POR MÍRIAM CANALES
“Preferimos que los chicos pinten un parabrisas a que lo limpien en la calle”. Entre la precariedad y los cúmulos de desperdicio, florece el arte en el Bordo de Xochiaca, un basurero de Ciudad Nezahualcóyotl. Los Neta Realistas de Neza es un proyecto independiente que ostenta un grupo de amateurs convencidos de que “cualquiera puede ser artista” dentro de un espacio en el que vecinos, pepenadores –y cualquiera de esas latitudes– pueda sumarse para que explaye su potencial.
En un municipio al oriente de la Ciudad de México, llamado de manera coloquial y peyorativa “Minezota” –señalado y estigmatizado socialmente como un nido de malvivientes y pobreza–, un puñado de rebeldes busca modificar ese estereotipo y otorgarle una nueva imagen mediante su obra artística, obtenida de la basura y los materiales reciclados, es así que desde hace un par de años atrás, enarbolando la bandera de la independencia, nacen Los Neta Realistas de Neza, conformado por niños, adolescentes y ancianos, la mayoría sin formación artística alguna.
El Bordo de Xochiaca es un recoveco donde se apilan los desechos capitalinos y mexiquenses, en el que habitan algunas familias en casas de cartón, perros, gatos y donde inclusive el medio del espectáculo ha puesto el ojo para locaciones de telenovelas como La gata, o películas hollywoodenses como Elysium con Matt Damon. Según entrevistas que el actor otorgó, la experiencia de filmar en este punto geográfico fue un shock en su carrera. En cambio, es aquí donde muchos otros hacen su cotidianidad trabajando, escombrando y ahora ejerciendo el arte.
Un viernes a mediodía acudo al Bordo en busca de Max Hernández, alias Max Man, egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, una de las cabezas que tuvo la iniciativa de encauzar a sus pupilos a utilizar material de desecho como lienzo –parabrisas, plásticos, cristales o llantas–, rompiendo con la tradición de utilizar bastidores, exhortando a que plasmen sus garabatos o siluetas con pintura de aerosol: “Queremos que esta ventana sea a otra realidad, los chavos se quedan extasiados cuando pintan. Hay varios que tienen mucho talento y con eso ya les sembraste la semillota. La idea es que usen material reciclado”.
Acompañado por otros egresados de la escuela de arte La Esmeralda, como David Azael Hernández y Miguel Ángel Rodríguez, que codirigen el proyecto, mantienen el propósito de que esta escuela urbana sea irrestricta, sin calificaciones u horarios, pero sí con disciplina y perseverancia. Tan es así que en su haber ya cuenta con 15 alumnos constantes, de entre 15 y 20 años, que se han adherido, pero también algunos adultos mayores que muestran interés. Otra de las ubicaciones donde el colectivo ejerce es en la colonia Del Sol del mismo municipio, donde han intentado recuperar el espacio público.
Esa tarde se encuentra trabajando en un lienzo King Spiral, seudónimo de Edwin Daniel de 25 años, egresado de la Escuela de Artes Plásticas de Neza en 2015. Una de sus peculiaridades es que tiene un carretón donde transporta sus materiales, al que llama “el triciclo del arte”; él trabaja arduamente con el fin de transformarse en un artista de renombre: “Yo salí en 2015, vengo desde Calle Siete y llevo tres años participando en exposiciones en mi casa, en el “Kiosco del sol,” estamos recuperando espacios públicos donde hay chavos que se reúnen para tomar, drogarse y sacarlos de ahí”.
Una familia de pepenadores deambula por la zona, y los lienzos exaltan su curiosidad; Max y Edwin invitan a los niños a tomar los aerosoles e improvisar con ellos, como si se tratase de juguetes. Del mismo modo, esta reportera hace lo propio garabateando sobre cristales rotos; las moscas y el olor fétido pululan, pero eso no inmuta a los que residen ahí. Esa es parte de una de las tantas realidades de México.
A lo lejos, de las montañas de escombro se asoma la imponente imagen del llamado Diablo de Chimalhuacán o el Guerrero Chimali, una ufana escultura de 60 metros de alto construida por el gobierno priista local y el artista Sebastián, un contraste con el arte institucional por encargo del gobierno en turno versus el paisaje tapizado de marginalidad. A esa hora de la tarde, los pepenadores se reúnen con el propósito de almorzar en medio de los desechos orgánicos, mientras perros ambulantes beben y chapotean del agua sucia, una estampa semejante a la película Isla de perros, que trata de unos animales abandonados a su suerte en un relleno sanitario.
La obra de Los Neta Realistas de Neza no se remite sólo a pintar, ellos incluyen a otros lugareños, con el fin de que realicen otras actividades, como lectura y música; cantantes y cuentacuentos que amenicen mientras los alumnos dibujan. La gran diferencia consiste en que sean autores locales, de manera preferencial, para divulgar y reconocer su obra. Entre algunos nombres resaltan Ricardo Guerrero Macías, Porfirio García Trejo, Cuitláhuac Macías: “No les llevamos El principito, pero sí algo local porque somos orgullosamente de Neza, ¿y por qué no mejor promover eso?”, menciona Max Man. “Yo conozco a personas de aquí que hacen danza, cultura, escultura, dramaturgos, poetas y todos se desarrollan en la Ciudad de México porque el trabajo está ahí, pero los que son de Neza también son importantes y chingones. Ustedes son importantes, ¡todos somos importantes!”.
La obra de Los Neta Realistas de Neza ya ha sido expuesta en otras galerías de arte o centros culturales de Iztapalapa, incluso en colonias céntricas como San Rafael. Su labor no busca quedar sólo ahí, sino crecer y extenderse a otras ciudades aledañas, como Valle de Chalco, donde se ha ido formando otro colectivo semejante. “La mayoría de las propuestas artísticas fueron creadas en Europa para todo el mundo; a nosotros nos ven como algo sui generis y está bien, pero queremos hacer escuela, sería más interesante si saliera de una zona marginal y abrirlo a Latinoamérica”.
Gracias al proyecto de Los Neta Realistas el arte urbano adquiere otro matiz, apartado de las galerías o grandes museos conservadores con propuestas opulentas valoradas en miles de pesos o dólares. Este colectivo tiene otra voz y clama por ser escuchada desde la basura.