POR GIOVANNA FRANZONI
En una ciudad donde sobran multitudes en las avenidas principales y en los elevadores, es común pensar que no hay lugares para respirar.
Estar encerrado en tu trabajo de lunes a viernes, pasar las mañanas atorado en el tráfico y tener que hacer filas como de concierto con el fin de pagar tu súper, comienzan a nublar el panorama casi tanto como el smog que cubre gran parte de la CDMX.
Afortunadamente, en esta gran urbe hay guaridas escondidas, como el Centro de Artes Vivas en Coyoacán, donde el arte y la arquitectura tomaron un espacio dentro del caos.
En este lugar, oculto entre calles empedradas cerca del centro de Coyoacán, puedes disfrutar un libro bajo la sombra de un árbol, pasear por sus salas de exhibición exentas de contaminación auditiva, o tomarte un buen café lejos de preocupaciones.
Si bien el espacio cultural es vasto –cuenta con área de conciertos, salas de exhibiciones, aulas para talleres; laboratorios, guardería, biblioteca, jardín y una terraza–, lo que termina de envolverte no es la facilidad para acercarte al arte, sino cómo la construcción por sí misma es una muestra de ello.
El decorado incluye un jardín de pinos, ventanales coloridos que simulan caleidoscopios, metal reciclado que da un efecto tridimensional a las paredes y grandes escalones de piedras que parecen haber salido de un videojuego.
Todo perfectamente acomodado con el propósito de crear un ambiente futurista, uno muy alejado a las torres de concreto ordinarias y los conservadurismos.
Eso mismo se refleja en el tipo de oferta cultural del Centro de Artes Vivas, la cual se enfoca en dar luz a proyectos artísticos que se atrevan a cruzar la raya de lo establecido. Para lograrlo, se enfocan en los ejes que forman parte de la discusión global actual: arte vanguardista, educación artística y medio ambiente.
Con ello su intención es prestarle atención a públicos dentro del arte que generalmente pasan desapercibidos o son subestimados: jóvenes, niñas y niños.
Hay exposiciones futuristas como La danza del trompo de Carla Viancini Reimers, quien tomó las bases de la geometría ancestral con el fin de crear su propio plano del universo; talleres de arte comestible, teatro y dibujo para niños; clases de bootyfit twerk y ciclo de bazares que apoyan el comercio local.
A partir de esta oferta cultural, dirigida al futuro de nuestro país, el Centro Cultural de Artes Vivas planea generar redes de apoyo con el objetivo de beneficiar a los sectores vulnerables, de esta manera se constituye como un motor del cambio.
Por eso mientras recorres los pasillos de este centro cultural, la capital se aprecia de manera diferente: aquí no existe el velo de solemnidad hacía el arte, pero sí una invitación constante a disfrutar su transformación. Aquí es posible imaginar una urbe diferente a la que en verdad vivimos. Aquí nuestro futuro a nivel cultural pinta mucho mejor; se siente incluyente, generoso y amigable.
Definitivamente te conviene cerrar un rato esas hojas de Excel para explorar la página web del Centro Cultural de Artes Vivas y planear tu recorrido en este espacio utópico ubicado en el corazón de Coyoacán.
Puedes asistir en pareja y alucinar con sus conciertos; ir en familia a cocinar junto con tus hijos o en solitario con la finalidad de que te sumerjas en su biblioteca, lejos de la locura que se vive a diario en esta ciudad.
El Centro de Artes Vivas está ubicado en Salvador Novo #8, a un par de cuadras del metro Viveros de Coyoacán.
La entrada a las instalaciones es gratuita, y el costo por ver las exposiciones varía de acuerdo con el evento, aunque puede ser muy accesible. Por otro lado, para asistir a los talleres y conciertos es necesario un registro previo. El espacio está abierto de lunes a domingo de 11 a.m. a 9 p.m.