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ArquiStar de espacios más humanos

Es mexicano, estudió en la UNAM y hoy es uno de los arquitectos más reconocidos en todo el mundo: desde su despacho ha transformado los cubículos de ‘godín’ en oficinas disfrutables
26 de Junio 2017
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POR CARLOS TOMASINI

Juan Carlos Baumgartner aún recuerda sus años como estudiante en los pasillos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde aprendió las bases que hoy lo han llevado a ser el diseñador de las oficinas más cool de todo México para firmas como Axa, Bayer, Microsoft, Campari y Walmart, entre otras. La fama y talento de este mexicano también le han permitido cruzar fronteras y transformar espacios de trabajo en Guatemala, Honduras y Brasil.

Al llegar a las oficinas de Space, despacho del cual es fundador y socio director, Juan Carlos cuenta que tiene 45 años y que inició su carrera en Estados Unidos, pero lo cierto es que hay mucho más qué decir de este arquitecto que, además de ser académico en instituciones como la Universidad Iberoamericana y la UNAM, es pionero en nuestro país de una nueva forma de diseñar oficinas, basada más en la gente que en las formas y enfocada en satisfacer las expectativas de las personas jóvenes que quieren sentirse cómodas y dejar fluir su creatividad al trabajar.

 ¿Cómo ha cambiado la forma de diseñar un espacio de trabajo?

Hace dos o tres décadas, diseñabas un espacio para una forma de trabajo en donde te sentabas 40 años porque las cosas no cambiaban tan radicalmente y las organizaciones no se modificaban tanto. Ahora eso ya no sucede, las empresas son animales vivos y los empresarios han empezado a entender que, por consecuencia, los entornos que generan su cultura también deben serlo. Hoy, lo único constante es el cambio para poderse adecuar a lo que esté sucediendo en el resto del mundo, el ambiente empresarial actual está lleno de organizaciones que cambian radicalmente, tecnologías nuevas cada día, nuevas formas de interacción, etcétera.

Estamos pasando de un entorno rígido a un entorno fluido, que va a tener que ir cambiando continuamente, ser muy flexible y responder a la cultura de la organización rápidamente porque no tienes tanto tiempo como antes.

 ¿En qué son diferentes las oficinas actuales a las del pasado?

Son espacios flexibles en su diseño. Actualmente, una tendencia muy fuerte es abrir el abanico de soluciones espaciales. Antes, solucionabas una oficina teniendo una sala de juntas, un área de trabajo o una estación, como los cubículos o un privado, y con esas tres cosas tenías una solución para todo tipo de empresa.

Hoy en día, tienes una infinidad de elementos, como casetas telefónicas o espacios para sentarse en una especie de cafetería o áreas sociales donde también puedes trabajar, incluso tienes un lounge o, a veces, cuentas con unas barras altas como bares. También hay espacios de coworking diseñados para organizaciones muy grandes, chicas o medianas en donde la gente puede trabajar si no quiere permanecer sentada en su mismo lugar de siempre. Es decir, se empieza a abrir un abanico amplio de soluciones.

 ¿Es el fin de las oficinas cerradas, los escritorios y los cubículos?

Con la flexibilidad que existe hoy, la gente ya no tiene que estar necesariamente en ‘su lugar’… y tal vez no todos deben tener siquiera asignado un lugar. Quizá eres una persona que, por el tipo de trabajo que haces, necesitas comunicarte y estar colaborando mucho, y lo que haces es estar flotando en otros espacios que tú eliges según tus necesidades.

La idea hoy es que llegues a una oficina en donde cuentes con 20 alternativas para trabajar y habrá días en los que necesitas concentrarte y estar en una biblioteca específicamente diseñada con ese fin, o habrá días en los que tengas que hacer llamadas telefónicas y pasar varias horas en un phone booth, o días en los que tienes que estar en áreas colaborativas. Tú decides cómo trabajar dependiendo lo que necesites.

La belleza de esto es que le regresas el poder a la gente, porque en el esquema anterior, tú decidías como jefe de la organización, o como quien diseñaba el espacio, dónde iban a trabajar todas las personas durante los siguientes 20 años. Lo más que llegabas a hacer era mover gente alrededor o cosas de ese tipo.

 ¿Las empresas y las personas disfrutan estos cambios?

El ser humano se adapta muy fácilmente; además, el mexicano tiene una gran cultura de adaptación. Sin embargo, el problema es que, en general, a los seres humanos no nos gusta el cambio, y le tememos, ese miedo está en la parte más básica de nuestro cerebro. Estamos hechos para temerle y nos cuesta muchísimo transformarnos. En algún momento de la historia de la humanidad esto fue una herramienta de supervivencia pero hoy ya es obsoleta.

 ¿Y qué haces para convencerlos de cambiar el espacio y la forma de trabajo?

Nos dimos cuenta de que más allá de hacer arquitectura, lo que hacíamos era cambiar culturas y organizaciones. Entonces, implementamos un área dedicada a la administración del cambio, lo que los gringos llaman change management, pero nosotros le llamamos shift.

Lo que hacemos en esta área, encabezada por una psicóloga, es trabajar con las personas de la organización en paralelo al proceso del proyecto del cambio de oficina. El objetivo es “subirlos” al cambio de la organización porque es muy distinto que tú te sientas parte de este en vez de que alguien más lo haga por ti. Esto tiene muchas cosas muy positivas para la gente, aunque a veces los empleados ni siquiera se enteran de que se planea un cambio, no están involucrados porque nadie se tomó el tiempo de platicarles estas cosas.

Algo que me gusta mucho de lo que hacemos es que no es únicamente ayudar a la organización a hacer una empresa más productiva y eficiente que genere más recursos, sino demostrarle que la única manera de hacer todo eso es que tengan empleados contentos, saludables y comprometidos con la organización. Al final del día, si no partes del ser humano, no hay forma de cambiar.

 ¿En las universidades están preparados para diseñar este tipo de espacios?

Desafortunadamente las escuelas de arquitectura de las últimas décadas se han enfocado en temas más estéticos o funcionales y no tan sociales. Los estudiantes toman muy pocas clases de Antropología y Psicología en la mayoría de las universidades donde se imparte la carrera, y la verdad es que cuando llegas a hacer este tipo de cosas te empiezas a dar cuenta de que debes tener un poquito de empatía con los usuarios porque, al final, todo lo que estás haciendo se trata de vidas de personas.

En México, la gente pasa mucho más tiempo en una oficina que en su misma casa o en cualquier otro espacio, por eso, tú puedes transformar de una manera positiva la vida de las personas a través del diseño de oficinas mucho más humanas.

 ¿Cómo descubriste esta necesidad de la arquitectura y cómo lo aprendiste?

Por casualidad. Cuando yo estudiaba arquitectura en la UNAM, del otro lado del campus estaba Psicología y terminé tomando un par de clases como oyente. Me enganché con la psicología ambiental y ahí salió mi interés del lado más humano de mi profesión.

Después, también casi por casualidad, terminé trabajando en Estados Unidos, en una firma que se especializaba en diseño de interiores y diseño corporativo. A diferencia de la arquitectura tradicional, en esa área todo lo que diseñas tiene que ver mucho más con el ser humano que cuando diseñas grandes trazos de arquitectura. Fue una mezcla de varias cosas y, a partir de ahí, me he dedicado a trabajar muchos temas de psicología.

En los últimos años, hemos estado muy metidos también en el tema de la neurociencia, y entendiendo de una manera más científica cómo hay una relación entre aprendizaje, memoria, comportamiento y entornos de trabajo, espacios e iluminación.

Esto ayuda a justificar, con elementos más científicos y no con caprichos de diseño, muchas de las cosas que haces en los proyectos.

A pesar de que Space ha sido la firma arquitectónica detrás de los espacios corporativos más bellos de México, lo cierto es que para Juan Carlos Baumgartner lo más importante, incluso por encima del diseño, es la funcionalidad. No significa que los espacios deban ser feos, pero la belleza es una percepción subjetiva. Él insiste en que pocos despachos de arquitectura interior profundizan al bocetar sus diseños, por eso, desde Space, Baumgartner apuesta primero por entender la naturaleza de una organización empresarial, a las personas que en ella trabajan, sus hábitos y necesidades, y entonces diseña pensando en satisfacer eso aunque, por supuesto, el factor estético es parte de la armonía que este arquistar mexicano busca, y todo con un solo objetivo: que en tu trabajo te sientas… como en casa.

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