Por Prometeo Lucero
“De este lado también hay sueños”, se lee en una barrera metálica que divide Tijuana, Baja California, de San Diego, California.
El mensaje, pintado en 2012, cobró mayor relevancia cuando Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos en enero de 2017 con un discurso de odio racial antiinmigrante y la promesa de un muro (otro, aún más grande).
El propósito de pintar ese mensaje era “valorarnos a nosotros mismos”, cuenta Armando Alanís Pulido, fundador de Acción Poética en Monterrey. Por eso, desde ese punto de vista, “aquí comienza Latinoamérica”, dice.
A lo largo de la colonia donde se colocó el muro de planchas metálicas rojas hay varias casas de bajos recursos. En algunas de ellas hay antenas parabólicas, pero no más. Son las últimas casas en territorio latinoamericano que ven hacia el norte. En el suelo incluso hay jeringas de consumo de heroína, herencia de la adicción y las deportaciones.
Quizás, como una forma para mostrar desprecio, esa misma colonia lanza su basura a terreno estadounidense, justo donde se encuentra la segunda capa de muro, construída durante la administración de Bill Clinton.
Parece sencillo cruzar la barrera roja metálica, la primera capa. Puede romperse, brincarse o escarbar en el suelo arenoso. De hecho hay muchos fragmentos rotos, derrumbados o inexistentes por la geografía montañosa. Sin embargo, a partir de ese cruce empieza la dificultad real: postes con cámaras térmicas, sensores de movimiento, grandes barreras metálicas blancas y pistas bien asfaltadas donde, con precisión, cada cinco minutos pasa un vehículo de la patrulla fronteriza, y a lo largo del día varios helicópteros sobrevuelan la línea.
Pintar la barda fue algo improvisado. La idea salió en el momento: “¿Qué tal si intervenimos el muro”, dijo Armando. Colocaron una escalera, sacaron botes de pintura, brochas y comenzaron a pintar sobre las planchas metálicas oxidadas.
“A los cinco minutos había helicópteros y Border Patrol (patrulla fronteriza estadounidense)”. Aunque no hubo contacto, la amenaza visual era imponente. Además, recuerda con ironía: “Ese día vencía mi visa”.
Acción Poética es un movimiento que nació hace 20 años, cuyo impacto ha desbordado varios países de habla hispana. Se trata de colocar mensajes poéticos en las paredes de barrios y ciudades bajo ciertos criterios: fondo blanco, letras negras, todo en mayúscula, no más de 10 palabras en dos renglones.
Acción Poética no toma bando por partidos políticos o religión, explica Armando, pero sí difunde un mensaje amoroso.
Incluso ha llegado a escribirse en lenguas nativas indígenas o hasta en Braille con corcholatas y taparroscas en Argentina. “Este movimiento se desbordó”.
La intervención en Tijuana inició en 2012 y ha recibido mantenimiento durante dos ocasiones. En 2016 fueron realizadas otras más. Alanís busca un nacionalismo más allá de las redes sociales. “No son nada agradables los muros, son provocadores”.
Cerca del lugar, hay otra intervención con el mensaje “Estoy al límite”, junto al poste de límites internacionales. Desde el muro, hacia el norte comienza Estados Unidos. Mirando al sur, desde ese mismo muro, comienza Latinoamérica.