Por Salvador Casanova
Lo insólito comenzó por el brexit. Una votación cuyo resultado contradijo a las encuestas; siguió con el plebiscito que rechazó el Acuerdo de Paz en Colombia –voto que, de haberse dado, anunciaba una época de bonanza económica para el país sudamericano– y terminó con la controvertida elección de la cual surge el presidente electo de los Estados Unidos Donald Trump, cuyo resultado, de nuevo, contradijo todas las encuestas.
Después de la elección, un grupo político en el estado de California solicitó que separaran a este estado de la unión para convertirlo en un país independiente: Caléxico. No solo eso, sino que más de 26 alcaldes –incluso los de Chicago y Nueva York– han dado discursos contrarios a las políticas de deportación anunciadas por el señor Trump. Los ánimos están al rojo vivo. Tanto que una de las revistas más influyentes de los Estados Unidos, la revista Time, en su portada declara a Donald Trump “Persona del año” y en un recuadro pone: “Presidente de los Estados Divididos de América”. Algo nunca visto.
Sin embargo el dólar se ha fortalecido y la bolsa de valores norteamericana está al alza. Se anticipan, a un tiempo, inestabilidad sociopolítica y, por lo menos en el corto plazo, bonanza económica. Un coctel peligroso.
La campaña de Trump se ha basado en la xenofobia. Sus ataques se dirigen a dos blancos clarísimos: los musulmanes y nosotros, los mexicanos. Donald Trump no es político. Es un empresario exitoso, acostumbrado a atropellar y a salir de sus fracasos blofeando. Pero esta forma de comunicarse, si bien es cierto que enciende a las masas, también las polariza y los que se sienten atacados, reaccionan con singular intensidad.
En cuanto a México, es claro que una relación que ha sido difícil desde siempre, hoy se encuentra en su peor momento.
Pero ¿por qué es difícil desde siempre? ¿De dónde partimos para llegar a donde estamos? ¿Qué tan reales son las amenazas de Trump y cuáles son las alternativas para México?
Trump representa una amenaza no solo para México sino para el mundo, pero las épocas de crisis también lo son de cambio y oportunidades. Por ello es importante descubrir lo que nos dice nuestra historia en común para desmenuzar cómo comenzó el embrollo que nos trajo hasta aquí, y los reveses que ha tenido la relación, las épocas en que nos ha favorecido y los errores que se cometieron, para encontrar rendijas de oportunidad examinando nuestro pasado y nuestro presente.
Las trece colonias
Los Estados Unidos de América surgieron de trece colonias, en la costa este de lo que hoy es EUA, las cuales declararon su independencia de Inglaterra en 1776, incorporaron a las colonias fieles a la corona Británica y adquirieron de Francia el área de la Louisiana que colindaba con los Estados Unidos. Al terminar esto, comenzaron a planear la anexión del norte de La Nueva España.
El ministro de España ante la administración del presidente James Madison, D. Luis de Onís, da cuenta de las intenciones de los gringos; en una carta que le escribe en 1814 al virrey D. Francisco Javier Venegas. En ella dice:
“V. E. se ha enterado ya por mi correspondencia que este gobierno se ha propuesto nada menos que el fijar sus limites en la embocadura del rio del norte o Bravo, siguiendo su curso hasta el grado 31 y de ahí, tirando una linea recta, hasta el mar Pacífico, tomándose por consiguiente las provincias de Texas, Nuevo Santander, Coahuila, y parte de la provincia de Nueva Vizcaya y Sonora.”
México declara su independencia, 45 años después que los Estados Unidos, el 27 de septiembre de 1821. Esta guerra comenzó en 1810 y duró once años. Al cabo de estos las arcas nacionales estaban vacías. De manera que México nació en quiebra y los americanos, que tenían espías y operadores desde la época de La Nueva España, monitorearon al país naciente e hicieron un estudio cuidadoso de sus vecinos, los resortes que disparaban sus furias, así como los recursos con los que se aplacaban estas y se vencían sus temores.
De 1821 a 1847 los mexicanos, mediante guerras y asonadas, dejamos ver una vocación autodestructiva que nos perpetuaba en la bancarrota destruyendo las fuentes productivas. Al mismo tiempo nos negábamos por un lado a reforzar y defender nuestra frontera y por el otro a negociar por el territorio. Así llegamos hasta 1848, año en que Santa Anna le declaró la guerra a los texanos y terminó perdiendo las regiones de Texas y California.
No podía ser de otro modo. Napoleón sentenció: “Para ganar la guerra se necesitan tres cosas: dinero, más dinero y más dinero”. Y México, al estar en bancarrota, carecía de las tres.
La anexión de los territorios de Texas y California acicateó la ambición de los yanquis que comenzaron a pensar en engullirse a México por completo. La causa por la cual no lo hicieron está resumida en un despacho que uno de los agentes del Gobierno americano, el Sr. Nicholas P. Trist, le mandó al secretario de Estado James Buchanan el 25 de Octubre de 1847. En ella se lee:
“Independientemente de las grandes dificultades y embarazos que entre nosotros mismos suscitaría la política de ocupación continua, surge un serio peligro que no se podría despreciar, y que se ha grabado en mi mente: me refiero a la inoculación de nuestra raza con el virus de la corrupción española…”
Buchanan comprendió que lo mejor sería controlar al país sin la carga de dar derechos de ciudadanos norteamericanos a siete millones de mexicanos. El medio para hacerlo: préstamos, que dentro de la permanente bancarrota que vivía el tesoro mexicano resultaban impagables, y que someterían nuestra soberanía a su voluntad. Para reponer su hacienda solo tenían que pedir concesiones altamente rentables, pero cuyas rentas de ninguna manera se aplicarían ni al capital ni a los intereses de la deuda.
México se encontraba atrapado en la espiral destructiva que los mexicanos habíamos creado. Estábamos “Lejos de Dios y cerca de los gringos” y los gringos se aprovechaban de las ventajas que ofrecía un vecino empobrecido y sin margen de maniobra que, al tiempo que era rico, no tenia los medios para aprovechar su riqueza y salir de la miseria.
El proyecto americano a partir de 1847 consistió en extraer la riqueza de un país débil minimizando el costo, mas en el universo lo único que permanece es el cambio, y México habría de sufrir un cambio inesperado.