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El pueblo mexicano que se quedó sin Ford

Un lugar en San Luis Potosí esperaba la llegada 
de una nueva planta automotriz, pero fue cancelada “por órdenes del señor Trump”
16 de Enero 2017
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Por CHRISTOPHER SHERMAN / Villa de Reyes / Associated Press

La voz corrió rápidamente en mensajes telefónicos y a los gritos entre compañeros de trabajo, de que la automotriz estadounidense Ford había cancelado su nueva planta de 1 600 millones de dólares en 285 hectáreas del desierto en el centro de México.

“Cuando lo vi en el teléfono pues (pensé) ‘no, no puede ser’ ’’, dijo Higinio Salazar, un guardia de seguridad a cargo de registrar el tráfico que entra y sale del lugar y que esperaba tener trabajo por muchos meses. “Fue por órdenes del señor Trump”, añadió con amargura.

No fue así, pero aquí en la región de México donde se encuentran las plantas de ensamblado de autos se percibe que el presidente electo Donald Trump cumple su promesa de regresar los trabajos de manufactura a Estados Unidos incluso antes de ocupar la Casa Blanca.

Las autoridades estatales de San Luis Potosí se habían enterado no mucho antes que Salazar que la promesa de 2 800 empleos directos y más de 10 000 indirectos a través de la cadena de aprovisionamiento de Ford no se haría realidad.

El secretario de Desarrollo Económico, Gustavo Puente Orozco, dijo que Ford informó a las autoridades apenas una hora antes de que el director general Mark Fields hiciera el anuncio el martes por la mañana.

Puente dijo que Ford dejó perfectamente en claro que era una “cancelación definitiva”.

“Principalmente lo que nos comentaron fue un tema de mercado”, dijo Puente. Hablaron de una “recaída en la demanda” del Ford Focus, el vehículo que pensaban construir en la planta.

Con la caída de los precios de los combustibles, los estadounidenses prefieren automóviles más grandes y el Focus es víctima de esa tendencia. Fields dijo que continuarán la producción del Focus en una planta en Hermosillo, México, y que invertirán 700 millones en una planta existente en Michigan que produce autos eléctricos, híbridos y autónomos.

Sin embargo, la planta de San Luis Potosí había avanzado más allá de la etapa de planificación. Había grandes esperanzas en que la tercera planta automotriz en el estado –GM produce los pequeños vehículos Aveo y Trax desde 2008 y la nueva planta de BMW prevé iniciar operaciones a principios de 2019– mantendría la tasa anual de crecimiento del estado muy por encima del promedio nacional.

Los huesos metálicos de la planta habían empezado a aparecer, junto con carteles que indicaban dónde estaría cada sector, desde “estampado” hasta “depósito”. Ford había contratado a medio centenar de trabajadores, que realizaron su capacitación pagada por el Gobierno mexicano.

El miércoles, Fernando Rosales Ortuño, quien vende mangueras hidráulicas para la compañía Parker, recorría el perímetro con el celular pegado al oído, tratando de lograr que se llevaran su remolque: una tienda portátil instalada para atender las grandes máquinas que preparaban el lugar.

Esperaba que cuando la planta iniciara operaciones, sería su nuevo cliente.

“Nos cayó como balde de agua fría”, dijo Rosales. “Esperábamos un gran crecimiento todos aquí en el estado y la región también”.

Los cuatro estados contiguos a San Luis Potosí, Querétaro, Aguascalientes y Guanajuato tienen siete plantas de ensamblado ya en operaciones o que lo estarán en los próximos dos años. A su alrededor hay unos 800 proveedores de autopartes, dijo Puente.
En San Luis Potosí, entre 50 000 y 60 000 empleos dependen de la industria automotriz.

En la plaza central de Villa de Reyes, la gente comentaba el miércoles que la cancelación afectaría sobre todo a los jóvenes.

El jubilado Ignacio Segura Rocha dijo que menos personas emigran a Estados Unidos porque la frontera se ha vuelto más difícil que en 1977 y 1978, cuando él la cruzó. La industria automotriz es una buena alternativa para los chicos que crecen en los ranchos aislados de la región.

“Ya están con la ilusión que van a ir allí y al último no hay nada”, lamentó.

El trabajador de la construcción J. Refugio Waldo Contreras sostuvo que Trump ponía a los mexicanos en una situación imposible.

“Este presidente, este Trump, no quiere gente allá, ¿entonces dónde los va a mandar? ¿Y no quiere abrir trabajo acá?”, se preguntó. “¿Entonces, nos va a cerrar las puertas?”.

Con todo, no faltaron algunas expresiones optimistas. Mientras contemplaba los enormes camiones que se llevaban los bulldozers, el guardia Juan González dijo que el sitio no quedará vacante por mucho tiempo.

“Si no son de los Estados Unidos, pueden ser de Japón, China”, dijo. “Esto va a seguir”.

Jorge Álvarez, quien trabajó en las vías perimetrales del sitio durante cinco meses, dijo que su compañía ya le informó que trabajará en el aeropuerto, así que al menos él no se quedará sin empleo. Otra opción sería que México se vuelva hacia adentro y se concentre en desarrollar su mercado interno, dijo Roy Campos, presidente de la consultora Mitofsky en la Ciudad de México.

“Tarde o temprano, por la cercanía y por la frontera, por las relaciones personales, las relaciones humanas, la relación México-Estados Unidos va a volver a ser igual de grande o más grande que antes”, aseguró. “Así que mientras, desarrollar otros mercados puede ser muy benéfico para México”.

 

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