de inmediato escombros, llevar víveres o simplemente llegar a su hogar a fin de pasar esta tragedia entre los suyos.

La falta de ayuda no cesó en esos días, pero al mes siguiente se resintió la ausencia del furor de auxiliar a otros. Aida lo notó con sus vecinos, en los locales de su cuadra, en los departamentos de su edificio que se vaciaron, en los ladrones que llegaron con el silencio.

Fue ese momento en que ella incursionó con #VaPorLaRoma, un proyecto al que se unieron distintos proyectos como Dada Room, Amor Casero, Aborigen, Puerto Roma, La Oliva, La Tirana, Bonetta y Kebab Bistrot y por supuesto, Jóvenes Artesanos, con el propósito de reactivar la economía de la zona y promover el consumo local.

Además, este proyecto contribuye a la seguridad del barrio, poniéndole color, tradición y arte mediante el muralismo; incluso hoy en día continúan pintando sus paredes. Quieren devolver la vida a las calles, y las redes de trabajo y apoyo mutuo pretenden sostener 400 empleos de vecinos, emprendedores y pequeños productores de comunidades afectadas.

JÓVENES ARTESANOS

Esta no es la primera vez que Aida trabaja con el ojetivo de ayudar a otros. Desde su tradición familiar de elaborar artículos hechos a mano, nació su amor por los productos locales, y su pasión por preservarlos se convirtió en su propio emprendimiento.

De acuerdo con el perfil que el año pasado publicó Facebook sobre Aida bajo la campaña #EllaHaceHistoria –un movimiento de la red social para reconocer el trabajo de las mujeres que deciden emprender–, reconocieron a su proyecto, Jóvenes Artesanos, dedicado a la promoción de la artesanía y cultura mexicana.

Estudió la carrera de Administración de Empresas Turísticas con la inquietud de enfocarse en el turismo sustentable y el trabajo con grupos indígenas. Al terminar sus estudios, trabajó durante un año administrando el restaurante familiar y posteriormente quiso retomar sus proyectos personales. Buscó en Internet oportunidades de trabajo con comunidades indígenas y encontró la posibilidad de hacer un voluntariado en una comunidad maya.

Aida se fue tres meses a Yokdzonot, en Yucatán, donde existe una vasta riqueza cultural y natural. Trabajó allí aplicando los conocimientos de su carrera y aprendió de la gente con la que vivía, su gastronomía, tradiciones y artesanía. En ese momento tomó conciencia de la importancia de preservar la cultura mexicana desde los orígenes indígenas. También notó un problema social: por falta de producción económica, la gente salía de sus comunidades a buscar empleos que los obligaban a separarse de sus raíces.

Tiempo después, ganó una beca para estudiar el diplomado en Turismo para el Desarrollo Sustentable en la UNAM, y a lo largo de este tiempo ideó el proyecto de Jóvenes Artesanos, el cual se lanzó en abril de 2011. En un principio, estaba enfocado a la comercialización online de artesanías mexicanas, pero al ver que la gente no compraba artesanía, decidió darle un giro completo, así que creo nuevos proyectos con la finalidad de dar a conocer la historia, procesos, las personas y todo lo que hay detrás de esas obras. Así, Aida usa su página de Facebook como la principal herramienta de difusión. Sin embargo, su página también ha sido la plataforma para que todos seamos testigos del éxito en que se convirtió #VaPorLaRoma, y es que a pesar de que ya transcurrieron varios meses desde el sismo, Aida todavía trabaja por su barrio.

Recientemente hizo un llamado para apoyar a Don Manuel, un barbero de más de 70 años que atiende la Barbería más antigua de la Colonia Roma, ubicada en la calle de San Luis Potosí 121B, y quien estuvo a punto de perder su negocio porque el dueño del edificio pretende quitarle su local elevándole la renta de 5 8OO pesos a 1O OOO, sólo para darle el espacio al restaurante contiguo.

La convocatoria fue un éxito, se compartieron más de 7 000 veces las fotografías. Decenas de hombres acuden a la peluquería y el pasado 20 de diciembre se reinaguró la Barbería.

Aida no se da por vencida. Ella quiere ver renacer a su barrio y lo está logrando,   con la ayuda de todos.  

* La versión original de esta historia fue escrita por Alejandra del Castillo, Estefanía Camacho y Laura Cordero