La huella del humano en la geología del planeta es aquella que ha creado el deterioro ambiental; a escala geológica también dejará una marca gracias a la primera prueba nuclear, y “la cereza del pastel” será el asentamiento de plástico que hemos producido. Vaya especie, ¿no?
Los estudios para empezar a disminuir el impacto ambiental del ser humano en su entorno son muy modernos, como ejemplo están las investigaciones que contemplan los beneficios de la vegetación y las áreas verdes, los cuales apenas profundizaron en ese tema en la década de los 60.
Y aunque en la actualidad hay más información sobre los árboles y la vegetación, así como su influencia en las especies, ya no se trata de “abrazar” a un árbol con el propósito de sentirse más feliz o tranquilo, porque de hecho somos nosotros quienes necesitamos que los árboles nos “abracen” al descubrir que sus beneficios son más de los que se pensaba.
Claro, los países desarrollados como Países Bajos o Canadá cuentan con un mayor avance en este campo, debido a que la investigación actual está más ligada a la tecnología o a la medicina y no tanto a la conservación de los recursos naturales que, al final, “son los que proveen la actividad económica del planeta”, me dice Francisco García, administrador y promotor de la obra urbana por la Universidad Autónoma del Estado de México.
Los desarrolladores de vivienda se olvidaron de la vegetación y los árboles, para empezar porque “nunca van bien de la mano”, dice Francisco, también arborista, aunque eso no signifique que se deban dejar de lado. Las inmobiliarias siempre han respondido al mercado, y antes viviendas se construían en la periferia de las ciudades, ya que compraban el suelo muy barato, desarrollaban y vendían caro; los espacios verdes casi nunca eran incluidos.
“El problema es que generaba largos desplazamientos de los habitantes a sus zonas de trabajo, a lugares de esparcimiento y diversión y hasta las de abasto”, me dice el especialista respecto a un conflicto con el que aún lidia la mayoría de la población en las urbes: el tráfico, aunado a la falta de áreas verdes visibles y accesibles en esos desarrollos de vivienda.
Para Yasmín Ríos, doctora en matemáticas e investigadora del Conacyt sobre transporte urbano, un indicador que los países desarrollados deben tener es que los ciudadanos prefieran el transporte público a sus carros, ya que optimizan tiempo, es cómodo y hasta más barato. Y la repercusión se ve en menos tráfico, menor contaminación y mayor calidad de vida, de acuerdo con la Agencia Informativa de este Consejo.
La Ciudad de México es la que tiene mayor congestión vehicular, según el Índice de Tráfico 2017 de TomTom que contempla a 390 ciudades de 48 países.
Verano sin calor, invierno sin frío
Entre los beneficios básicos que ofrece el arbolado urbano destaca que cuando hay un buen diseño urbano, se puede optimizar la energía solar en invierno en ciudades frías, si se cuenta con árboles de hoja caducifolia, porque en esa temporada la sueltan y permiten el paso del rayo solar; y en verano, cuando hace demasiado calor y crece la fronda del árbol, genera sombra y un microclima debajo, por lo que resulta mucho más fresca la temperatura.
También se sabe, a través de distintos estudios, que los árboles en ciertos espacios proveen un ambiente que incentiva a usar estos lugares, y crean una comunidad que puede conectar con mayor facilidad; esto, a su vez, reduce los índices de delincuencia o de inseguridad. Hay incluso estudios que prueban que pacientes en hospitales que tenían una vista en la que había árboles y un paisaje con vegetación, lograban sanar más rápido que aquellos que no lo tenían.
Y en términos económicos, no sólo le dan un mayor valor a una vivienda hoy en día, sino que también la gente es más propensa a realizar compras si hay vegetación.
“Al final, sólo influye en el costo de la vivienda como puede influir la cercanía a un centro comercial o una estación de Metrobús”, me dice Francisco.
Reforestar responsablemente
Como mencionamos previamente, estas investigaciones comienzan a tomar relevancia por la urgencia de crear entornos saludables, seguros y pensados para las personas, sin embargo, tampoco se trata de desarrollar programas no planeados de reforestación “que están muy de moda porque sólo son números”, me explica Francisco, y casi no hay un seguimiento respecto a cuántos de esos árboles van a sobrevivir hasta que sean adultos.
No obstante, ha habido avances en varias entidades del país –Ciudad de México y Nuevo León, por ejemplo– en donde ya no es tan fácil hacer una poda o tala de árboles con el fin de darle otro uso al suelo, y además cuentan con más sofisticación para el cuidado de la vegetación.
De acuerdo con Francisco, dedicarse al cuidado de los árboles y sus necesidades fue una consecuencia. Por cierto, un arborista “es una persona entrenada en el arte y la ciencia de plantar, cuidar y mantener árboles individuales”, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Arboricultura (AMA).
“Decidí estudiar a las ciudades, conocer un poco su funcionamiento, su problemática. En el futuro, las ciudades sólo van a crecer; ¿cómo serán? esperemos que mejor que las que tenemos ahora. El asunto ambiental es importante, y un aspecto pequeñito de ese asunto son los bosques, los árboles por consecuencia. Es interesante comprender las diferentes interacciones del árbol entre sitios distintos como la parte natural-rural-urbano”.