El plástico del océano viene de las personas. No hay más. Y quizá te surja la siguiente pregunta: ¿cómo es que la botella de plástico que sostengo en mis manos va a llegar a las playas a donde voy a vacacionar o que alberga millones de criaturas marinas?
Bien pues, cuando bebes toda el agua de ese contenedor y lo pones en un basurero, la probabilidad de que pare en un centro de reciclaje es del 9 %, y el resto implica que puede parar en un relleno sanitario y sea quemado –lo cual liberará gases contaminantes que respiraremos–, o será tirado en cuencas que irán a los ríos y será arrastrada hasta el mar. ¿Puedes creer que la botella de agua que desechaste viaje más que tú?
México ocupa el lugar 12 respecto al uso de plásticos, y se estima que cada mexicano consume 650 bolsas al año, de acuerdo con Miguel Rivas, campañista de Océanos de Greenpeace y doctor en Ciencias Biológicas por el Instituto de Ecología de la UNAM.
Y aunque es cierto que a nivel industrial los desechos son mayores que a nivel individual, eso no implica que los mexicanos no sean responsables de las 9 000 millones de botellas de plástico que consumen al año.
Con la misma rapidez con la que tu botella o bolsa de plástico invade el hábitat de los animales, puedes cambiar tus acciones y emprender las siguientes medidas para comenzar a disminuir la cantidad de basura que llegue a los océanos, y luego nos ocupamos de la que ya está ahí flotando.
1. Entender el problema
El primer paso es sencillo, porque si sigues leyendo significa que te interesa saber qué ocurre con la contaminación de los océanos. Puedes empezar por preguntarte “¿de todo lo que hago en mi vida diaria, qué tendrá grandes consecuencias?”. Cada que uses plástico, analiza si debes usarlo o si hay formas de reemplazarlo. Infórmate y empieza a difundir lo que aprendiste. No todos están conscientes de su impacto ambiental.
2. Seguir las 6 “R”
Rechaza bolsas de plástico.
Reduce la cantidad de plástico en un día común.
Reutiliza los contenedores o botellas desechables.
Recicla, si no es una botella o contenedor, no significa que no tenga otro uso.
Rethink o analiza los productos que adquieres y si hay forma en que los obtengas sin su recipiente (productos a granel).
Reemplaza: botellas por cantimploras, cajas por recipientes de vidrio o botes, bolsas de plástico por bolsas de tela, película autoadherente por envoltorios de cera, recipientes de unicel por tus trastes y cubiertos, globos (para fiestas) por adornos de tela.
Y corta todo. Si ya usaste ese contenedor del six pack de cervezas o latas, o si fue inevitable comprar una botella de agua, lo menos que puedes hacer es reducir el riesgo que representan para los animales. Corta los plásticos circulares que podrían estrangular algunas especies.
3. Evita el uso de sartenes antiadherentes recubiertos de teflón, recomienda la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El teflón se descompone en microplásticos –partículas de menos de cinco milímetros–. Entonces, no sólo se mezclan en tus alimentos, estas diminutas partículas pasan a través del sistema de alcantarillado y llegan a nuestros océanos y vías fluviales. El pescado que freíste en el sartén, probablemente las consumió.
4. Revisa tu ropa
¿Qué?, ¿mi ropa? Yo también pensé lo mismo, pero si tus prendas de vestir no están hechas de algodón, cáñamo o lana (de origen orgánico, de preferencia), probablemente vistas plástico. La mayoría de la ropa se fabrica con elastano, poliéster, poliamida, nailon, viscosa, licra, espándex o materiales de plástico reciclado (tereftalato de polietileno), así que evita comprar prendas hechas de estos materiales o telas acrílicas pues una sola vestimenta puede soltar hasta 700 000 microfibras durante su ciclo de vida. Ahora, si tienes ropa de estos materiales, no te deshagas de ella, pero lávala menos, o si cuentas con una lavadora, que sea de “carga frontal”, pues usa menos agua y suelta menos microfibras. Si tu lavadora no es de este tipo puedes comprar un filtro de microfibras que ayudará a captar algunas, no todas.
5. Conoce los grupos u organizaciones de tu localidad que trabajan para evitar más contaminación en los océanos, a los que se dedican a limpiar este hábitat o que protegen a las especies que viven ahí. Sobre todo, consume en tu restaurante local “amigable con el océano”; establecimientos de los que te contamos a continuación.